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martes, 27 de abril de 2010

¿Asuntos Internos?

Hace unos días Jordi Bertomeu, Director Ejecutivo de la Euroliga, se despachaba en los desayunos de Europa Press con las recetas que a su entender deben aplicar las competiciones locales de Europa. Por el lugar, la ocasión, y su propia trayectoria, la referencias más obvias tenían que ver con la ACB. La competición más importante de baloncesto tras la NBA.

Señalaba Bertomeu que “una competición nacional con más de 14 equipos no tiene sentido”, o que “hay que crear sistemas más estables y controlados de competición en el que el mérito deportivo no sea el único elemento a tomar en cuenta para clasificarse”. La cuestión se refiere a la intención de la Euroliga de contar para su competición con cuatro invitados fijos de la ACB (Barça, Real Madrid, Baskonia, y Unicaja) que accederían a la disputa del torneo sin tener que demostrar mérito alguno en la competición local.

Portela, Stren, y Bertomeu

La ACB ha reaccionado con lógica, defendiendo a los clubes que la componen, y poniendo el grito en el cielo contra la posibilidad de que los méritos deportivos no tengan valor a la hora de jugar en la competición más importante del continente. Eduardo Portela contestó a Bertomeu: “Parece que la idea de este organismo (Euroliga) es, desde hace algunos años, minimizar a las ligas nacionales para de esta manera acaparar todo el poder”.

Conocido es que los modelos de organización están basados en criterios empresariales por encima de los deportivos, que la grandes referencias son la NBA y las ligas de fútbol, y que la venta del producto (televisiones principalmente) no es todo lo satisfactoria que ambos desearían.

El éxito de la inversión de la ACB por dotarse de un cuerpo estructural sólido, con múltiples servicios asociados, y con sobresaliente capacidad competitiva es evidente. 25 años después de su fundación nadie le tose en Europa. La Lega italiana dejó de ser un peso pesado para convertirse en una sombra de lo que fue, la liga griega es un juego de dos, la rusa ni eso, y el resto de competiciones no alcanza un nivel mínimo de calidad.

La Euroliga sueña con cerrar una competición entre las potencias económicas del continente, prácticamente estática, y que pueda generar novedades a base de inversiones sustanciosas. Si además se logra en un futuro no muy lejano se disputen los partidos los fines de semana (como quieren muchos equipos europeos), el sorpasso es casi perfecto.

Pero hay un problema. La ACB sí funciona, sí que atrae a mucho público a los pabellones, y sí que genera sorpresas deportivas, aunque Bertomeu no quiera reconocerlo. Y lo que es más grave, si acepta la imposición de la Euroliga desvirtúa la propia lógica de la justicia deportiva: no siempre gana el que más dinero tiene, si no el que mejor juega. Por no hablar de que en éste país hay casi tanto baloncesto de calidad como ciudades, y que eliminar a cuatro no es buena política.

Un último factor que tangencialmente, y de forma importante, atraviesa el conflicto son los medios de comunicación. A pesar del éxito de público en las canchas, la ACB no logra asentarse en unos niveles de audiencia televisiva decentes. Hay varios motivos y diversas opiniones al respecto. Ya lo traté en éste blog en su momento en varios capítulos que se pueden consultar. Pero es que además el resto de medios tampoco está a la altura de las circunstancias de un país donde el baloncesto es un deporte con un muy considerable número de fichas federativas y aficionados.

No leo la prensa deportiva habitualmente (salvo la Revista Gigantes), pero el viernes mientras me tomaba un café me quedé de piedra al leer en el Diario AS la columna de Tomas Roncero. El periodista disparaba a los dos protagonistas principales de esta historia, a Portela y Bertomeu. Pero al segundo le daba estopa con el siguiente argumento: “Una competición que no ha conseguido en sus diez años de historia que el Madrid haya jugado una sola Final Four, demuestra su falta de inteligencia”. Si ya estaba decepcionado porque la mayoría de medios generalistas dedica el 90% de su espacio al fútbol y apenas se acercan al baloncesto, y cuando lo hacen es para reproducir lo que ya se mueve en las redes (una visión a cómo trata los deportes The New York Times sería recomendable), la lectura del artículo me sumió más en la decepción. ¿El fallo de las debacles europeas del Madrid es del organizador de la competición? ¿Eso hay que cambiarlo desde arriba? En fin...

Volviendo a las televisiones, no sé si es necesario recordar que los niveles de audiencia de la NBA, en EEUU, están por debajo de los de la NCAA. La liga universitaria (y el valor de la competitividad más cercana) ha cerrado recientemente un nuevo acuerdo televisivo con la CBS para los próximos 14 años con un valor económico impresionante. Los que hemos seguido el último March Madness, al igual que en la NBA, sabemos que el producto está perfectamente cuidado y producido. En Japón le dan tanto valor al envoltorio como al regalo. De tal manera que lo primero es un arte. Aquí no. Ni siquiera la Copa del Rey, que es un acontecimiento deportivo y social espectacular, está bien aprovechado como producto televisivo.

En cualquier caso la cuestión está en los tribunales de justicia. Donde, según parece, ninguno de los dos modelos empresariales-deportivos quiere estar.

Veremos qué ocurre, pero el asunto afecta a muchos seguidores, equipos, e implicados de diversa condición con el baloncesto que se juega por aquí.

miércoles, 22 de abril de 2009

Audiencias y baloncesto. Un debate incómodo (III).

Las audiencias de televisión del baloncesto es una cuestión que genera diferentes opiniones. En el Capitulo I de este reportaje, publicaba una introducción al debate y a cómo surgió, a raiz de una conversación con José Sámano, redactor jefe de deportes en el diario El País. En el Capitulo II Eduardo Portela, presidente de la ACB, exponía el punto de vista de la Liga, y se aludía a la primera etapa dorada del basket que comprendió entre la olimpiada de Los Ángeles '84 y mediados de los años '90. Ahora hablan otros protagonistas, con visiones dispares, en el penúltimo capítulo de este reportaje, realizado hace casi dos años y ahora actualizado para este blog.


José Luis Llorente, ex jugador del Real Madrid, perteneció a aquella primera etapa dorada. El ahora presidente de la Asociación de Jugadores de Baloncesto, es crítico con la situación actual, y cree necesario hacer retoques a la competición. “Habría que hacer una reestructuración del calendario ACB. La liga es modélica, pero la competición y el reglamento se han desviado demasiado hacia un modelo americano del deporte. Habría que mirar más al fútbol, hacer menos partidos pero más importantes. Hay demasiados intrascendentes, y son necesarios más agilidad, mayor dinamismo, un reglamento que favorezca más el juego ofensivo”. Para Llorente no se trataría de fijarse en el modelo NBA, sino en el concepto europeo de la competición. “Ahora el baloncesto ACB es más parecido al béisbol, a la NBA, o al fútbol americano, donde todo el tiempo se para el juego. Y eso desvía la atención del espectador, que prefiere que el deporte tenga mayor agilidad. En Europa las competiciones de fútbol, ciclismo o tenis no paran nunca, y eso mantiene al público más enganchado”.


La NBA es un referente, para algunos, de hacia donde ir, y para otros, de lo que no se quiere ser. Depende de a quién se pregunte. Lo que nadie duda es su potencia como negocio y espectáculo. “La actual presencia de cinco jugadores españoles ha dejado en una posición menor a la ACB, para el público no entendido, que siente bastante atracción hacia lo que ocurre en la NBA”. Son palabras de Antoni Daimiel, periodista deportivo, clásico en las retransmisiones de los partidos NBA. “No creo que eso sea un problema (la tendencia hacia la americanización, que señalaba Llorente). No hay que copiar todo como en la NBA. Pero miraría cómo han trabajado en los últimos 15 años, en la forma de captar gente, medios, publicidad... Para el público no ‘experto’, diez minutos de la NBA ofrecen un espectáculo que no ofrece diez minutos de baloncesto FIBA”, y añade “por ejemplo, en la NBA un tiempo muerto te ofrece un espectáculo muy superior a lo que hacemos aquí, falta imaginación”.

Un aspecto, que se señala habitualmente, es la posibilidad de cambiar parte del reglamento para favorecer el espectáculo. Los marcadores en el baloncesto europeo son cada vez más cortos, y las defensas muy agresivas, lo que disminuye la fluidez del juego. “Hay que cambiar reglamento por espectacularidad, como en la NBA, donde la media de puntos por partido es 99. Y esto lo ha buscado la propia Liga, que tiene una preocupación muy fuerte por captar nuevos espectadores”, señala Daimiel.


Lo cierto es que la FIBA ha decidido introducir alguna modificación en las reglas para el próximo ciclo olímpico. En opinión de Paco Torres, director de la revista especializada Gigantes del Basket, “hay pequeños cambios que introducir en el reglamento, pero estamos sujetos al reglamento FIBA, y no creo que haya que cambiar ni el tamaño de la cancha ni otras normas. Eso no va a modificar los niveles de audiencia”, y añade “las audiencias no responden a las expectativas porque no hay un Real Madrid-Barcelona todas las jornadas. Me niego a creer que la calidad de una competición esté en función de su seguimiento televisivo, si no, pensaríamos que los programas del corazón son de gran calidad. Yo creo que cuando hay un buen partido, cuando la competición está más caliente, la gente responde y se sienta a verlo”.

Aquí hay otra diferencia de criterio. Para algunos invertir en espectáculo, pensando sobre todo en el modelo americano, va en detrimento de la calidad del deporte, y eso “sería un error”. Antoni Daimiel no es de esta opinión, “no podemos hacer del baloncesto un deporte para superentendidos, como si fuera ajedrez. Se trata de que esto se consolide como el segundo deporte, y hay que simplificar el juego, crear estrellas -a mí me parece muy perjudicial que no haya en cada equipo un tipo que meta 20 puntos por partido, ese es el tío al que quieres ir a ver, aunque no juegue en tu equipo-, mejorar el entretenimiento en los pabellones, beneficiar el juego de ataque, y si esto sale bien, exigir más implicación en el fomento a las televisiones”.

Próximo capítulo: El baloncesto más allá de las audiencias.