jueves, 28 de julio de 2011

Serge Ibaka, carácter africano

Serge Ibaka inició ayer su trayectoria con la selección española de baloncesto. El jugador de los Oklahoma Thunder será una de las referencias en la pintura del equipo que disputara el próximo Eurobasket de Lituania. Un día antes de iniciar la concentración, y ponerse a las órdenes de Sergio Scariolo, el jugador atendió a la prensa en Madrid.


La marca de ropa que patrocina a Ibaka, Adidas, citó ayer 25 de julio a los medios de comunicación en un hotel madrileño. El encuentro se producía pocas horas después de que el jugador regresara de unos días en la República del Congo, donde había participado en el campus que él organiza, y donde además ejerce de colaborador de UNICEF para promover los derechos de los niños. “República del Congo fue donde nací, donde esta mi familia, es volver a mi país natal para ayudar un poco a los jóvenes que siguen el baloncesto, y también para ayudar a los niños de la calle, porque allí hay muchos niños de la calle, esa fue mi idea del viaje”, relata Ibaka durante el encuentro con la prensa. A pesar de parecer cansado, Ibaka va atendiendo por turnos a numerosos medios acreditados.

Apenas diez minutos para responder a las distintas preguntas. No tiene mucha voz, ni parece un tipo especialmente comunicador, pero trasmite muy buenas sensaciones como persona, algo que confirman los que le conocen de cerca. El jugador de los Oklahoma Thunder se incorpora mañana a la selección, y esta impaciente por trabajar a las órdenes de Scariolo y “ayudar al equipo”. Una posibilidad que ya deseaba desde que aterrizó hace cinco años en L’Hospitalet, “desde el primer año que estuve aquí soñaba con jugar al baloncesto con España, y el sueño se ha hecho realidad”.

Pero el proceso hasta acabar llevando la camiseta de la selección no ha sido fácil, primero porque existía la duda de si Sergio Scariolo se decantaría por la elección del también nacionalizado Nikola Mirotic, y segundo, porque el trámite para su nacionalización se dilató durante un tiempo hasta ser aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 15 de julio. Confirmado en la lista que jugará el Eurobasket de Lituania, y conseguido el pasaporte español, Ibaka se muestra humilde a la hora de afrontar el reto, “de la selección espero aprender muchísimo, porque son jugadores que llevan mucho tiempo jugando al baloncesto y que tienen más experiencia que yo, que saben como funciona esto. Yo estoy listo para aprender lo máximo que pueda”.

Si España llega a la final, que se celebra el 18 de septiembre, Serge Ibaka podría celebrar su 22 cumpleaños en el Kaunas Arena. Una casualidad que pondría la guinda perfecta a unos trayectoria que han corrido a una velocidad de vértigo. De joven promesa en L’Hospitalet, a jugar en la ACB con la camiseta de Manresa, para luego convertirse, en sólo dos temporadas, en uno de los mejores jugadores defensivos de la NBA, siendo esta última titular en el equipo que lidera Kevin Durant. “El nivel físico es mayor (en la NBA), también el sistema es más ofensivo, y hay más espectáculo, con mucho 1×1, y un juego un poco más rápido… pero no hay tanta diferencia porque la ACB también tiene mucho nivel, y para mí es la segunda mejor liga del mundo” señala Ibaka.


En cuanto a sus jugadores de cabecera, Kevin Garnett, “ un jugador que me inspira mucho”, y el líder de los Thunder, “he aprendido mucho estando en el mismo equipo que Kevin Durant, de cómo es la NBA, de cómo trabajar duro. Muchas cosas”. En el pasado Slam Dunk Contest celebrado en Los Ángeles, Serge Ibaka aprovechó para reivindicar sus raíces africanas en el Staples Center. La liga que dirige David Stren está desembarcando con fuerza en África, y jugadores como el propio Ibaka, Luol Deng, DeSagana Diop, o dentro de poco Biyonbo, confirman una mayor presencia africana en la NBA. El jugador nacido en Brazzaville comenta que lo que esta ocurriendo “es muy importante para África, para los jóvenes, y para el valor y el orgullo con el baloncesto”, consciente de que con su nacionalización no podrá defender nunca los colores de República del Congo, “estoy con España porque quiero”, insiste en el compromiso con la gente de su país natal, “quiero ayudar a los niños allí, es el país donde he nacido y no voy a olvidar de dónde vengo”.

Escuchando a Ibaka, y sobre todo viendo cómo juega, uno tiene la sensación de que Ryszard Kapuscinski no se equivocaba cuando decía, “África tiene su propia personalidad. A veces es una personalidad triste, a veces impenetrable, pero siempre irrepetible. África era dinámica, era agresiva, estaba al acecho”. Serge Ibaka llega a la selección para incorporar esos elementos, para aportar la fuerza que ha mostrado en los últimos años, y también para añadir un poco de su carácter africano a la selección de Sergio Scariolo. El mismo que le ha convertido en un jugador determinante en la NBA. A pesar de los viajes, y de jugar una larga temporada con los Thunder, él lo tiene claro, “estoy deseando empezar”.

PD1: Este artículo lo he redactado para NBAmaniacs, y se puede ver aquí. En el turno de prensa que se hizo el encuentro con Ibaka estaban también acreditados: Gigantes, Revista NBA, Skyhook, Solobasket, y Fiebrebaloncesto.

PD2: Durante este tiempo de verano el ritmo del blog es menor, en buena parte porque estoy en la recta final de mi libro. Hasta que comience el nuevo curso, en septiembre, el ritmo de publicaciones va a estar algo ralentizado.

PD3: Hablando del libro y de África, aquí os dejo un pequeño adelanto de una de las historias, un vídeo del equipo de los Gulu Hawks de Uganda, unos campeones.



PD4: Buen verano a todos y todas. Mucho más baloncesto a la vuelta de las vacaciones...

lunes, 18 de julio de 2011

Entrevista a Antonio Gil (NYC III)

Nueva York es la ciudad de referencia del streetball. La cantidad de canchas de baloncesto que hay en las calles de La Gran Manzana no se puede comparar con ningún otro lugar del mundo. Antonio Gil, corresponsal de Gigantes del Basket para cubrir la información de la NBA desde NYC, colaborador de distintos medios de comunicación, y uno de los fundadores de Crossover Magazine conoce bien el ambiente que se vive alrededor de los múltiples torneos que se celebran cada verano allí.


Antonio Gil en el torneo de Dyckman en Washington Heights.

¿Qué representa el streetball en Nueva York?

En Nueva York hay multitud de canchas de baloncesto, pero lo cierto es que esta más arraigado en unos barrios más que en otros. Cada uno de ellos tiene su propio estilo de basket, sus propias rivalidades, y sus propias canchas icono. El streetball está en esta ciudad desde el momento en que se colocó el primer aro de baloncesto en la calle. Hablando con muchos jugadores, para un libro que estoy preparando, la mayoría te dice que el streetball es simplemente jugar en la calle, nada más.

¿Cómo ha evolucionado el streetball en la ciudad?

Ha evolucionado en paralelo al desarrollo de la ciudad. En los '50 es cuando surge, no hay ni tantas canchas ni la infraestructura que hoy en día existe; en la década de los '60 va dando un giro, empiezan a surgir las primeras referencias del baloncesto de la calle como fue Earl The Goat Manigault; en los '70 la ciudad tiene un subidón después de años muy duros y el baloncesto también vive cierto resurgimiento, a finales de la década Julius Erving es la auténtica estrella del streetball de Nueva York, en concreto de la liga que se juega en Rucker Park, y junto con el Doctor J. juegan gente como Kareem Abdul-Jabbar o Earl The Pearl Monroe; en los '80 la ciudad vive una explosión en importancia que también llega al streetball; y en los '90 es la consolidación del proceso, a finales de los '90 es como si alrededor del baloncesto de calle se hubiera llegado a la cima de todo lo que se venía construyendo desde los '60. A finales de los '90 muchos jugadores neoyorquinos llegan a la NBA. En todo ese tiempo hay una evolución natural del basket, que se ha generado al mismo ritmo que la evolución de la ciudad.

¿Qué importancia tiene Rucker Park?

Es La Meca de basket, suena a tópico, pero el 90% de la gente con la que hables de streetball en Nueva York te lo va a decir. Si el Madison Square Garden es la cancha más mítica de la NBA, Rucker Park lo es del streetball, incluso me atrevería a decir que del basket neoyorquino en general. Aquí si juegas al baloncesto antes o después tienes que pasar por Rucker, y si quieres ser alguien importante en el baloncesto tienes que triunfar allí. No es sólo la cancha, es la grada, el público, el barrio de Harlem -con la tradición que tiene alrededor del basket- y la liga que se organiza allí, la EBC (Entertainer's Basketball Classic). El Rucker es historia, tu puedes ir a cualquiera de los otros grandes torneos de Nueva York, y aunque quizá otros son más importantes -como el Dyckman- la cancha no es tan mítica. Hace unos años Kingdome era un torneo muy importante, está también en Harlem, pero no es el Rucker Park. The Cage es una de las canchas más famosas de NYC, es una referencia para cualquiera que venga aquí a ver el baloncesto, a finales de los '90 tuvo un torneo muy importante, pero no se puede comparar con el Rucker. El ambiente que se respira allí es muy especial, si pisas la cancha te das cuenta que hay mucha historia, es el cemento que ha pisado The Goat, Joe The Destroyer Hammond, Pee Wee Kirkland, y también decenas de jugadores NBA.


Jugando el torneo de West 4th (The Cage) el pasado verano, Antonio con el 13 a la espalda.

¿Rucker es tan importante por Manigault?

Rucker entra en la leyenda como cancha de baloncesto por Manigault. El fue el inventor del doble mate, de recoger las monedas encima del tablero... Nueva York es una ciudad, especialmente en lo que se refiere al streetball, que funciona por boca-oreja, lo que pasa en un partido al día siguiente se sabe en las canchas del resto de la ciudad. En aquella época no había medios como ahora, y su leyenda fue corriendo de una punta a otra de Nueva York.

¿Por qué Manigault fue una leyenda para jugadores de la NBA como Kareem o Julius Erving?

Cada jugador tiene una historia distinta, pero hay una tendencia generalizada a pensar que si alguien es un crack en el streetball es que es un gran jugador que puede llegar donde quiera, incluso en la NBA. The Goat lo fue en la calle, pero desgraciadamente no pudo llegar a la NBA. Es cierto que la NBA es una liga muy compleja, en muchos sentidos, y allí no puede jugar cualquiera. Para entrar en la NBA tienes que estar en el momento adecuado, con el entrenador adecuado, y la suerte necesaria. El problema de los jugadores de streetball, como por ejemplo Manigault o Joe Hammond, es que son auténticos cracks del baloncesto, pero no están preparados para la disciplina que implica la liga. A Joe Hammond le ofrecieron un contrato en la NBA los Lakers y Chicago, y él dije que no, y en plan bravuconada comentó “tengo más dinero en el colchón de mi cama ganado por las drogas de lo que me vais a pagar”. Jugadores como él tenían el talento pero no tenían las formas, y es difícil incorporar a un jugador que se ha criado en la calles en la disciplina de un equipo. Puede ir Kobe Bryant a Dyckman, y, porque un jugador le destroce ese día, ese chico pueda jugar en la NBA. Son dos mundos distintos. Un ejemplo es Adris De León, su apodo aquí es 2 Hard 2 Gurad, uno de los jugadores más temidos a la hora de defenderle, por todos sus recuersos en ataque, temido en la canchas de Nueva York, sin embargo en Palencia de LEB ha jugado siete minutos por partido. No es lo mismo jugar en una dinámica de torneo, que en una profesional.

El streetball se ha relacionado con el ambiente social de las zonas más duras de la ciudad, ¿forma parte de la épica?

Algunos jugadores han construido su personaje en base a esas características, y algunos forman parte de los iconos de los barrios. Rubén Alcaraz, que estuvo viviendo aquí un tiempo, y con el que hice la revista Crossover, contaba que se encontró un día por casualidad a Joe Hammond por Harlem y le propuso una entrevista. En ese momento Hammond estaba totalmente enganchado, y muy mal fisicamente, pero paseando por la calle con él se daba cuenta que seguía siendo una leyenda en el barrio. Este hombre estaba en su apogeo en los '80, y mucho tiempo después seguía siendo una referencia para sus vecinos. Aquí muchos chicos sólo tienen el basket, no es un tópico, es la realidad, y muchos salen de la marginalidad gracias al baloncesto.


En 2008, representando a la Rock Steady Crew en el 31 aniversario del grupo, en un torneo benéfico en The Cage, junto a Bobbito García.

Hay reglas, especialmente en la NCAA, para limitar la participación de los jugadores en el streetball. ¿Qué opinión te merece?

Es una relación ridícula. Yo soy bastante detractor de las normas que hay alrededor de los jugadores en la NCAA. Hay mucha gente que se esta enriqueciendo alrededor de una serie de jugadores que tienen muy limitados sus movimientos. Hay una norma para los jugadores universitarios que dice que no pueden disputar más de un torneo de streetball por verano, y estas obligado a devolver el uniforme que te dan para jugar, y estas obligado a que si tu equipo gana el torneo el jugador NCAA no puede coger ni un duro. El nombre de los apodos en el streetball tienen algo que ver con esto. La NCAA pide un libro de resultados de todos los torneos. Por ejemplo, el año pasado Corey Fisher estaba apuntado al torneo de Dyckman, y luego Fisher anota 105 puntos en un torneo que no es Dyckman. La NCAA lo investigó, para ver si había desobedecido el reglamento. Por eso alrededor de los apodos hay mucha historia, porque hay jugadores que los usan para ocultar su verdadera identidad, aunque luego nadie sabe quién esta exactamente entre el público...

¿Cuál es la relación entre los medios de comunicación y el streetball?

En general los medios maltratan al streetball, y al revés desde el streetball no se tiene una buena opinión de los medios. En los torneos de verano la prensa no es bienvenida, y el comisionado y la seguridad de los eventos no quiere que la prensa entre en los torneos. En los playgrounds cuando hay torneos la seguridad evita que entre alcohol, armas, y prensa. Puedes ir allí y tomar tus notas, pero no hacer tus fotos ni tu propio reportaje. Esos días la cancha es de los participantes, y ellos imponen su ley. El streetball vive de lo que se comunica en las calles mucho más de lo que puedan decir los medios de comunicación. Pero lo que si es cierto, es que la literatura sí ha ayudado al streetball, cuando tu lees Heaven is a Playground, The Cage, o Rebound, es cuando te puedes hacer una idea de lo increible que es y del ambiente que se vive en las canchas.

domingo, 10 de julio de 2011

Agel Ring, Kech Nguoth, Majok Mangar...

Sudán del Sur es el último país en incorporarse oficialmente a la comunidad internacional. El panorama del territorio que gobierna el cowboy Salva Kiir es desalentador: el 85% de la población analfabeta; el 90% vive con menos de un dólar al día; y la tasa de mortalidad infantil es escandalosa. La división del territorio entre el norte y el sur tiene mucho de conflicto étnico y religioso, pero también, de lucha de intereses alrededor de un petróleo que pretenden muchos tutores externos.


Desde el Acuerdo General de Paz, de 2005, Sudán del Norte y del Sur comparten los ingresos del crudo, pero la amenaza de una nueva guerra no se descarta, toda vez que sobre el terreno parece que esa equidad no se esta cumpliendo y que las tensiones entre los antiguos vecinos -con mezcla de habitantes en uno y otro territorio- no están resueltas. Sudán del Sur tiene otro reclamo, mucho más modesto para la economía, pero motivo de orgullo para el país número 55 del continente africano: el baloncesto.

El lunes 11 de julio, alrededor de los fastos organizados estos días para celebrar la creación de la nueva república, habrá un partido de la nueva selección de baloncesto sursudanesa contra la selección de Uganda en Juba, la recién estrenada capital del país.

Agel Ring es uno de los jugadores veteranos del equipo de Sudán del Sur. Con 30 años refleja las visicitudes que ha vivido su generación. Cuando tenía seis años, él, junto con su familia, caminó durante tres meses a un campo de refugiados en Etiopía. Seducido por las promesas de las comidas regulares y un futuro plagado de victorias, honores, y medallas de hojalata, Ring se unió a una unidad militar del sur. Tenía ocho años y ya era un niño soldado. Una realidad que afecta, según datos de Amnistia Internacional, a cerca de 300.000 menores en todo el mundo. Después de salir de la unidad, se dirigió a un campo de refugiados en Kenia y comenzó a jugar al baloncesto allí. Su capacidad para este deporte, como ocurre con muchos de sus compatriotas de la etnia dinka -una de las más altas del planeta- eran excepcionales.


Kech Nguoth, otro miembro de la selección, de 23 años, también comenzó a jugar el deporte en un campo de refugiados en Kenia. "Quiero hacer algo para la construcción de la paz a través baloncesto" señalaba en un artículo de la agencia japonesa asahi.com. Para ambos esta es una oportunidad para dejar atrás años de guerra y exilio, y que alimenta la esperanza de un mejor tiempo de vida. Para ellos, en buena parte, alrededor del baloncesto.

Hoy mismo, en un artículo publicado en el diario El País, y firmado desde Juba por José Miguel Calatayud, hablaba del espacio para el "optimismo" de los nuevos ciudadanos, y se refería al partido de baloncesto y a Majok Mangar, jugador de 20 años, “una de las mejores promesas del equipo surdudanés de baloncesto”, en palabras del periodista, que señalaba: “en el pasado había muchos problemas y lo cierto es que también ahora. Pero cuando e lunes me vista la camiseta de mi nuevo país y salga a la pista será un sueño hecho realidad y espero que la gente esté orgullosa de nosotros”.


Lo dijo Nelson Mandela con claridad hace años, y sirve para Agel Ring, Kech Nguoth, Majok Mangar, sus familias, sus amigos, y sus vecinos (sean del norte o del sur): “sueño un África en paz consigo misma”.

Sólo queda que aquellos que desde hace décadas mueven los hilos de la gobernabilidad africana en función de sus propios intereses dejen de saquear impunemente el continente.

Entonces habrá también mucho que celebrar.

PD1: En febrero ya escribí sobre el Slam Dunk de Juba, en el artículo titulado 'Mangistu Deng y la cancha Nimra Tilatá', con fotografías del The New York Times. La cancha es la misma donde mañana se disputa el partido contra Uganda.

PD2: Ni que decir tiene que Manute Bol es la gran referencia del basket sursudanés, no sólo por sus tiempos de gloria en la NBA, sino también por ser un firme defensor de la lucha de su pueblo. Fallecido Manute, el jugador de Chicago Bulls, Luol Deng es el héroe indiscutible del nuevo país, que además cuenta con una lista de jóvenes promesas algunas de las cuáles ya están probando suerte en universidades de EEUU.

jueves, 7 de julio de 2011

Peter Falk, y el basket en Sing Sing

El teniente Colombo era un tipo rodeado de misterios, tras su ojo de cristal se ocultaba un personaje construido a base de enigmas que hoy parecen imposibles, en la pantalla y fuera de ella. El detective, que interpretó Peter Falk durante años, era despistado, desordenado, no muy celoso con la higiene, y algo olvidadizo, pero siempre terminaba por localizar al culpable.


Falk nació en el Bronx (Nueva York) en 1927, en una casa próxima al estadio de los Yankees, en una familia judía de origen polaco-rusa donde el trabajo siempre fue considerada una virtud, y donde nadie les regaló nada. Por eso, cuando Peter Falk se presentó, a finales de los años '50, ante el productor Harry Cohn -entonces jefazo de Columbia- y este le dijo “por el mismo precio tengo un actor con dos ojos”, Peter no se rindió, y decidió probar suerte en el teatro antes que renunciar a su carrera de actor. Tras pasearse por la mayoría de los escenarios neoyorquinos de la época, llegaría su oportunidad en 1961, como actor de reparto en El sindicato del crimen, que le supondría una nominación como actor secundario en los Oscar.

Antes de llegar a ese momento Falk ya había probado otros oficios y suertes, como cocinero en la marina mercante, o como anticipado backpacker por Europa, en plena posguerra mundial. En su etapa de colegial, Peter Falk, había estudiado en el Ossining High School. Un centro situado muy cerca de la mítica prisión de Sing Sing.

"Muchos de los niños con los que crecí tenían padres que trabajaban en esa prisión como guardias”, comentó el actor en su autobiografía. Falk jugaba en el equipo de baloncesto del instituto, y, a pesar de su escasa altura y su ojo de cristal -consecuencia de un tumor que tuvo a los tres años-, era un base jugón. Un apasionado del deporte y en especial del baloncesto.

“Un día fuimos a jugar un partido contra un equipo de baloncesto de la prisión de Sing Sing”, comentó Falk en una entrevista, para añadir circunspecto: “they killed us”.

Una vez instalado en el mundo del cine, Peter Falk pudo presumir de tener buenos colegas. Nada menos que John Cassavetes y Wim Wenders. Al primero lo conoció durante un partido entre los New York Knicks y Los Ángeles Lakers celebrado en L.A a finales de la década de los '60. Después del encuentro disputado en el Forum -la anterior cancha de los Lakers antes del Staples- ambos se marcharon a comer juntos, y tras el café, empezaron a barruntar la posibilidad de trabajar juntos. Fue el principio de una gran amistad.

John Cassavetes y Peter Falk

Cassavetes (1929) también neoyorquino, y con familia de origen griego, sería más tarde considerado el padre del cine independiente estadounidense. Con él, Falk, grabaría Maridos (1970), Una mujer bajo la influencia (1974), o Un hombre en apuros (1985). A ambos les gustaba el baloncesto, y disputar juntos partidos de 1x1. “Con él se podía sentir siempre la intensidad y la inmediatez”, señaló Falk sobre Cassavetes. Con Win Wenders (1945), Peter Falk rodaría Cielo sobre Berlín (1987) o Tan lejos, tan cerca (1993). Un trio muy peculiar que vivía alejado del glamour y la vida en sociedad de Hollywood.

Pero evidentemente, el papel por el que todo el mundo recordará a Falk será el del teniente Colombo, aquel que con su grasienta gabardina, su puro en la boca, y su destartalado Peugeot 403, entraba y salida de la escena del crimen descolocando a inocentes y culpables.

“Solo una cosa más...”, la escuela Ossining sigue existiendo, y aunque Sing Sing ya no es lo que era (tras un motín en 1983 se redujó considerablemente el número de reclusos), la cárcel situada al norte de NYC, junto al río Hudson, mantiene una preciosa cancha de baloncesto a la que, a primera hora de la mañana y última de la tarde, un recluso pasa la mopa a diario para darle brillo. Allí donde Peter Falk jugó de chaval, intentando repartir asistencias y encestar canastas ante un grupo de tipos duros que le dieron leña sin disimulo, sabiendo que jugaban contra el colegio de los hijos de sus guardianes. La lógica de la prisión, en un tiempo especialmente oscuro en cuanto a injusticias carcelarias, no permite que unos mocosos vengan a tu cancha para ganarte un partido de baloncesto.

Aquello ocurrió mucho antes de el actor falleciera a los 83 años en su casa de Beverly Hills, con un batín de seda, con dos Oscar y numerosos Emmys junto al mueble bar, enfermo de alzhéimer, y con síntomas de demencia...

PD: Por cierto que José Feliciano visitó la cárcel de Sing Sing.

domingo, 3 de julio de 2011

Denny Crum y el campus de Granada

“Para un entrenador, el resultado final no se lee en puntos a favor o puntos en contra. Al contrario, se lee en cuantos hombres y mujeres han salido de tantos jóvenes jugadores. Y éste es un resultado que ningún periódico, estadística o libro de récords publicará nunca. Y éste es el resultado que uno se lee a él mismo, cuando el último partido acaba”.

Denny Crum

Denny Crum (1937) fue el entrenador de la Universidad de Louisville entre 1971 y 2001, año en que se retiró del baloncesto, con dos campeonatos de la NCAA en su bolsillo, el de 1980 y el de 1986. Tras muchos galardones y éxitos decidió que había llegado el momento de retirarse a su rancho a vivir tranquilamente. Crum era conocido como Cool Hand Luke, nombre que da título a la genial película protagonizada por Paul Newman, dirigida en 1967 por Stuart Rosenberg, conocida aquí como La leyenda del indomable.


Pero un campus de baloncesto no es como estar en la penitenciaría de Florida que describe la película. Al menos no lo es el campus que organiza el Estudiantes cada año, que ya va por la XIV edición, en Sierra Nevada. Muy al contrario, la organización esta pensada para que jugadores y jugadoras de formación disfruten de una semana de diversión alrededor del baloncesto.

Que el primer objetivo sea que los jugadores se diviertan, no resta para que lo fundamental durante esos días sea que amplíen sus conocimientos de baloncesto, que carguen en la mochila nuevos conocimientos, que mejoren sus habilidades, y que conozcan trucos del juego que luego puedan aplicar en sus clubes de origen.

Evidentemente no hay contradicción entre pasarlo bien y aprender baloncesto, por más que algún veterano coach siga diciendo en los cursos de formación de entrenadores aquello de que “para divertirse están los parques de atracciones”.

Ver para creer...

En esa semana se genera un vinculo muy fuerte entre el grupo de jugadores y el entrenador. Muchas horas de entrenamiento al día, mucha tiempo conviviendo juntos, y mucho trabajo cuando ellos descansan para preparar las sesiones, los informes, y las competiciones a realizar. Un esfuerzo que merece la pena, si, como decía el bueno de Denny Crum, sirve para acumular experiencias útiles en la vida de un grupo muy diverso de personas.

Ya he regresado del campus, una semana intensa de baloncesto en un marco muy bien diseñado, con un grupo de chavales que ha sido excepcional. Será uno de los resultados que no se publicará nunca, pero para mí ha sido una gozada estar allí.

PD: Como a algunos de los técnicos y personal del campus que hemos estado estos días en Granada, a Denny Crumm le apasionaba el poker...