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jueves, 29 de mayo de 2014

Feria del libro de Madrid 2014

Mañana 30 de mayo comienza la Feria del Libro de Madrid. Estaré los siguientes días firmando:

-Viernes 6 de junio. Casesta 315 Editorial Clave Intelectual, de 19 a 21:00h. Por la compra de El Ritmo de la cancha. Historias del mundo alrededor del baloncesto (2012) y Del juego al estadio. Reflexiones sobre ética y deporte (2014) regalamos la película Crónica de una fuga de Israel Adrián Caetano, basada en la historia real de Claudio Tamburrini, coautor del libro Del juego al estadio y su fuga de un centro de detención ilegal durante la dictadura de Videla. [Hasta agotar existencias]



-Sábado 7 de junio. Caseta 117 Traficantes de Sueños, de 18 a 20h. Firmando El ritmo de la cancha. Historias del mundo alrededor del baloncesto y Del juego al estadio. Reflexiones sobre ética y deporte. Coautor Claudio Tamburrini.

-Domingo 8 de junio. Caseta 256-257 Everest (Ediciones Turpial). Estaré firmando Altísimo. Un viaje con Fernando Romay (Ediciones Turpial, 2013) de 12 a 14h junto con Fernando Romay.




-Domingo 15 de junio. Caseta 77. Librería Estebán Sanz. Estaré firmando Altísimo. Un viaje con Fernando Romay de 12 a 14 h junto con Fernando Romay.



Nos vemos allí, para firmar o para charlar un rato. See you soon.

jueves, 23 de mayo de 2013

El avión de Daimiel

En el libro de Antoni Daimiel, El sueño de mi desvelo (Editorial Córner, 2013), se narra el principio de la película Las aventuras de Jeremías Johnson para ilustrar la llegada de los primeros jugadores europeos a la NBA en los '80. Algo así como pioneros en tierra hostil. Más o menos como debió sentirse Fernando Martín cuando aterrizó en Portland en 1986 con traje de explorador. Para los que vimos pasar el avión desde una cancha de entrenamiento al aire libre, con tableros de conglomerado, aros rocosos y equipaciones raquíticas, aquello era lo más parecido a alcanzar la gloria. Daba igual que luego apenas jugara, eso nos parecía lo de menos. Él estaba allí. Para nosotros entonces La Meca no era el Madison, sino todo.



El sueño de mi desvelo. Historias nocturnas e imborrables de la NBA narra en primera persona la experiencia de Antoni Daimiel comentando partidos de las NBA -casi ininterrumpidamente desde 1995 hasta la actualidad- sin olvidarse de mirar de vez en cuando por el retrovisor, de recordarnos algunos de los mejores flashes, de contarnos encuentros y desencuentros o de dejarnos intuir conversaciones apasionadas (no necesariamente de baloncesto) en interesantes restaurantes y garitos. Siempre atento a lo que pasaba en una cancha del planeta americano. A veces en estudio y otras en la grada de prensa del All Star Weekend o de las Finals.

Parte del viaje lo hizo acompañándose con el periodista Andrés Montes. Formando un dúo perfecto en técnica, interpretación y virtuosismo. Elementos imprescindibles para que suene bien la música. Contaba Coll que su compañero artístico Tip solía decir que “el absurdo también tiene una lógica” y que el más alto de la pareja “era imprevisible, una sorpresa continua”. Algo que creo se ajusta también a la idiosincracia descriptiva de Montes en sus narraciones, siempre cargadas de una lógica que no fallaba porque conectaba lo terrenal con el espacio sideral. Así fue como pasamos de ver y oir las proezas de Dios disfrazado de jugador de baloncesto en Utah hasta saborear el proceso para dar E.T el salto desde la tierra de Elvis hasta el glamour de Hollywood. Recordando siempre “qué pasó el verano del 99”. Las partes del libro en que habla de Andrés Montes son un homenaje (muy) elegante al artista más importante de la narración deportiva en televisión desde Matías Prats Padre. En buena parte porque aquellas retransmisiones a dos voces y cuatro manos eran canela en rama.

Pero el libro es mucho más. Es una buena forma de hacer periodismo y de relacionarse con el espectador/lector sin necesidad de prismáticos, algo desgraciadamente poco habitual. De la lectura de las entrelíneas se detecta que el asunto no es casualidad, el fondo es tan bueno como la superficie. Meter sonido ambiente a un libro de baloncesto no es tarea sencilla y el texto lo logra hasta enganchar: poniendo música; haciendo arqueología social de Estados Unidos; evocando sutilezas sin bloqueo; redactando crónica rosa y negra (o al revés) y madrugando mucho para contarnos la NBA, la mejor liga del mundo. El sistema de comunicación del avión que pilota (en sentido figurado y en el sentido macarra del término) Antoni Daimiel es perfecto de cara al público y de puertas adentro.

Hay que felicitarse por este ejercicio de memoria tan bien contado.

lunes, 24 de diciembre de 2012

"El partido que cambió la historia"

En estos mundos que habitamos hay distintos tipos de periodistas. Antonio Gil (Madrid, 1981) pertenece a los que dedicados profesional y pasionalmente al baloncesto no dudan en convertirse en aliados cada vez que se comparte tiempo con él. Yo le conocí en persona por primera vez cuando preparaba mi libro El Ritmo de la Cancha haciendo entrevistas en Nueva York. Más tarde tuve la suerte de trabajar y convivir con él, en una experiencia sensacional, rodando un documental en Nueva Orleans sobre Greivis Vasquez.

Antonio Gil, entre otros asuntos, es corresponsal en NYC de la revista Gigantes del Basket, colabora en medios como basket4us.com y es analista de la NBA para CNN en español. Ahora ha publicado con Ediciones JC el libro El Partido que Cambió la Historia, un libro que trata de acercanos al streetball neoyorquino a través de lo ocurrido una noche de julio en una de las canchas de baloncesto más míticas de La Gran Manzana.


Pregunta: Describe cómo es el entorno urbano de la cancha de Dyckman.

Respuesta: Washington Heights es uno de los barrios más peculiares de Manhattan, colindando con la frontera del Bronx. Dyckman es un pequeño reducto de de la República Dominicana en New York, al estilo del poblado de Astérix en la Galia. Sus gentes, la música, los carteles, los comercios… Nada que se puede encontrar del mismo modo en ningún otro rincón de NYC.

P: Joe Pope dijo que Dyckman es “la alfombra roja del baloncesto”, ¿por qué?

R: Durante el verano de 2011 todo el mundo quería jugar allí y quien no jugaba quería estar en la grada. Los mejores jugadores NBA, NCAA, overseas y amateur se pasearon por Dyckman ante la atente mirada del famoseo más exagerado de toda la historia del torneo. Dyckman era el sitio donde estar aquel verano.

P: Alguna gente piensa que el streetball es una especie de baloncesto callejero en el que “vale todo”, cuéntanos (brevemente) cómo es la escena del streetball neoyorquino.

R: Es el baloncesto más exigente que jamás he visto, tanto en canchas de cemento como en pabellones profesionales. Si juegas en New York tiene que darlo todo o si no mejor quédate en casa porque nadie tendrá piedad de ti. El concepto pachanga, tan mal utilizado en España para definir partidos y torneos de streetball, no existe en NYC. El más amistoso de los partidos acaba convirtiéndose en una batalla por lograr la victoria.

P: ¿Hay un reglamento específico?

R: Dependiendo del torneo se juega con reglas NBA o NCAA. Estamos hablando de baloncesto normal y corriente, como el de cualquier liga del mundo, con la preciosa peculiaridad de que se juega al aire libre. Los torneos organizados cuentan con marcadores (normalmente electrónicos), árbitros, cronómetro… Un partido de baloncesto al aire libre, sin las tonterías que los medios quieren vender como streetball de vez en cuando.


P: ¿Qué papel juegan los entrenadores?

R: Exactamente el mismo que juega cualquier entrenador en cualquier equipo profesional. En los torneos de streetball además el entrenador hace las veces de general manager y consigue los jugadores que estarán a sus órdenes. Él hace los cambios, pide los tiempos muertos, dice quién manda en la cancha y ordena a los jugadores. Y a veces grita hasta la saciedad a los árbitros para intentar llevárselos a su terreno.

P: Algunos de los jugadores más reconocidos del streetball neoyorquino han pasado por la liga ACB o LEB sin excesivo éxito, ¿por qué ocurre esto?

R: No todo jugador de baloncesto está preparado para jugar de forma ‘organizada’ y sobre todo para hacerlo bajo el encorsetado ajedrezado de sistemas ofensivos y defensivos que convierten al baloncesto ACB/LEB/FIBA en general en pura matemática castrada de libertad de movimientos y creatividad en muchísimos casos. Si en Estados Unidos se nota la diferencia de jugar en high school a hacerlo en la NCAA y de ésta a la NBA, imagina saltar de las calles al baloncesto FIBA.

P: El lockout de la temporada pasada fue una buena oportunidad para ver a algunos de los mejores jugadores de la NBA en los torneos de verano de NYC. ¿Cómo repercutió su presencia en la escena del streetball?

R: El lockout fue una tremenda jodienda para el baloncesto NBA y al mismo tiempo una bendición para los torneos de streetball de New York, en los que los jugadores profesionales se dejaban ver noche sí y noche también, reaviviando una escena streetball un tanto apagada en los años anteriores.

P: Como periodista, ¿crees que el streetball está olvidado por los medios o que está en el lugar donde quiere estar?

R: No está olvidado porque casi nunca se le tuvo en cuenta… pero casi que mejor. Los medios tienden a prostituir al streetball y travestirlo a lo que ellos quieren vender como algo que parece que inventan los propios medios cuando le prestan un mínimo de atención. El streetball es algo que nació en las calles y pertenece a las calles. No necesita de nadie que venga a decirle si lo está haciendo bien o no. No necesita de repercusión mediática por siempre ha vivido del mejor medio de comunicación que existe: el boca-oreja.


P: ¿Qué pasó el 20 de julio de 2011 en Dyckman?

R: Que un partido de baloncesto entre los dos equipos favoritos para llevarse el torneo cambió la historia del streetball por completo. Nunca antes hubo nada parecido y nunca jamás lo habrá de nuevo. Por ‘hype’, repercusión, involucración, talento… Cualquier parecido con algo vivido anteriormente en un playground de NYC es sólo producto de la imaginación de quien quiere restar importancia al encuentro que puso nuevamente a Dyckman en el mapa y lo encumbró como el posiblemente mejor torneo de la historia en aquella edición.

P: ¿Por qué el libro y cuál ha sido el proceso de elaboración del mismo?

R: Porque era algo que tenía pendiente conmigo mismo y con el streetball de NYC después de muchos años seguidos empapándome de él, sus historias, sus personajes y convirtiéndolo en mi pasión con mayúsculas. Después de viajar cada verano durante muchos años a ver partidos, jugarlos y conocer gente, decidí que era el momento de darle una enésima vuelta de tuerca a un proyecto de libro sobre el streetball de New York en el que llevaba años trabajando y presentar al público español la auténtica maravilla que vive en las calles de la meca del baloncesto, en la que The World Most Famous Arena no es el Madison Square Garden sino la cancha en la que cada niño juega con un balón soñando que anota sobre la bocina una jugada que él mismo narra jugando en solitario.

PD: El próximo jueves 27 de diciembre, a partir de las 12:30h presentamos El Partido que Cambió la Historia en la tienda del Club Estudiantes, en la calle Serrano 127 de Madrid. ¡Nos vemos allí!

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Ganar era de Horteras

El patio del Ramiro de Maeztu era tan grande que cuando uno llegaba a la universidad no había excesivas sorpresas. Lo comenta Guillermo Ortíz en su libro Ganar es de Horteras, y es un recurso recurrente en alguna conversación de ex ramireños universitarios o ex universitarios ramireños. Como en todos los grandes espacios, la diversidad constituía la comunidad. Así uno podía preferir las palmeras de chocolate o los bocadillos de tortilla de Geni; los Pablos Martínez o los Nachos Azofra; las pachangas en el mini o las partidas de mus al sol bajo la sombra del laboratorio de Ciencias y el esqueleto de Garibaldi; las pellas hacia El Corte Inglés o hacia el CSIC; las clases del Figurín o las del Mortadelo; incluso, por increible que pueda parecer, uno podía ser seguidor del Real Madrid de fútbol. Se trataba en toda regla de un patio de vecinos, homogéneo en el seguimiento a un equipo de baloncesto -el Estudiantes- pero múltiple en cuanto a afinidades, amistades y gustos.

Ganar es de Horteras es una visión desde un ángulo del patio. El de un seguidor del Estudiantes, que además estudió cuatro años en el Ramiro. Lo dice varias veces el autor, habla de su percepción y de las de sus amigos. Lo que entonces era para él “todo el mundo”.

Guillermo Ortíz nos cuenta los años que trascurrieron entre el reinado de John Pinone y el descenso de la temporada pasada a los infiernos en Estudiantes. Años algunos más dorados que otros, pero donde se fraguó parte de la mística del club de 'patio de colegio'. En esa secuencia desfilan jugadores como Russell, Montes, Winslow, Herreros, Antúnez, Aísa, Vandiver, Brewer, Loncar, Carlos Jiménez... Lo hace aportando en paralelo los acontecimientos que sucedieron en la calle Serrano 127, muy especialmente alrededor de todo lo que gravitaba entorno a las plantillas que él y su familia veían desfilar cada partido desde la grada. Y lo hace con una visión fina y atenta al detalle. No sólo del Estu sino de los entornos más conocidos del baloncesto ACB de aquella época. Algo que el lector que conozca aquellos tiempos sabrá agradecer. En ese recorrido deportivo hay momentos especialmente brillantes, como cuando cuenta el derbi tras la muerte de Fernando Martín donde los recuerdos de ese día y la escritura de Ortíz logran que el lector, al menos en mi caso, se emocione.

Ocurre que el libro también nos narra los amores y desamores de Guillermo, así como parte de su intra historia familiar, en relación con el Estudiantes, pero no sólo. En ese otro libro sentimental que discurre en paralelo, uno tiene la sensación de moverse a medio camino entre Aquellos maravillosos años y Cuentamé como pasó. Un género literario que exige mucho feedback con el lector, algo que no es fácil si se ha habitado en la otra punta del patio. Así uno logra empatizar con algunos de los senderos más apegados a Aquellos maravillosos... y tiene ciertas dudas, especialmente con los entornos sociales y políticos que se cuentan, como ocurre en Cuentamé. Mucho más para quien, como yo, no tenga ni idea de lo que es un Match Day II. Esa parte del libro, con un orden de acontecimientos algo confuso, se percibe de forma más extraña y ajena. Pero es que el Ramiro era muy grande y diverso.


En el libro de Guillermo, exelente periodista por cierto, hay ausencias, o pasajes que se quedan excesivamente cortos si alguien busca la historia, especialmente fuera de la cancha, del Estudiantes. Pero el libro no trata de ser un memorandum detallado de lo ocurrido, si no de un relato muy personal de un tiempo vivido contado en primera persona. Aunque desde La Cruz -y me atrevería a decir desde parte de los genéticamente EGB's- se veían las cosas de manera distinta. Pero es bueno saber cómo lo veían otros, para confirmar que afortunadamente nunca fuimos “todo el mundo” ni en el patio, ni en la grada, ni cuando íbamos de marcha.

Ganar es de Horteras es parte de una fotografía a la que siempre merece la pena echar un vistazo para conocer mejor el tiempo del que se esta hablando. Un libro que además es la presentación en sociedad de la editorial Cestos de Melocotón, nombre tras el que se encuentra la revista Cuadernos del Basket, que pretende hacerse un hueco en eso que se llama ahora baloncesto para leer. Una buena noticia que sin duda acompaña la publicación de este manuscrito.

Eso sí, no me resisto a decir que algunos de los pobladores de ese inmenso patio todavía andamos queriendo saber lo que es la vida.

PD: El libro se puede comprar a través de ganaresdehorteras.com.

domingo, 20 de mayo de 2012

El Ritmo de la Cancha

Hace ahora diez años, al regreso de un viaje curativo de dos meses por el sudeste asiático, un amigo me sugirió que abriera un blog para hablar de los lugares que visitaba, porque me decía que le gustaba la literatura de los mails que mandaba a mis amigos contado los recorridos geográficos y vitales de los lugares visitados.


Un tiempo después de aquello, y por circunstancias que no vienen al caso, me encontré en el Hotel Palestina de Bagdag con el mayor despliegue informativo que había visto hasta el momento. Eran los momentos inmediatamente anteriores a la guerra de Irak, y en el frenesí del hall del hotel atestado de corresponsales, la atmósfera estaba cargada de distintas impresiones. No todas muy gratificantes con el oficio de la comunicación.

Fue allí donde comencé a barruntar -más claramente- que había un espacio poco transitado en los relatos periodísticos, más allá de las noticias y la actualidad, el que se refería a las informaciones que se acercaran a las personas y su cotidiano. Y es que a la salida del Hotel Palestina, la capital iraquí era un bullicio de realidades desconocidas, pero no tan distintas a las que pudieran estar ocurriendo en ese mismo momento en cualquier otra ciudad del mundo.

Al hilo de ese proceso se fue constituyendo una idea: cómo trasmitir las distintas realidades complejas de la gente y cómo hacerlo sin que estuviera codificado por los códigos por los que muchas veces nos acercamos a la información. En ese sentido otra de mis pasiones, el baloncesto, se anunció como una posibilidad de hablar de las cosas que suceden en el mundo desde un prisma diferente al habitual. Al fin y al cabo, el deporte es un lenguaje universal que necesita pocas traducciones.

Así se fue gestando un proyecto que hace casi cuatro años se concretó en el Sputnik Basket Blog, un lugar desde el que atravesar el espacio que separa los géneros literarios y que trata a la vez de interactuar con los lectores hablando principalmente de baloncesto. Desde esa nave espacial, y con la libertad de expresión que permite una bitácora, fueron surgiendo otras oportunidades periodísticas profesionales, en las que a día de hoy estoy plenamente embarcado.

La idea del libro surgió en paralelo, y también por sugerencia de otro amigo. Un libro es una responsabilidad muy seria, así que el trabajo que ahora se materializa en El Ritmo de la Cancha, requirió de otros procedimientos distintos a los que había trabajado hasta entonces.


Algunas de las historias las busqué movido por la curiosidad intelectual: ¿qué había pasado con el baloncesto en las olimpiadas de Berlín 1936? o ¿por qué el Eurobasket de 1949 se celebró en El Cairo y lo ganó Egipto? En otras me encontré de frente con el relato, como ocurrió la primera vez que fui a Palestina o cuando estuve en Venezuela. En otras, fue a través del conocimiento personal de alguno de los protagonistas, cuando surgió la narrativa, como ocurre con las historias de Argentina, Vietnam o la ex-Yugoslavia.

Hay otro lugar importante desde el que esta construido este libro. Tiene que ver con mis propias pasiones más allá del deporte de la canasta: la literatura, el cine y la música. La primera se materializa en la selección de citas que acompaña a cada capítulo, todas ellas con un por qué muy personal, pero que el propio lector podrá descubrir y situar, obviamente, en sus propios parámetros de evaluación. En cuanto al cine y la música, el lector podrá encontrar a lo largo del texto pequeños guiños a dos disciplinas artísticas que, como la literatura, forman parte de los placeres de la vida y que afortunadamente, especialmente si son de calidad, poco entienden de fronteras y gobiernos.

Espero que disfruten del trayecto.


PD1: La ficha del libro en Clave Intelectual.

PD2: El libro estará a la venta en librerías a partir del lunes 28 de mayo.

PD3: El calendario por el momento es:

- Viernes 25 de mayo, 20h presentación en el Aula de Música del IES Ramiro de Maeztu, con la presencia de José Ajero, Raúl Barrera, Ángel Goñi y Lourdes Lucía.

- Domingo 27 de mayo, a partir de las 19h, firma de ejemplares en la caseta de UDL Libros en la Feria del Libro de Madrid.

- Jueves 7 de junio, a partir de las 11:30, presentación del libro y de Lavapiés Streetball Champs en FNAC Callao de Madrid, con la presencia de Antoni Daimiel, Lennon The Lawyer y Quequé.

- Viernes 8 de junio, a partir de las 18:30, firma de ejemplares en la caseta de Traficantes de Sueños, en Feria del Libro de Madrid.

- Jueves 14 de junio, a partir de las 20h presentación en librería Traficantes de Sueños, calle Embajadores 35, Madrid con la presencia de Ángel Goñi, Lourdes Lucía y Miguel Romero.

PD3: En breve más información de presentaciones y eventos relacionados con el libro.

martes, 27 de marzo de 2012

Cuadernos de Basket

Hace unos días se celebró en Bahía Blanca un debate a tres voces sobre “La escritura y el básquet, dos formas para la creación”. En la mesa del encuentro se sentaron el novelista Luis Sagasti, el escritor -y profesor de Teoría Literaria- Martin Kohan y el jugador Pepe Sánchez. Según Silvia Friera que lo contó en Página12 la discusión fue un “rico vaivén de alegorías entre la pluma y el deporte”.


Cuadernos de Basket es una revista trimestral de “baloncesto para leer”, una publicación que ha emergido con potencia dentro del amplio mundo de la gente que no sólo le gusta ver el deporte de la canasta sino que también le gusta conocerlo e investigarlo. Desde luego en el primer número han superado la barrera del sonido con un buen puñado de interesantes artículos, en los que uno puede paladear el ambiente de un baloncesto cocinado con cuidado y cariño.

En Cuadernos de Basket quince personas se han dejado los codos en la elaboración de una publicación cuya vocación fundacional atiende a los deseos que tenemos muchos de los lectores apasionados del baloncesto. En la Introducción, a modo de declaración de intenciones, se señala que CdB se propone como una “ofrenda al reposo y una invitación al sillón donde poder tocar con las manos una revista que tiene mucho de libro en su formato y propuesta”, y más adelante añade “es tal vez el tratamiento y extensión de los textos nuestro principal aporte diferencial”.

Sin embargo, como decía Pepe Sánchez en el Teatro Municipal de Bahía Blanca, “la victoria no está en la ejecución final, sino en cómo armaste la escena”, y en ese sentido a CdB todavía le queda un recorrido -lógico- para que estemos hablando de la publicación definitiva que muchos esperamos. Obviamente yo he devorado el primer número con hambre, recomiendo su lectura y admiro a sus creadores. Pero si hay algo que uno agradece cuando se sienta en el sillón es que el arte final este bien pulido, y en eso todavía cojea CdB.

Lo admito, soy admirador de la sala de corrección de las publicaciones, he visitado periódicos en los que las bandejas de los correctores se saturaban de papeles con subrayados y tachones que volvía en camilla a la sala de redacción. Al contrario que en el mundo digital donde la inmediatez fomenta los errores -pero también facilita las correcciones- en el maravilloso mundo del papel lo escrito permanece, y ahí hay que ser escrupuloso en el cuidado. Una publicación con “propósito de permanencia” debe tener en cuenta estos asuntos, porque el papel y el sillón son más exigentes que la pantalla.


De igual manera la “extensión de los textos” no es garantía de nada y me parece que en ese sentido CdB baila entre textos maravillosamente cuidados y equilibrados y algunos que en su buena voluntad de narrar el todo se marchan por caminos que desvían la atención del lector. No soy de los que crean que cuanto más se escriba necesariamente tenga que ser mejor. Cierto que quizá aquí me ocurre, en parte, que como señalaba Martin Kohan en la charla “mi relación de apego y afecto con la escritura tiene que ver con el lenguaje, no con la trama ni el personaje”. Y es que, por fortuna, no sólo en CdB hablamos de baloncesto, sino también de literatura.

No quiero que esto parezca una crítica malintencionada, al contrario. CdB me parece una bendición. Hay buenos amigos entre el colectivo editor y me declaro admirador de la prosa de la varios de ellos. Las virtudes son evidentes, y este relato es un animo que trata de impulsar una publicación que con un diseño en exceso austero ha surgido para disfrutar gastronómicamente del baloncesto. Porque al fin y al cabo, como señala Pepe Sánchez, cuando uno lee busca la sinergia también con el autor, “un escritor con el que me identifico por su forma de escribir, es Sándor Márai. Cuando leí su primer libro, dije: ‘si yo escribiera, me identificaría con esta forma’”. Si se mejora en la condimentación el resultado será exquisito, y la identificación plena.

Sea como fuere, felicidades a los impulsores.

lunes, 6 de febrero de 2012

Hacer historias

A Suweys Ali Jama la hicieron llegar un mensaje: o dejaba el baloncesto o la matarían. No lo pensó dos veces, si había llegado hasta ahí no iba a arrojar la toalla ahora. Además, no creía que la vida o la muerte fuera algo que dependiera de quienes la habían amenazado, “sólo moriré cuando mi vida finalice su recorrido, nadie puede matarme excepto Dios... no dejaré mi profesión mientras siga con vida. Ahora soy una jugadora, pero cuando me retire quiero dedicarme a entrenar y sólo dejaré el baloncesto cuando yo muera”, declaró a la agencia de noticias IPS la capitana de la selección somalí de baloncesto.


El grupo del que partían las amenazas era Harakat al-Shabaab al-Mujahideen (Movimiento de Jóvenes Muyahidines) también conocido como Al-Shabab, una potente organización armada que surgió en Somalia tras la derrota de la Unión de Cortes Islámicas (UCI) que gobernaba el país africano hasta el año 2007. Un grupo ligado a Al Qaeda que cuenta con una notable presencia en el país.

Aisha Mohamed, otra de las jugadoras del equipo, contó que Al-Shabab las acusaba de un doble delito: "En primer lugar, por ser mujer y estar practicando un deporte, lo que está prohibido por la ley islámica. En segundo lugar, están representando al club militar, lo que supone que son marionetas de los infieles”, la dijeron por teléfono, pero a pesar de las llamadas ella, que lleva mucho tiempo jugando al baloncesto en Mogadiscio, tampoco abandonó.



Las amenazas de Al-Shabab llegaron cuando el equipo se preparaba para participar en los Juegos Árabes que se celebraron en Qatar en diciembre de 2011. Allí jugaron cinco partidos, perdieron tres y ganaron dos, frente a Kuwait y Qatar. Tras tantos años de guerra, jugar al baloncesto era la única ventana desde las que reivindicarse por encima de las imposiciones. La jugadora Khatra Mahdi tras ganar el último partido contra la selección de Qatar por 67-57, declaró: “No tengo palabras para describir cómo me siento. Al terminar estábamos dando saltos de alegría, había lágrimas en los ojos de las chicas. Hemos hecho historia.

PD: Este post no esta completo, es un pequeño resumen de uno de los últimos capítulos que escribí para mi libro. Por fin he terminado un proyecto que comencé hace más de dos años y medio. Trece historias del mundo alrededor del baloncesto, como esta de Somalia. Ahora queda esperar el proceso de edición, ya os iré contando...

miércoles, 22 de junio de 2011

Aquellos maravillosos años

De concentrarse, y vivir a pensión completa, en los bajos de un pabellón de Mataró con la selección juvenil durante dos meses en los años '70, a dormir en el lujoso hotel Park Hyatt de Tokio en 2006 con su familia, tras la victoria de la selección en el Mundial de Japón, hay un trecho. De estudiar en los jesuitas del convulso Bilbao anterior a la muerte de Franco, a ser un popular periodista, tras jugar doce años en el Real Madrid y en la selección con notable éxito, también.


En Antes de que se me olvide, uno tiene la sensación de atravesar diversos episodios nacionales, no todos relacionados necesariamente con el baloncesto. El libro habla de un tiempo que hoy parece lejano, pero que no lo es tanto: el de la educación vinculada a la iglesia, el de la transición política y la posterior movida, el del despertar del baloncesto español, el de una de las mejores épocas de la sección de baloncesto del Real Madrid, y también el de la explosión de la comunicación, en un país abonado a dos canales de televisión y cuatro periodistas deportivos con nombres y apellidos hasta hace bien poco.

El escrito de Juanma Iturriaga tiene también una lectura en clave interna. La del propio Itu hacia su familia. Primero a la memoria de su padre, y más adelante, en los últimos capítulos, en favor de la construcción de la memoria de sus hijos. De la primera hay un recorrido vital extraño, como fue el que sintió buena parte de la generación cuyos padres vivieron en su infancia el final de la guerra civil o la plenitud de las posguerra. En el segundo caso, intuyo, hay cierta intención de proyección del recorrido vital del antiguo alero madridista hacia sus dos hijos.

El conjunto de los capítulos son una declaración de amor a su familia, a sus amigos más cercanos, y, también, un interesante repaso a los nombres y lugares más determinantes de su vida: Nacho Solozabal, Wayne Brabender, Fernando Martín, Epi, Juanito Corbalán, Michael Jordan, Antonio Díaz Miguel, Drazen Petrovic, Mike Davis, Mirza Delibasic, Fernando Romay, Magic Jhonson, Sabonis, Andrés Montes, Bilbao, Nantes '83, Los Ángeles '84, El País, Telemadrid, Panamá...

Jugadores y situaciones que, en la mayoría de los casos, son ya memoria histórica del baloncesto, por su importancia en el devenir de los acontecimientos actuales, y por la conjunción de elementos que hicieron que aquel tiempo de basket tuviera una pasión y una efervescencia en nuestro país que hoy parece en declive.


Juanma Iturriaga no era un tipo precisamente querido en la grada del Magariños. Aquella que yo habitaba con regularidad en su época de jugador, donde se le gritaba y silbaba con ardor guerrero y trazo grueso. Sin embargo, de aquella rivalidad de personajes, formas de vida, y escuelas, los que mostraban carácter -que no eran pocos en los dos bandos- eran apreciados. Sin ellos no se podría entender el baloncesto de entonces, ni algunas de las carencias y virtudes del de ahora.

Iturriaga recuerda esos tiempos desde la sinceridad, algo que seguro su psicoanalista, y también el lector, agradece. Por encima del aprovechamiento de unas virtudes para el deporte, está la capacidad de interactuar con la vida y el cotidiano. En el caso de Itu, con mayor o menor habilidad en cada una de las dos disciplinas, lo innegable es que la frontera no es perceptible, y eso es digno de elogio. No hay trampa ni cartón, Iturriaga es así.

PD1: Antes de que se olvide está editado por Turpial. Más información sobre el libro aquí.

PD2: Aquellos maravillosos años es un capítulo del libro, el título hace referencia al nombre de una serie de televisión americana (1988-19939) en la que un adolescente narraba en primera persona su cotidiano en los Estados Unidos de los años '70, los cambios en la sociedad y en su propia familia.

jueves, 17 de marzo de 2011

Fotos del Sub 21

Juan Pelegrín es el fotógrafo oficial de la plaza de Las Ventas en Madrid, y orgulloso seguidor del Estudiantes. En su blog se pueden admirar algunas de las fotos que realiza alrededor del mundo de los toros, del baloncesto, o de la música. También varias series sobre Senegal, fotos realizadas para la fundación Xaley (niño en Wolof), que trabaja en el ámbito de la cooperación y el desarrollo.


Juan, ha publicado el libro de fotografía Un día en las Ventas, en el que hace un recorrido fotográfico por, quizá, la plaza más importante del mundo.


En una entrevista que he encontrado en la red, cuenta que “una buena fotografía es la que te intriga, la que te hace preguntarte qué pasaba antes y qué pasará después, la que te alcanza por algo más que por el simple momento”. Estoy totalmente de acuerdo, y precisamente por esa capacidad de captar el momento y las emociones, es por lo que admiro su fotografía.


Hace tiempo hablamos de hacer unas fotos al sub 21, y yo encantado. En este post cuelgo algunas de las que hizo ayer en La Nevera, el resto se pueden ver en su cuenta de flickr. Os dejo el enlace de Historias del Sub 21 en su blog. Un honor.


PD: Las fotos pertenecen al partido amistoso que jugamos ayer 16 de marzo frente al Junior B del Estu. Momento para probar algunas cosas con las que estamos trabajando, y que todavía están muy lejos de estar incorporadas a nuestro juego. Diferencia física muy fuerte entre ellos y nosotros...

miércoles, 2 de febrero de 2011

El diario de Jim Carroll

“Esta noche fuimos a un partido en el Garden. Los Knicks ganaron a los Celtics por primera vez en dos años; los hinchas del Garden, viejos mendas chupapuros, se estaban excitando mucho desde sus habituales posiciones del palco. Les encanta ver a Bill Russell cuando tiene un partido malo, y hay que ver cómo le tratan y lo que llegan a gritarle, pero el colega hizo un juego lamentable de verdad. El viejo Jhonny Green le pasaba pelota tras pelota, pero Bill no acertaba ningún tiro. Los Knicks deberían darme un pase gratis para todos los partidos que se jueguen en casa. Sin mentir, he estado aquí diecinueve veces en los dos últimos años y han ganado todos los putos partidos..., pero siguen terminando la temporada siendo los últimos, cada año pasa igual”.


El diario de Jim Carroll comienza en Otoño de 1963, y va narrando las situaciones en las que se encuentra un chico blanco, de origen católico, amante del baloncesto, en los años más duros de la ciudad de Nueva York. Con trece años se metió su primer chute de heroína, “sólo me di cuenta más tarde de la tontería que era esto”, y narra en primera persona como su vida va evolucionando de ser uno de los jugadores más prometedores del baloncesto de high school hasta convertirse en un heroinómano esclavizado hasta el extremo para conseguir una dosis. En el proceso Jim sigue jugando al baloncesto, pero cada vez está más colocado y su cotidiano está más rodeado de miserias. Las propias, y las de sus colegas.

Jim Carroll nació en el Lower East Side, en una familia de origen irlandés. No era un chaval cualquiera, sino una de las jóvenes promesas del baloncesto escolar de Nueva York, y sus actuaciones en la cancha eran sobresalientes. Tras un paso conflictivo por varios colegios terminó en el elitista Trinity High School, equipo con el que sería seleccionado para el National High School All Star Game de 1966. En ese momento ya alternaba completamente su doble vida de jugador de baloncesto, heroinómano, y poeta. De hecho, en su diario cuenta como defiende, totalmente puesto de anfetaminas, a Art Baylor, el primo del mítico Elgin Baylor -su ídolo entonces en la NBA-, en aquél All Star celebrado en Washington.

Jim Carroll en el centro con un balón de basket y el equipo de Trinity H.S.

En otro pasaje del libro narra como le piden disputar un torneo en Harlem junto a Vaughn Harper y Earl Manigault (The G.O.A.T.), que “no para de ser admitido y despedido del equipo escolar por rollos de drogas y otras lindezas”, siendo el único blanco en la cancha y en la grada. Al final, tras la victoria y anotar 47 puntos, le sugieren que es mejor que no salga en la foto, la segregación racial también imponía autolimitaciones en Harlem.

El diario de Jim Carroll habla de drogas, de sexo, de "El Cuartel General" (el piso que tienen para hacer fiestas y pincharse), de delincuencia, del apagón de 1965 en el que toda Nueva York quedó a oscuras, del Central Park de entonces, del movimiento en los baños de Central Station, de las manifestaciones contra la guerra del Vietnam, de abusos fuera y dentro de los colegios, de violencia, y de baloncesto.



Jim Carroll murió un 11 de septiembre del 2009. Icono del Nueva York más salvaje, su diario fue llevado al cine en 1995 por Scott Kalvert, protagonizada por LeonardoDi Caprio. Pasada la adolescencia, Carroll fue un reconocido poeta y líder del grupo de punk-rock Jim Carroll Band. Su selecto club de colegas incluyó a Andy Warhol, Patti Smith, o Bill Berkson.

Earl Manigault murió en 1998 de un ataque al corazón, muy afectado por sus años de drogadicción. The Basketball Diaries habla de un tiempo y un momento no tan lejano.

PD1: Os recomiendo leer el epitafio que escribió Javier Dale, periodista del diario La Vanguardia, poco después de su muerte.

PD2: En la página Catholic Boy (nombre de su primer disco) se puede encontrar más info.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Trayectos Cortos

No es fácil pensar en cómo salir de una situación sin margen de espacio. Estaba incómodamente pegado a la masa del vagón, como cada mañana, y encontrarme después de tanto tiempo con su cara me molestaba.

No recordaba exactamente cuál había sido el motivo, pero con ese tipo me la había visto antes.


Llegaba por los pelos al partido, y no era cuestión bajarme del vagón por tan desagradable encuentro. Más, cuando él ni siquiera había reparado en mi presencia, o no parecía reconocerme.

A veces, salir corriendo es lo más rápido, en según qué situaciones. Por ejemplo si un policía se te acerca con cara de pocos amigos. De igual manera fingir una enfermedad es la mejor excusa para eludir telefónicamente una cita comprometida, o anunciar la muerte de un pariente cercano es un buen recurso para faltar al trabajo. Las tres situaciones las he vivido.

La primera es complicada a partir de cierta edad, los polis cada día son más jóvenes; la segunda sospechosamente lo contrario, con la edad mejora su credibilidad y parece que hasta en el trabajo se alegran. La tercera es poco ética pero funciona con hipócrita condolencia.

Pero ahora era distinto. Me jodía tener que elegir una falsa salida, un trayecto corto, que decía mi padre. Ese tipo era un cabrón, o lo había sido, y no se merecía mi invisible espantada.

Debía planear un castigo. Podría ser anónimo, sin que advirtiera que era yo quién lo aplicaba. La cuestión era amargarle el viaje. Mis trayectos cortos de la vida me delatan como cobarde, y aunque había decidido no escapar de las circunstancias, no me veía con el valor de un enfrentamiento directo.

Empece a elucubrar posibilidades. Anunciar a gritos una cucaracha en su abrigo me parecía infantil y muy dramático.

Lo más fácil sería tocarle el culo de forma extremadamente grosera a alguno de los pasajeros que me aplastaban, y en el mismo momento hacer un gesto de sobresalto al lado de él. La gente se orienta en la elección del culpable por la primera mirada de agravio dirigida sobre alguien de mal aspecto. "Ocurre hasta en las películas".

Estábamos llegando a la estación, así que el momento perfecto sería al subir nuevos pasajeros al vagón. Es una situación incómoda y de mayor movilidad, donde la gente está especialmente sensible al roce.

Se abrieron las puertas, la gente entraba a empujones, era el momento idóneo...

En un instante, con rápido golpe de cintura, saltó al andén, y se marchó caminando tranquilamente, sin prisas. Mi pequeña venganza falló.

Me falta pericia para la acción. También me ocurre con las excusas, nunca convencen. La poli siempre me pillaría, y nunca falto al trabajo.

Ya sé de qué conozco a ese tipo. Me a vuelto a robar la cartera...


PD1: Este relato, ficticio, lo presenté hace unos días a un concurso que organizaba un sindicato del Metro de Madrid. Ha salido el fallo y, una vez más, no he quedado ni entre los cinco primeros. Lo cuelgo aquí para que no quede olvidado, como tantos otros, en alguna carpeta del ordenador.

PD2: Me desconecto de todo durante unos días. Nos vemos en el 2010, hasta entonces feliz año a todos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Un vídeo, un libro, una película

Mañana empieza un gran puente. No jugamos el cadete E, no hay partidos de EBA o Liga Femenina en el Magariños, no juega el ACB en el Madrid Arena. No hay ningún concierto que me pueda interesar. No tengo que trabajar. No estaré en Madrid, así que dejo tres propuestas por si pueden servirle a alguien:

N.A.S.A. feat Tom Waits & Kool Keith - "Spacious Thoughts"

Me manda +K el enlace a este impresionante vídeo. N.A.S.A.(North America/South America) es un proyecto musical de artistas relacionados con el hip hop y el rock. Gentes como E-40, Method Man, Charli 2na, M.I.A., Tom Waits, John Frusciante y algunos más, haciendo tracks con música inspirada en el funk brasileño...



Tom Waits y Kool Keith en un vídeo que se recrea en la cultura del graffitti, con una mezcla de voces brutal. La presencia de Waits, un auténtico genio, da cuenta de la calidad del proyecto.

El atentado, de Yasmina Khadra. 2005. Alianza Editorial.

Yasmina Khadra nació en 1955 en Kednasa, en el Sáhara argelino. Khadra es el seudónimo del comandante Moulessehoul. Un militar argelino que actualmente vive exiliado en Francia. Publicar con otro nombre fue una forma de refugiarse ante la violencia que azotó su país a partir de 1992.


La literatura de Khadra debería ser obligatoria. Una forma de entender el mundo actual, sus contradicciones, e injusticias. Todo ello con una escritura perfecta, creíble, apegada a las personas y sus realidades.

En clave de intriga, Yasmina Khadra hace una nueva incursión en el mundo del terrorismo islámico para recordarnos que la barbarie permanece oculta tras la vida civilizada y autocomplaciente que nos hemos inventado en la sociedad moderna. Que vivimos en una ficción teatral frente a la salvaje realidad que subyace entre bambalinas.

Inglourious Basterds (Malditos Bastardos) Quentin Tarantino. (2009)

Ambientada en la II Guerra Mundial, atravesada por otros géneros cinematográficos, y dirigida por Tarantino. ¿Se puede pedir más? Para mí una película excelente. En tercer lugar de mis películas favoritas del director de Tennessee, tras Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994). Imprescindible verla en versión original, los lenguajes son parte de la trama.



Para Carlos Boyero, del que me confieso seguidor:

Los que consideran al autor de Pulp fiction como lo más innovador, cañero e ingenioso que ha dado el cine moderno van a sentirse saciados con este recital de sus esencias, incluida la original utilización de la música (suenan profusamente los temas que compuso Ennio Morricone para el desdichado género del spaguetti western), los momentos llenos de tensión que desembocan en aquelarres de sangre, las sentencias cínicas, los delirios narrativos, el poderío visual y coloquial. Yo, que no siento adicción hacia su cine y que a veces me cargan sus pasadas, aunque reconozca su incuestionable talento, lo he pasado razonablemente bien a lo largo de 150 minutos que no te abruman.

Viniendo de Boyero no esta mal. Yo pasé un rato de muy buen cine.

P.D.1: Para quién quiera profundizar en el argumento de Malditos Bastardos, puede leer más en el excelente blog de Jaime Sirvent.
P.D.2: Quién pueda tiene también tres buenas citas estos días. Una, dos, y tres. Yo estaré en el campo...

martes, 20 de octubre de 2009

Viaje al reino de la infancia

El otro día leí esta columna de Eduardo Galeano en El País, no me resisto a publicarla.

Cada vez me veo más lejos del fútbol, pero Galeano, una vez más, sabe trazar una línea perfecta sobre los sentimientos que le trasmite ese deporte, y que se pueden aplicar también al baloncesto.

Viaje al reino de la infancia

La noche del miércoles, vi el partido que disputaron Argentina y Uruguay. Vi el partido, digo. Fútbol no vi, o vi muy poco.

Y quién sabe por qué, la memoria me trajo, desde la infancia, mi primer Mundial. Fue en el estadio de Maracaná, en 1950. La tarde de la final entre Brasil y Uruguay, yo estuve allí, mágicamente conducido por la voz cascada de Carlos Solé, que transmitió el partido por radio.

Y recordé, como si fuera ahora, el gol de Brasil. Uno a cero. Estábamos fritos. Entonces me arrodillé, recé y musité una promesa. Supongo que Dios no estaba sordo, porque ocurrió el milagro. Ganamos dos a uno.

Afortunadamente, olvidé la promesa no bien terminó el partido. Gracias a esa súbita amnesia, me salvé de vivir susurrando padrenuestros noche y día.


En aquella consagración mundial, Uruguay no propinó patadas dignas de prisión perpetua, cometió la mitad de faltas que Brasil, jugó con dignidad y calidad, y mereció la victoria. Al menos, así lo recuerdo. Y conste que no busco refugio en el fútbol que fue, cada vez que me duele el fútbol que es.

Yo bien sé que la distancia, distancia en el mapa, distancia en el tiempo, mejora lo que toca. Todo fútbol pasado fue mejor, nos dice la memoria, muy uruguayamente. Quizá nos engaña. Quién sabe. En mi caso personal, cuando necesito recuperar la fiesta del fútbol, fiesta de las piernas que lo juegan, fiesta de los ojos que lo miran, suelo buscar las canchas improvisadas en las playas o los campitos de barrio.

Allí todavía se juega por las ganas de jugar, no por el deber de ganar. A veces esa alegría gratuita es mejor que el fútbol profesional de la tele o los estadios. Y es siempre mejor que la nostalgia.

Eduardo Galeano es escritor uruguayo, autor de los libros Las venas abiertas de América Latina y Fútbol a sol y sombra.

viernes, 2 de octubre de 2009

HdNY

Historias de Nueva York es un libro para disfrutar, especialmente si a uno le gusta investigar las esencias de lugares con tanta personalidad como la ciudad de los rascacielos. Una lugar con unas características únicas. Claro que te tiene que gustar investigar el interno de la metrópoli. Lo advierten en la contraportada del libro:

“Ciertos conocimientos son perfectamente innecesarios. Se puede vivir muy feliz sin saber con qué truculencia surgió la cúpula del rascacielos Chrysler, por qué los Yankees son el equipo supremo en Nueva York, cuál es la relación entre Arabia Saudí y la cerveza de Brooklyn, por qué la grasa de los filetes es más amarillenta que en Europa, en qué bar bebió Dylan Thomas su último whisky o dónde sirven las mejores hamburguesas de Manhattan”.

El blog en NYC

Enric González es un conocido periodista de El País. Ha trabajado como corresponsal en Londres, Nueva York, París y Roma. González tiene una legión de seguidores, especialmente a raíz de su columna Historias de Calcio, que elaboraba en su etapa de corresponsal en Roma, y que luego publicó en un libro. Su escritura es brillante. Este libro es perfecto para conocer una ciudad desde un punto de vista muy particular, para entender a sus habitantes y su entorno. No es absoluto porque Nueva York es inabarcable, y tiene casi tantas historias como calles y comunidades.

Uno de los capítulos del libro se refiere al deporte. “Los neoyorquinos se dividen en tres categorías: Yankees, Mets, y extranjeros. [...] La ciudad es beisbolera hasta lo enfermizo y el baloncesto (Knicks) y el fútbol americano (Giants y Jets) constituyen simples complementos”.

Playground de Mulberry st.

No hay que darlo todo por perdido. Es tan cierto que sólo subirse en el metro de la ciudad es una demostración del dominio de la identificación al béisbol, especialmente de los Yankees. El basket, como espectáculo, ir al Madison, perdió el gancho que tuvo durante un breve periodo de tiempo, en los '70. Coincidió, como contaba Woody Allen en una entrevista para The Guardian, con la peor etapa de los equipos locales de béisbol, y con una etapa de victorias de una plantilla fantástica de los Knicks.

Ahora, después de años de equipos mediocres, el seguimiento del equipo es mínimo, y las gradas se llenan gracias a los turistas, o aficionados con poca denominación de origen, y criterio medio-bajo. El buen baloncesto de la ciudad, que lo hay y mucho, habita en otros lugares.

“Los Mets han adoptado como lema extraoficial la frase pronunciada por uno de sus entrenadores, tras la enésima derrota: No me molesta perder, lo peor es que ganen los otros.” Cuenta Enric González, que se declara seguidor del equipo menor de la ciudad, los Mets, cuyo estadio se encuentra en el popular barrio de Queens. “Yo me hice de los Mets la primera vez que llegue a Nueva York, simplemente porque no podía con los Yankees. Dudo que esa característica mía, la incompatibilidad con el éxito, me proporcione grandes alegrías en la vida, pero tiene mal remedio”.

Estoy deseando que empiece la temporada, ir al Madrid Arena a ver al equipo ACB, también al Magariños a ver al equipo de Liga Femenina. Ya queda menos. Espero ver buenos partidos, y que el Estu busque el estilo de juego que siempre le caracterizó, buenas defensas, ataque rápido y efectivo.

Coney Island

En realidad me ocurre algo parecido a aquel entrenador de los Metropolitans, la cuestión no es tanto perder partidos, lo que me jode es que ganen los otros...

De derrota en derrota, hasta la victoria final.

PD1: Las fotos son de mi viaje a Nueva York. Espero que os gusten.
PD2: En Radio 3 se han empeñado en poner todas las mañanas Empires States of Mind, el temazo de Jay-Z y Alicia Keys. Música de los viernes, sobre Nueva York.

viernes, 3 de julio de 2009

Semana Negra y Criminal

Se acerca el verano y se multiplican los planes. Yo dejaré de escribir en el blog durante un tiempo, marcho fuera de Madrid a trabajar y no tendré casi acceso al ordenador. Eso sí intentaré pasarme por La Semana Negra de Gijón, un evento que empezó como un proyecto minoritario, y que hoy pasa a ser uno de los festivales literarios de referencia. Parada obligatoria para los amantes del género criminal y policíaco. A pocos días de su inicio, entrevisto a Paco Ignacio Taibo II (PIT II), novelista asturmexicano y auténtico cerebro de la Semana. Publico aquí una parte de la conversación. El resto, más extenso, con reflexiones sobre la situación latinoamericana, la literatura y la política se publicará en el número 108 de DIAGONAL, que saldrá a la calle el próximo 3 de septiembre.


SBB: ¿Cuáles son las características de la Semana de este año? Parece que recupera su esencia más canalla...
PITII: La novela negra te permite, y lo hemos usado desde la primera edición, fusionar temas que vinculan lo criminal con lo social. Ocurre que este año nos vamos a fijar más en el crimen de guante blanco, en explorar ese mundo. Pero la Semana es poliédrica, no tiene tema único, y hacer girar a 140 escritores y 200 mesas redondas entorno a varios temas. Los ejes de este año son en primer lugar ese que detectabas, en segundo una discusión de la historia desde el punto de vista de los historiadores y de los narradores, en la que estamos incorporando por primera vez historiadores, y como tercer gran tema la generación que ha surgido de escritores de ciencia ficción en España.

SBB: El año pasado, en los debates de la Semana, Vida y Destino de Vasili Grossman acaparó buena parte de las discusiones, y algún escritor lo incluyó como un formato de novela negra histórica...
PITII: De Grossman curiosamente en la Semana Negra ya hablamos hace ocho años. En el momento que salió Vida y Destino ya conocíamos su novela previa que es El pueblo inmortal (1943), de la que sólo hay una edición cubana de los años '60, y que es la que le dió el premio Stalin, que le protegería durante un tiempo de los desmanes del stalinismo. Pero de Grossman lo que más nos interesaba era como aproximación a la novela histórica, y también como aproximación a lo que llamamos el periodismo narrativo, otro subgénero que nos atrae particularmente...

SBB: Este año no pasará desapercibido el fenómeno Millenium y la obra de Stieg Larsson.
PITII: La Semana Negra tocó el despertar de la novela nórdica en ediciones previas, cuando redescubrimos en España a Per Wahlöö, que me parece el maestro, junto con Maj Sjöwall.
El bestseller es un fenómeno muy efímero, pero lo cierto es que todavía no he podido leer las novelas de Larsson, y no puedo opinar. Me llegó su novela hace cuatro meses, justo en el momento en que yo empezaba a preparar a fondo la Semana, y está esperando en mi librería que termine todo esto.


SBB: Antes hablabas de “gusto por el periodismo narrativo”, y hay grandes ejemplos como Kapuściński, Mailer, o Capote. Crees que todavía existe esa raza de periodismo, en el que el periodista se movía en la límite de lo legal e ilegal, y que has tratado en varias de tus novelas.
PITII: Cada vez que dices que no, aparece uno. Prefiero decir que no abundan, y te lo digo desde la perspectiva del lector, cuando los encuentro soy un hombre feliz. Este es uno de los temas con los que la Semana Negra tiene una deuda. Yo creo que todavía tenemos deudas temáticas potentes. Una de ellas es esta, y la segunda es una revisión de dos literaturas de género que no hemos sido capaces de encontrar la columna vertebral para revisarlas y traerlas a Gijón, que es la novela bélica y el western.

SBB: ¿Cuál es el límite de la Semana Negra?.
PITII: Yo digo que un buen festival no tiene límites, y si los tiene es que es un mal festival. Si hemos decidido que la Semana es el gran festival de literatura de género que hay en estos momentos en el planeta, pues entonces hay que jugar fuerte, y no pedir menos que eso.


SBB: Una última curiosidad. En varias de tus novelas, como Cuatro manos o La bicicleta de Leonardo, hay varias referencias o historias alrededor del baloncesto...
PITII: Surgió así. Pero mi verdadera obsesión no es el baloncesto, sino el ciclismo. Algún día lograré escribir un libro en el que mezcle las crónicas de mi padre sobre la época de oro del ciclismo español -Bahamontes, Jesús Loroño Arteaga, o Miguel Poblet- con la historia de un jóven periodista, que era mi padre, que se dedicó al ciclismo porque era el único oxigeno que tenía en la España franquista. Y era la única manera de ver mundo, de poder comprar libros de izquierda en Toulouse, de viajar a París...

PD: Gracias a Rodri por el contacto, y a Marisa por la gestión de la entrevista.

lunes, 18 de mayo de 2009

Falleció Benedetti. Un escritor sin tregua.

Mario Benedetti, falleció ayer, 17 de mayo, a los 88 años de edad. En su memoria y por la suerte de haber disfrutado de su palabra.

Hasta siempre.



Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

miércoles, 13 de mayo de 2009

La Bicicleta de Leonardo

Soy lector de novela negra. Un género que descubrí primero por Boris Vian, Escupiré sobre vuestra tumba o Con las mujeres no hay manera, y de la que me enganché rápidamente gracias a autores como Vázquez Montalbán, Los Mares del Sur o Asesinato en el Comité Central, Eduardo Mendoza, con el mítico detective Celedonio de El laberinto de las aceitunas, Petros Markáris y el corrosivo comisario Jaritos, el neoyorquino Paul Auster, o la espectacular Yasmina Khadra, pseudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul. Creo que Las sirenas de Bagdad y El atentando debian ser de lectura obligatoria en las escuelas.


Paco Ignacio Taibo II, otro de mis autores de cabecera, definió muy bien el género: "Una novela negra es aquella que tiene en su corazón un hecho criminal y que genera una investigación. Lo que ocurre es que una buena novela negra investiga algo más que quién mató o quién cometió el delito, investiga a la sociedad en la que los hechos se producen. Empieza contando un crimen, y termina contando cómo es esa sociedad" (Entrevista con Ana Salado en Abc Cultural.1.Julio.2000 ).


De Paco Ignacio Taibo II ya publiqué un extracto de su novela Cuatro Manos en el blog, donde cuenta un partido entre los Lakers y los Celtic's de los '80. Una conexión perfecta entre la literatura y el baloncesto.

En La Bicicleta de Leonardo, editorial Txalparta, un periodista e investigador mexicano, José Daniel Fierro, intenta esclarecer el secuestro y la posterior extracción de un riñón de una jugadora de baloncesto femenino yankee, de la que se enamora al verla por televisión. Mientras, otras historias se cruzan en el libro: las revueltas anarquistas y los enfrentamientos contra los pistoleros de la patronal en la Barcelona de principios del siglo XX, o el invento de Leonardo da Vinci de la bicicleta, cuatrocientos años antes de tiempo.

Os dejo con un aperitivo de un libro absolutamente recomendable:

Solamente cuando prendió la televisión para ver un partido de baloncesto femenino de la liga colegial norteamericana, encontró José Daniel Fierro la paz que tenía perdida, y sintió que había hallado una manera digna de celebrar un cumpleaños fatídico que lo acercaba a la vejez.

Su afición por las basquetbolistas gringas era el resultado de una acumulación de accidentes, todos ellos con marcado acento telenovelero. [...]



Las Texas Long Horns, eran un prodigio de furor [...] Pura pasión, pasión pura. Peleaban cada pelota como si les fuera la vida, discutían con los árbitros cual si estuvieran permanentemente dominadas por un maligno cólico menstrual, festejaban los tantos con aullidos, se burlaban de las adversarias, enviaban besos a los tendidos dirigidos a sus fans adolescentes más repletos de acné, fallaban los tiros fáciles y lograban la jugada imposible.

Las adoraba.