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martes, 9 de octubre de 2012

Los Buscavidas

En El Buscavidas (1961), Paul Newman ejecuta la mayoría de los golpes de billar que luego apararen en el filme. La chulería de Eddie Felson (Newman) le lleva hasta la autodestrucción más inmisericorde en una partida contra sí mismo y el Gordo de Minnesota. La sinergía entre personaje y actor es tan buena que el espectador termina sufriendo por los pecados de Eddie y los castigos del destino.



En baloncesto son habituales los buscavidas, aquellos jugadores trotamundos que normalmente se baten el cobre en ligas menores con la intención de sacarse un puñado de dólares. Tienen mucho menos estilo que Eddie Felson jugando al billar, pero su lógica del negocio no es excesivamente diferente. Jugar partidas y sacar dinero, sin importar dónde. No hay tiempo para preocuparse por la resaca.

Hace unos años María Carolina Pérez y Esteban Gómez Cotorás dirigieron una película documental sobre dos de estos personajes: Tim Jones y Derrick Miller. Al contrario que en la genial película de Robert Rossen, aquí no hay espacio para la ficción. Jones y Miller son dos pobres diablos que en los últimos años de su carrera viajan hasta Chile para hacer lo único que dominan: jugar al baloncesto. Dos jugadores afroamericanos producto de la exclusión del american way of life y sus precipicios. En su periplo hay frío, autobuses nocturnos de manta corta e incomodez permanente, líos con drogas, insultos racistas, frustración, prensa canallesca... incluso cárcel. La película parece más una road movie que un documental.

Rebotes (Chile, 2005) es quizá uno de los mejores documentos audiovisuales sobre las miserias del deporte de la canasta, porque refleja el baloncesto menos evidente, aquel que se juega donde no apuntan los focos, donde los vestuarios son de banquillo duro, ducha de agua fría y billete de vuelta a ninguna parte.

Quizá si Tim Jones y Derrick Miller hubiesen coincidido con Paul Shirley habrían salido mal parados en la valoración del autor del libro ¿Me puedo quedar la camiseta?, pero como ocurre con los personajes auténticos, uno no puede más que lamentar las consecuencias de su destino. Muchos menos juzgarles desde la arrogancia.



Rebotes fue realizada como memoria de carrera de sus autores para la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, y reconocida con el Premio Especial del Jurado 2006 del Festival Internacional de Documentales de Santiago.

Un trabajo periodístico impresionante, un ejemplo para estos tiempos de crisis del sector en el que algunos miran más su ombligo que las evidentes carencias informativas.

Merece la pena verlo. Y luego echar un trago a la salud de los Eddie Felson del mundo, por muy canallas que sean.

domingo, 8 de enero de 2012

Un Dios Salvaje

La cita a la salida del instituto para canearse era “en la parada del 51” o “en las mesas de ping pong”. Cuando yo estudiaba EGB en el Ramiro de Maeztu los duelos eran relativamente habituales y esos dos puntos de encuentro eran patrimonio de los alumnos. El día perfecto para estos encontronazos era el viernes, de esta forma la afrenta solía amainar durante el fin de semana, y el lunes las prioridades y los miedos tenían más que ver con los deberes y sus consecuencias que con disputas de incierto origen. Sólo los más zangolotinos no se bajaban de la burra y mantenían enemistades a medio y largo plazo.


En la película de Roman Polanski Un Dios Salvaje (Carnage, 2011) protagonizada de forma brillante por Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly y Jodie Foster, la historia comienza con una pelea entre dos chavales. El resto de la película se centra en el intento de solventar el asunto de forma razonable por los padres de ambos chicos, la familia liberal-progesista de Ethan y los liberal-ejecutivos de Zachary. Pero las evidencias, como los tópicos o los estereotipos, no siempre son tan resolutivos como podría parecer a priori.

Polanski utiliza un formato muy apropiado, adaptando al cine la obra de teatro de Yasmina Reza, para desvirtualizar los tiempos que vivimos, esos en los que las contradicciones y los prejuicios asoman por encima de las categorías sociales que cada uno cree ocupar. Y, en un crescendo que se va produciendo por unas parejas atrapadas en un escenario que se proyecta en un principio como agradable y se va tornando en axfisiante, termina por demostrar que, más allá de los hechos, lo que realmente importa es la naturaleza de los mismos.

En el baloncesto de formación hay dinámicas parecidas. No sólo porque a veces los padres quieren ser los protagonistas de los relatos deportivos de sus hijos, de sus ambiciones y comportamientos, sino porque sus suertes y recorridos son interpretados con demasiada frecuencia por unos progenitores que piensan más en relación a lo que les ocurre a ellos, que en que sus hijos disfruten del deporte y su propio aprendizaje, con las dificultades, necesarias, que ello tiene.


Zachary y Ethan tienen acuerdos y desacuerdos, junto a unas canchas de baloncesto próximas al Puente de Brooklyn en Nueva York, ante la atenta mirada de un hamster que no sabe bien qué hace en una sociedad inundada de temores y caprichos.

Tampoco estaría mal que unos cuantos entrenadores de ese baloncesto de colegio e instituto pensaran de vez en cuando en cómo se trata a unos chavales que no son propiedad más que de ellos mismos, de sus vidas y sus conflictos (siempre que estos no pasen del límite que la lógica impone), y que más allá de versiones castizas y chusqueras de El Sargento de Hierro o Hoosiers, lo que quieren es divertirse jugando.

Mañana es la vuelta al cole, que la suerte os acompañe.

PD: Una película que debería ser obligada, especialmente en AMPAS y preparaciones al parto.

jueves, 7 de julio de 2011

Peter Falk, y el basket en Sing Sing

El teniente Colombo era un tipo rodeado de misterios, tras su ojo de cristal se ocultaba un personaje construido a base de enigmas que hoy parecen imposibles, en la pantalla y fuera de ella. El detective, que interpretó Peter Falk durante años, era despistado, desordenado, no muy celoso con la higiene, y algo olvidadizo, pero siempre terminaba por localizar al culpable.


Falk nació en el Bronx (Nueva York) en 1927, en una casa próxima al estadio de los Yankees, en una familia judía de origen polaco-rusa donde el trabajo siempre fue considerada una virtud, y donde nadie les regaló nada. Por eso, cuando Peter Falk se presentó, a finales de los años '50, ante el productor Harry Cohn -entonces jefazo de Columbia- y este le dijo “por el mismo precio tengo un actor con dos ojos”, Peter no se rindió, y decidió probar suerte en el teatro antes que renunciar a su carrera de actor. Tras pasearse por la mayoría de los escenarios neoyorquinos de la época, llegaría su oportunidad en 1961, como actor de reparto en El sindicato del crimen, que le supondría una nominación como actor secundario en los Oscar.

Antes de llegar a ese momento Falk ya había probado otros oficios y suertes, como cocinero en la marina mercante, o como anticipado backpacker por Europa, en plena posguerra mundial. En su etapa de colegial, Peter Falk, había estudiado en el Ossining High School. Un centro situado muy cerca de la mítica prisión de Sing Sing.

"Muchos de los niños con los que crecí tenían padres que trabajaban en esa prisión como guardias”, comentó el actor en su autobiografía. Falk jugaba en el equipo de baloncesto del instituto, y, a pesar de su escasa altura y su ojo de cristal -consecuencia de un tumor que tuvo a los tres años-, era un base jugón. Un apasionado del deporte y en especial del baloncesto.

“Un día fuimos a jugar un partido contra un equipo de baloncesto de la prisión de Sing Sing”, comentó Falk en una entrevista, para añadir circunspecto: “they killed us”.

Una vez instalado en el mundo del cine, Peter Falk pudo presumir de tener buenos colegas. Nada menos que John Cassavetes y Wim Wenders. Al primero lo conoció durante un partido entre los New York Knicks y Los Ángeles Lakers celebrado en L.A a finales de la década de los '60. Después del encuentro disputado en el Forum -la anterior cancha de los Lakers antes del Staples- ambos se marcharon a comer juntos, y tras el café, empezaron a barruntar la posibilidad de trabajar juntos. Fue el principio de una gran amistad.

John Cassavetes y Peter Falk

Cassavetes (1929) también neoyorquino, y con familia de origen griego, sería más tarde considerado el padre del cine independiente estadounidense. Con él, Falk, grabaría Maridos (1970), Una mujer bajo la influencia (1974), o Un hombre en apuros (1985). A ambos les gustaba el baloncesto, y disputar juntos partidos de 1x1. “Con él se podía sentir siempre la intensidad y la inmediatez”, señaló Falk sobre Cassavetes. Con Win Wenders (1945), Peter Falk rodaría Cielo sobre Berlín (1987) o Tan lejos, tan cerca (1993). Un trio muy peculiar que vivía alejado del glamour y la vida en sociedad de Hollywood.

Pero evidentemente, el papel por el que todo el mundo recordará a Falk será el del teniente Colombo, aquel que con su grasienta gabardina, su puro en la boca, y su destartalado Peugeot 403, entraba y salida de la escena del crimen descolocando a inocentes y culpables.

“Solo una cosa más...”, la escuela Ossining sigue existiendo, y aunque Sing Sing ya no es lo que era (tras un motín en 1983 se redujó considerablemente el número de reclusos), la cárcel situada al norte de NYC, junto al río Hudson, mantiene una preciosa cancha de baloncesto a la que, a primera hora de la mañana y última de la tarde, un recluso pasa la mopa a diario para darle brillo. Allí donde Peter Falk jugó de chaval, intentando repartir asistencias y encestar canastas ante un grupo de tipos duros que le dieron leña sin disimulo, sabiendo que jugaban contra el colegio de los hijos de sus guardianes. La lógica de la prisión, en un tiempo especialmente oscuro en cuanto a injusticias carcelarias, no permite que unos mocosos vengan a tu cancha para ganarte un partido de baloncesto.

Aquello ocurrió mucho antes de el actor falleciera a los 83 años en su casa de Beverly Hills, con un batín de seda, con dos Oscar y numerosos Emmys junto al mueble bar, enfermo de alzhéimer, y con síntomas de demencia...

PD: Por cierto que José Feliciano visitó la cárcel de Sing Sing.

domingo, 3 de abril de 2011

Historias del Sub 21

Hay modelos de discurso en esto de ser entrenador. Antes del partido de hoy, primero contra Salesianos de Atocha en octavos del playoff, uno de los jugadores del sub 21 me mandó la charla de Al Pacino en Un día cualquiera.



La verdad, soy escéptico de estos mensajes en su versión cinematográfica, toda vez que la norma es tirar de la parrafada de Mel Gibson en Braveheart, elección que en absoluto comparto, pero no se puede negar que hay lugares comunes entre la escena de Pacino y nuestro equipo. Quien nos conozca puede adivinar por qué...

Hoy empezaba un tiempo de juego, el de los playoff, que debía iniciar una nueva dinámica en nuestro ritmo de competición. Tras una última etapa espesa, hemos recuperado cierto criterio, especialmente en defensa, en un partido que no ha sido ni fácil ni bonito. Pero el protagonismo de nuestra película lo ha tenido un arbitraje desesperante (para los dos equipos), y un público en exceso exaltado. Una mala combinación que no ayuda al juego.

Llevo tiempo dando vueltas a esto de los arbitrajes, el entorno, y las dudas razonables. Más allá de lo obvio, tengo la sensación de que algo falla cuando se lanzan 87 tiros libres en un partido, cuando ante la duda siempre suena el pito, y cuando la desesperación se torna habitual en los jugadores (seis jugadores expulsados, cinco del Estu).


Lógicamente la incompresible histeria que a veces se produce en las gradas (no confundir con la pasión), o el ataque de rabia en los banquillos, no favorecen la cordura. Pero empiezo a preguntarme si lo que ocurre aquí no es como en 12 Angry Men (12 hombres sin piedad, 1957), la genial película que protagoniza Herny Fonda, en la que once miembros de un jurado están convencidos de que un chico es culpable de un asesinato y quieren mandarlo a la silla eléctrica sin muchas deliberaciones. Unos por prisas, otros por prejuicios, otros por conformistas, no tienen en cuenta las dudas razonables del caso.

Al final, tras muchas horas, y gracias a la perseverancia del miembro número 8 del jurado (Fonda), se declara al acusado not guilty. El problema es que pocos del jurado daban, al principio, importancia a algo tan trascendental como decidir sobre la vida de una persona. Lo fácil era acusarle, lo difícil analizar en profundidad las pruebas.

El caso que nos ocupa no tiene tanta gravedad, pero los desarreglos que genera el baloncesto, en especial el de formación, a la hora de crear una cultura deportiva que evite que nuestro deporte se parezca cada vez más a Braveheart es preocupante. Quizá aquí también hay prisas, prejuicios, y conformismos. Pero si lo que toca es soportar cada fin de semana situaciones como la de hoy en el Magariños, apaguen la luz del pabellón, que yo me voy a beber un gin tonic mientras veo buenas películas.

Estudiantes 72 Salesianos de Atocha 55

(19-18// 19-6// 19-15// 15-16)

PD1: La actitud de mi equipo me gustó, creo que estamos sanando, pulgada a pulgada... Como dije en el banquillo, nosotros a lo nuestro, jugar y divertirnos.

PD2: Me gusta algunas cosas que dice Pacino, recomiendo con fervor 12 Angry Men, como ejercicio de construcción social, y me apunto a la sugerencia de Raúl Barrera en el curso de entrenador: Pequeña Miss Sunshine (2006) es una gran película para hablar de baloncesto y formación.

lunes, 28 de febrero de 2011

Hermanos y Enemigos

El lunes por la mañana se presentó, en la Fundación Pedro Ferrándiz, Hermanos y Enemigos: Petrovic y Divac, un documental producido por la ESPN estadounidense que será estrenado por Canal+ el martes 1 de marzo a las 18:50 h.



Tras la proyección, Antoni Daimiel, Nikola Loncar, David Carnicero, y Pedro Ferrándiz, presidieron la mesa desde la que se contestó a las preguntas de un numeroso público, entre el que había una buena representación de periodistas y gentes del mundillo del baloncesto madrileño.

El documental narra la relación entre el pivot serbio Vlade Divac y el alero croata Drazen Petrovic. Los momentos compartidos con una de las mejores selecciones yugoslavas de todos los tiempos -la que ganó el Mundial de Argentina en 1990-, su marcha en paralelo a la NBA, su amistad, y su posterior ruptura tras el inicio de la guerra y desintegración de Yugoslavia.

Drazen Petrovic fue un ídolo en el baloncesto europeo de los años '80. Comparable, por su impacto a este lado del atlántico, a Michael Jordan.

Los duelos entre la Cibona de Zagreb, que entrenaba Mirko Novosel, y el Real Madrid de aquella época, proyectaban a un jugador fuera de serie, con una personalidad hasta el momento poco vista en una cancha de baloncesto. Aunque lo cierto es que la dupla provocativa, que formó con su hermano Alexander en la Cibona, tenía como origen otros dos jugadores yugoslavos que habían practicado ese tipo de sinergias en una cancha en la década anterior: Zoran Slavnic y Dragan Kicanovic.

David Carnicero comentaba su fascinación por Petrovic, y ese tipo de juego que mezclaba desafío, chulería, ambición y calidad; Antoni Daimiel contaba el impacto que le produjo ver una tangana yugoslava en un partido amistoso jugado en Valladolid cuando él apenas era un joven aficionado, y como aquella Cibona reflejaba una forma de entender el deporte donde no cabía otra concepción que no fuera la victoria y la competitividad hasta el final; y Nicola Loncar señalaba el impacto de Divac y Petrovic en una sociedad donde el baloncesto es casi una religión.

El documental y el debate reflejaban una parte de las miserias que se sucedieron alrededor de las guerras yugoslavas. Los hasta un día compañeros de selección pasaron a formar parte de nuevas naciones desangradas en conflictos hasta el extremo crueles. Divac y Petrovic, que triunfaron en la NBA como pocos europeos lo han conseguido, rompieron su relación por las divisiones que provocó la guerra. La muerte de Petrovic el 7 de junio de 1993, con tan sólo 28 años, en un accidente de coche, impidió una posible reconciliación.


Petrovic fue un genio. Inigualable hasta el día de hoy por ningún otro jugador europeo en su posición. Su capacidad anotadora, su estilo de juego, sus fintas y rectificados, su trabajo diario (se decía que tiraba a diario al menos 1000 veces a canasta), su explosividad...

Cibona de Zagreb, Real Madrid, Portland Trail Blazers, y New Jersey Nets son los equipos que disfrutaron, en mayor o menor medida, de su arte. En Europa logró todos los títulos de clubes posibles, con la selección de Yugoslavia conquistó un Eurobasket y un Mundial, y con Croacia fue plata en la olimpiada de 1992, jugando la final contra el Dream Team. Tras su muerte New Jersey retiró el número 3 en su honor, y Drazen fue incluido en el Basketball Hall of Fame el año 2002.

Como se comentó en la charla, los killers no suelen ser unos tipos simpáticos en una cancha (no lo fue Michael Jordan). Me gustan los jugadores con sangre caliente, la intensidad en el juego, y la tensión competitiva. Pero, al contrario que a Carnicero, me queda la duda de si el Petrovic que escupió al oído de Fernando Martín, o el que provocó la peor versión de Epi en un partido de basket, es el tipo de jugador que eligiría como referencia, más allá de la admiración que sigo teniendo por su juego. Más bien al contrario.

Puestos a elegir, y por seguir por aquellas tierras, y algunos lugares comunes de sus carreras deportivas, me quedo con un gentelmen como Mirza Delibasic. Desgraciadamente el único gran jugador yugoslavo que tomó partido de forma pública contra la violencia y la guerra entre los que fueron un día hermanos.

En cualquier caso un documento muy interesante para conocer la historia reciente del baloncesto, de nuestra propia historia, y de dos jugadores muy especiales que marcaron una época.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El diario de Jim Carroll

“Esta noche fuimos a un partido en el Garden. Los Knicks ganaron a los Celtics por primera vez en dos años; los hinchas del Garden, viejos mendas chupapuros, se estaban excitando mucho desde sus habituales posiciones del palco. Les encanta ver a Bill Russell cuando tiene un partido malo, y hay que ver cómo le tratan y lo que llegan a gritarle, pero el colega hizo un juego lamentable de verdad. El viejo Jhonny Green le pasaba pelota tras pelota, pero Bill no acertaba ningún tiro. Los Knicks deberían darme un pase gratis para todos los partidos que se jueguen en casa. Sin mentir, he estado aquí diecinueve veces en los dos últimos años y han ganado todos los putos partidos..., pero siguen terminando la temporada siendo los últimos, cada año pasa igual”.


El diario de Jim Carroll comienza en Otoño de 1963, y va narrando las situaciones en las que se encuentra un chico blanco, de origen católico, amante del baloncesto, en los años más duros de la ciudad de Nueva York. Con trece años se metió su primer chute de heroína, “sólo me di cuenta más tarde de la tontería que era esto”, y narra en primera persona como su vida va evolucionando de ser uno de los jugadores más prometedores del baloncesto de high school hasta convertirse en un heroinómano esclavizado hasta el extremo para conseguir una dosis. En el proceso Jim sigue jugando al baloncesto, pero cada vez está más colocado y su cotidiano está más rodeado de miserias. Las propias, y las de sus colegas.

Jim Carroll nació en el Lower East Side, en una familia de origen irlandés. No era un chaval cualquiera, sino una de las jóvenes promesas del baloncesto escolar de Nueva York, y sus actuaciones en la cancha eran sobresalientes. Tras un paso conflictivo por varios colegios terminó en el elitista Trinity High School, equipo con el que sería seleccionado para el National High School All Star Game de 1966. En ese momento ya alternaba completamente su doble vida de jugador de baloncesto, heroinómano, y poeta. De hecho, en su diario cuenta como defiende, totalmente puesto de anfetaminas, a Art Baylor, el primo del mítico Elgin Baylor -su ídolo entonces en la NBA-, en aquél All Star celebrado en Washington.

Jim Carroll en el centro con un balón de basket y el equipo de Trinity H.S.

En otro pasaje del libro narra como le piden disputar un torneo en Harlem junto a Vaughn Harper y Earl Manigault (The G.O.A.T.), que “no para de ser admitido y despedido del equipo escolar por rollos de drogas y otras lindezas”, siendo el único blanco en la cancha y en la grada. Al final, tras la victoria y anotar 47 puntos, le sugieren que es mejor que no salga en la foto, la segregación racial también imponía autolimitaciones en Harlem.

El diario de Jim Carroll habla de drogas, de sexo, de "El Cuartel General" (el piso que tienen para hacer fiestas y pincharse), de delincuencia, del apagón de 1965 en el que toda Nueva York quedó a oscuras, del Central Park de entonces, del movimiento en los baños de Central Station, de las manifestaciones contra la guerra del Vietnam, de abusos fuera y dentro de los colegios, de violencia, y de baloncesto.



Jim Carroll murió un 11 de septiembre del 2009. Icono del Nueva York más salvaje, su diario fue llevado al cine en 1995 por Scott Kalvert, protagonizada por LeonardoDi Caprio. Pasada la adolescencia, Carroll fue un reconocido poeta y líder del grupo de punk-rock Jim Carroll Band. Su selecto club de colegas incluyó a Andy Warhol, Patti Smith, o Bill Berkson.

Earl Manigault murió en 1998 de un ataque al corazón, muy afectado por sus años de drogadicción. The Basketball Diaries habla de un tiempo y un momento no tan lejano.

PD1: Os recomiendo leer el epitafio que escribió Javier Dale, periodista del diario La Vanguardia, poco después de su muerte.

PD2: En la página Catholic Boy (nombre de su primer disco) se puede encontrar más info.

martes, 16 de noviembre de 2010

Hot Shot

The Electric Company fue un programa infantil de la televisión estadounidense que duró seis temporadas, desde 1971 a 1977. Consistía en una serie de sketches de entretenimiento para los más pequeños. Algo parecido a lo que aquí fue Barrio Sésamo (1979) o la mítica y subversiva La Bola de Cristal dirigida por Lolo Rico en los años '80. Una sección habitual del programa norteamericano fue Short Circus (el nombre es un juego de palabras entre Short y Circuit, cortocircuito), donde un grupo de niños cantaban canciones que facilitaban la comprensión de la lectura, de las habilidades, o de las costumbres de la vida cotidiana...



El reparto de The Electric Company, en distintas fases, contó con actores como Morgan Freeman, Rita Moreno, Bill Cosby, o la genial Irene Cara (Fame o Flashdance), que fue sustituida por Denise Nickerson, conocida por su papel de Violet Beauregarde en la película de 1971 Willy Wonka y la fábrica de chocolates. La ciudad de Nueva York también fue protagonista habitual de la serie. En Hot Shot un chaval neoyorquino aplica el baloncesto a su vida cotidiana, mientras sueña en llegar algún día al Madison Square Garden para convertirse en uno más de sus grandes ídolos: Walter Clyde Frazier, el mítico 10 de los knicks, o -en menor medida viendo la decoración de su habitación- el genial David DeBusschere con su número 22 de los knickerbockers, dobles campeones de la NBA en las temporadas 1970 y 1973.

The Electric Company desapareció, y Sesame Street, que existe desde 1969 y de la que es genuina heredera Barrio Sésamo, se hizo la reina indiscutible de la televisión infantil, pero repasar algunos capítulos de aquella serie es una auténtica gozada. Para fanáticos de la señalética (como yo) os dejo este vídeo en el que además podemos aprender inglés...



PD: Hoy comienza Estudiantes su participación en la Eurocup, en la página web de baloncesto Zona 2-3 se publica una entrevista a tres bandas entre el Departamento de Comunicación del club, el blogger colegial y periodista Matías Castañon, y un servidor. Os dejo el enlace por si queréis echar un vistazo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Basketball Jones

Mucho antes de que el “laicismo agresivo” tratara de asolar nuestras conciencias, otros profetas del "relativismo" ya se anunciaron. Cheech y Chong son dos productos americanos de una época, el 68 y sus derivas posteriores, que para algunos supusieron “ideas funestas, hipócritas y fracasadas”, y para otros el inicio de un nuevo tiempo de liberación -en el más amplio y diverso sentido de la palabra- colectiva e individual.


Cheech y Chong fueron al humor, a la música, y al cine, lo que los Freak Brothers al mundo del cómic. La imagen más friki del universo hippie americano. "Basketball Jones featuring Tyrone Shoelaces" es una canción de su album Los Cochinos, editado en 1973. El tema, cantado en chirriante falsete por Cheech Marin narra el nacimiento de Tyrone ("tie-your-own) Schoelaces para el baloncesto, su estrellato desde el guetto, y su repercusión planetaria. El vídeo con Nixon, el Vietcong, y The Beatles incluido no tiene desperdicio...



En el disco colaboraron en la parte instrumental George Harrison, Carole King, Billy Preston, y Tom Scott. The Blossoms y Michelle Phillips (The Mamas & the Papas) hacen los coros de las cheerleaders en Basketball Jones. La canción es una parodia de la balada de soul Love Jones del grupo The Brighter Side of Darkness.

La película Space Jam (1996), protagonizada por Bugs Bunny y Michael Jordan, incluía una versión del tema.

Cheech y Chong siguen en la batalla como viejos representantes de la cultura hippie, su web oficial deja claro cuáles son sus prioridades, y en Youtube es fácil encontrar imágenes de sus megafrikis películas.

Quizá la versión más parecida de Tyrone Schoelaces en el siglo XXI sea Allen Iverson y su viaje de destino incierto a Turquía.

Los tiempos cambian pero algunos asuntos, como la diferencia entre ser The Pope o nacer en el guetto, prevalecen.

martes, 8 de junio de 2010

3x3

Me manda Chechu por twitter éste corto de Nuno Rocha. No lo conocía y me parece simpático. Lo cuelgo para quién no lo conozca.

3x3 from Nuno Rocha on Vimeo.


Buena realización para un trabajo que acaparó muchos premios, como se puede ver aquí.

PD: Lakers y Celtics cierran la temporada NBA; Barça y Baskonia la ACB, y el Cadete E de Estudiantes jugará en exclusiva el último partido de la temporada del Estudiantes. Será el próximo sábado a las 12:30 en La Nevera. Where amazing happens!

martes, 20 de abril de 2010

Avon Barksdale don't play tonight

Sobre la pista de Avon Barksdale me pusieron hace ya tiempo dos grandes periodistas: Carlos Boyero y Enric González. El primero señalaba en su columna de El País: “la importancia que imprime The Wire a las series de televisión es comparable a lo que supone para el cine la saga de El Padrino”, y añadía: “rechazo radical de los tópicos y del edulcoramiento, una atmósfera admirable, estilo, talento, complejidad emocional, mordacidad, acción, gracia, tragedia, peligro, magia, horror, reflexión, todos esos dones con los que nos enamora ancestralmente el gran cine”. Enric González escribía, en el mismo periódico, “ese terreno oscuro, hecho de secretos y confidencias, en el que policías y narcotraficantes conviven y llegan a comprenderse, es el punto de partida de The Wire”. Más tarde algunos amigos me advirtieron de la calidad del material, y ahora estoy atrapado por la genial producción de HBO.


Lo admito, soy un afortunado. He terminado la primera temporada y estoy a punto de comenzar la segunda. No me gustaría estar en la piel del que ha visto ya toda la serie (cinco temporadas cada una con un foco de atención distinto) y sabe que la trama no va a continuar, que no volverá a ver a unos personajes de los que te termina enganchando su jodida realidad. Igual que ocurre cuando tienes un buen libro en las manos, sabes que su final será un drama. Parece difícil volver a acertar con un título que llegue a gustarte tanto.

La primera temporada se centra en las luchas entre la policía y las bandas de narcotraficantes en el distrito oeste de Baltimore, visto desde ambos puntos de vista. Avon Barksdale es el que domina “el juego” en esa parte de la ciudad. Un tipo del que la policía apenas sabe nada, salvo que es el líder de un grupo dedicado a la distribución masiva de droga. No hay datos sobre él, tan sólo una foto de su etapa de boxeador en un pequeño gimnasio de barrio.

La policía no lo sabe pero Avon es un apasionado del baloncesto. Con frecuencia acude a echarse un tiros a canasta con su inseparable 'Stringer', con cierto parecido, pero en afroamericano y con otros roles en la organización, al abogado Tom Hagen que interpretaba Robert Duvall en la genial película de Francis Ford Coppola.

En el capítulo 9 de la primera temporada el barrio está desierto. Nadie en la calles, ni traficantes ni clientes, y los comercios cerrados. Una situación anómala. Los detectives Thomas 'Herc' Hauk y Ellis Carver localizan dónde está la gente. En un playground cercano se disputa un partido a cara de perro entre el Este y el Oeste del distrito. Nada que ver con el All Stars de la NBA, aquí el encuentro tiene un significado muy especial, aunque en apariencia el perdedor sólo debe invitar a una fiesta al equipo contrario y su gente. Pero hay más en juego: fichajes extras, intimidación al árbitro, sobornos, y apuestas.


Los detectives se pegan a la valla para ver cómo discurre el partido, se han situado sin quererlo junto a Preston 'Bodie' Broadus y Malik "Poot" Carr. Dos pequeños traficantes de calle que trabajan para Barksdale. 'Bodie' Broadus al advertir su presencia les pregunta: “¿No deberíais estar trabajando?”. El detective 'Herc' contesta “¿Y vosotros?”. “Estamos en un descanso” responde. “Pues nosotros también” interviene Ellis Carver.

En la cancha podrían estar Stephon Marbury, Allen Iverson, o Gilbert Arenas de jóvenes. En el guetto el jugón es un chico importante. Los detectives poco a poco se dan cuenta que allí están también los peces gordos, los que dominan el negocio. Los rivales de una guerra que trasciende la cancha de juego y que mueve muchos resortes de la ciudad.

Avon Barksdale también está allí, al igual que muchos de su familia que durante años se han dedicado al narcotráfico. El partido será el primero de una serie de acontecimientos que no había planeado. En su mente estaba ganar, pero no siempre salen las cosas como uno espera.

En ninguno de los bandos.

PD: Lo mejor, para quién todavía no la conozca, es conseguir The Wire, y disfrutar de un buen rato de cine y realidad social.

martes, 26 de enero de 2010

"Seis contra seis"

En el baloncesto de formación las cosas no son nada sencillas. No se trata unicamente de que el entorno pueda presionar a un jugador o una jugadora, también de la responsabilidad que todos tenemos en la formación de personas y jugadores.

Puede parecer obvio, pero no se trata de la consecución de retos ajenos a los chavales, que puedan satisfacer a un entrenador o a un familiar. Sino que ellos, los verdaderos protagonistas, disfruten con la práctica deportiva.

Para mí el Cadete E de Estudiantes es el mejor equipo que podría tener, y en los entrenamientos (como en el de ayer sin ir más lejos) podemos cometer erróres y equivocaciones. Pero no hay que perder el foco de nuestros objetivos, que están muy por encima de las victorias o las derrotas.

Cuelgo aquí un vídeo muy bueno que me ha llegado a través de otro entrenador. Merece la pena hacer una pausa, verlo hasta el final, y reflexionar. Varios actores y localizaciones son de sobra conocidos...



El sábado comenzamos la segunda fase, y los partidos van a ser mucho más difíciles que en la anterior. Espero que no perdamos el rumbo y que sigámos confiando en el grupo y en nuestro juego.

Aunque todos tenemos días malos, lo importante es divertirse con el ba-lon-ces-to. El resto llegará después.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Bob Dylan - Hurricane

Una canción que todavía me pone los pelos de punta cuando la escucho, de uno de los mejores discos de Bob Dylan. En mi opinión uno de los grandes maestros de la música. Os dejo con la wikipedia y lo que cuenta de este tema, el vídeo aunque es sobre la decepcionante película dirigida por Norman Jewison y protagonizada por Denzel Washington merece la pena, en buena parte por la calidad de la canción.

La canción "Hurricane" abre el disco de Dylan Desire del año 1976, y se convirtió probablemente en la canción más popular del mismo. El nombre de la misma proviene del apodo del boxeador de los pesos medios Rubin Carter. Dylan se inspiró para escribirla tras leer la autobiografía del propio Carter ("The Sixteenth Round") que este le había enviado por su "compromiso en la Lucha por los Derechos Civiles de los Afroamericanos".



Carter y otro hombre llamado John Artis habían sido acusados de un triple asesinato ocurrido en el Lafayette Grill, Paterson, Nueva Jersey en 1966. Tras un proceso con una amplia cobertura periodística, y con acusaciones de haber sido un asesinato con tintes racistas, ambos fueron condenados a cuatro cadenas perpetuas. Pero en los años posteriores comenzaron a surgir numerosas controversias sobre el caso, relativas a la falta de evidencias y a lo cuestionable de la veracidad de las declaraciones de algunos de los testigos. En su autobiografía, Carter mantenía su inocencia, y su historia llevó a Dylan a visitarle en la prisión de Rahway State en Nueva Jersey.

Tras conocer a Carter y a alguno de sus seguidores, Dylan comenzó a escribir "Hurricane". El proceso, no fue sencillo porque aunque Dylan había escrito con anterioridad canciones de temática similar ("The Lonesome Death of Hattie Carroll" y "The Death of Emmett Till") no era capaz de plasmar en la canción todos los sentimientos que le generaba Carter. Finalmente Dylan desarrolló la canción con un marcado estilo cinematográfico.

Durante el tour que precedió al lanzamiento de Desire, Dylan y su banda ofrecieron un concierto benéfico en el Madison Square Garden de Nueva York. Al año siguiente realizaron otro concierto benéfico en el Astrodome de Houston. La canción recaudó suficientes fondos y la publicidad necesaria para ayudar a Carter en nuevas acciones legales. A pesar de obtener el derecho a un nuevo proceso, Carter y Artis fueron encontrados otra vez culpables y condenados a dos cadenas perpetuas consecutivas el 9 de febrero de 1976. Dylan, y otros seguidores no acudieron al juicio. Carter recibió en 1985 la libertad condicional y todos los cargos pendientes sobre él fueron retirados en 1988.

Desde el 25 de enero de 1976 en Houston, Dylan nunca ha vuelto a tocar en público dicha canción.

(Wikipedia dixit).

viernes, 4 de diciembre de 2009

Un vídeo, un libro, una película

Mañana empieza un gran puente. No jugamos el cadete E, no hay partidos de EBA o Liga Femenina en el Magariños, no juega el ACB en el Madrid Arena. No hay ningún concierto que me pueda interesar. No tengo que trabajar. No estaré en Madrid, así que dejo tres propuestas por si pueden servirle a alguien:

N.A.S.A. feat Tom Waits & Kool Keith - "Spacious Thoughts"

Me manda +K el enlace a este impresionante vídeo. N.A.S.A.(North America/South America) es un proyecto musical de artistas relacionados con el hip hop y el rock. Gentes como E-40, Method Man, Charli 2na, M.I.A., Tom Waits, John Frusciante y algunos más, haciendo tracks con música inspirada en el funk brasileño...



Tom Waits y Kool Keith en un vídeo que se recrea en la cultura del graffitti, con una mezcla de voces brutal. La presencia de Waits, un auténtico genio, da cuenta de la calidad del proyecto.

El atentado, de Yasmina Khadra. 2005. Alianza Editorial.

Yasmina Khadra nació en 1955 en Kednasa, en el Sáhara argelino. Khadra es el seudónimo del comandante Moulessehoul. Un militar argelino que actualmente vive exiliado en Francia. Publicar con otro nombre fue una forma de refugiarse ante la violencia que azotó su país a partir de 1992.


La literatura de Khadra debería ser obligatoria. Una forma de entender el mundo actual, sus contradicciones, e injusticias. Todo ello con una escritura perfecta, creíble, apegada a las personas y sus realidades.

En clave de intriga, Yasmina Khadra hace una nueva incursión en el mundo del terrorismo islámico para recordarnos que la barbarie permanece oculta tras la vida civilizada y autocomplaciente que nos hemos inventado en la sociedad moderna. Que vivimos en una ficción teatral frente a la salvaje realidad que subyace entre bambalinas.

Inglourious Basterds (Malditos Bastardos) Quentin Tarantino. (2009)

Ambientada en la II Guerra Mundial, atravesada por otros géneros cinematográficos, y dirigida por Tarantino. ¿Se puede pedir más? Para mí una película excelente. En tercer lugar de mis películas favoritas del director de Tennessee, tras Reservoir Dogs (1992) y Pulp Fiction (1994). Imprescindible verla en versión original, los lenguajes son parte de la trama.



Para Carlos Boyero, del que me confieso seguidor:

Los que consideran al autor de Pulp fiction como lo más innovador, cañero e ingenioso que ha dado el cine moderno van a sentirse saciados con este recital de sus esencias, incluida la original utilización de la música (suenan profusamente los temas que compuso Ennio Morricone para el desdichado género del spaguetti western), los momentos llenos de tensión que desembocan en aquelarres de sangre, las sentencias cínicas, los delirios narrativos, el poderío visual y coloquial. Yo, que no siento adicción hacia su cine y que a veces me cargan sus pasadas, aunque reconozca su incuestionable talento, lo he pasado razonablemente bien a lo largo de 150 minutos que no te abruman.

Viniendo de Boyero no esta mal. Yo pasé un rato de muy buen cine.

P.D.1: Para quién quiera profundizar en el argumento de Malditos Bastardos, puede leer más en el excelente blog de Jaime Sirvent.
P.D.2: Quién pueda tiene también tres buenas citas estos días. Una, dos, y tres. Yo estaré en el campo...

viernes, 8 de mayo de 2009

The Harder They Come: Jimmy Cliff

Esta mañana en Radio 3 ha sonado Many Rivers to Cross, del gran Jimmy Cliff. Un temazo que tuvo la desgracia de ser usado durante años como sintonía musical por una marca de colonias (creo recordar), desvirtuando el mensaje de una canción muy especial.

The Harder They Come formó parte de la banda sonora de la película del mismo nombre, dirigida por Perry Henzell, en 1972.



En la película Ivanhoe Martin (interpretado por Jimmy Cliff) es un jamaicano antisocial. Llega del campo a la ciudad buscando trabajo, hasta que consigue uno como cantante de reggae. La película narra su lucha por hacerse un hueco como músico, y su deriva como pistolero en la capital jamaicana.

La película se inspira en la vida de un personaje real del ghetto que murió en un tiroteo con la policía en 1940.

The Harder They Come fue lanzado al mercado en Febrero de 1973 en la ciudad de New York, y se considera que introdujo el reggae en Estados Unidos.

Jimmy Cliff sigue en los escenarios, como representante de la primera generación del reggae jamaicano, expresión de protesta y de una particular filosofía de la vida.

"Dicen que se ha muerto Garibaldi"

Una película de baloncesto protagonizada por gentes como Antonio Magariños, Gonzalo Sagi-Vela, "Beibi" Mimoum, Antonio Díaz Miguel, Aíto García Reneses, Fernando Martín, Vicente Gil, Alberto Herreros, Carlos Jiménez, Sergio Rodríguez, Nacho Azofra, Juan Orenga, Carlos Suárez, John Pinone, David Rusell, Shaun Vandiver, Danko Cvjetičanin, Ricky Winslow o Pepu Hernández, entre muchos otros, es una pasada.

Ayer se presentó en en el auditorio de INEF en Madrid, el documental "Dicen que se ha muerto Garibaldi", que repasa, con más de 90 protagonistas, los 60 años de historia del Club Baloncesto Estudiantes...



Dirigido por Álvaro Barrantes y Rodrigo Hernández, y producido por la Fundación Estudiantes, la realización ha requerido un tremendo trabajo de documentación de imagenes de archivo, que se proyectan en el documental con una fuerza espectacular.

Una de las mayores virtudes de la película es saber plasmar las señas de identidad de un Club volcado en la práctica del baloncesto, pero que además, como dicen varios protagonistas, esta totalmente unido a la formación de personas. Esas señas son el Instituto Ramiro de Maeztu, la Demencia, la cantera del Estudiantes, los entrenadores y entrenadoras, el equipo femenino, el equipo ACB, los extranjeros que han pasado por el primer equipo...

Quizá cada uno de los que estuvimos ayer en el estreno podremos decir algún punto que nos habría gustado destacar más que otro. Es difícil. Creo que el trabajo esta bastante compensado, y esto, curiosamente, es bueno y malo. Eso sí, la calidad del sonido es, en algunos momentos, muy deficiente.

Dicho esto, me parece que el documental es un material obligatorio para quién quiera entender la historia del baloncesto en este país.

Imprescindible y emocionante. Felicidades a los realizadores, y gracias al Estu por 60 años de maravillosa historia.

PD: A partir del próximo sábado el dvd se podrá adquirir en el Madrid Arena y el Magariños, además se va a comercializar a través de centros comerciales y librerias de todo el Estado. Pillarlo, merece la pena.

jueves, 16 de abril de 2009

Cine y baloncesto

Son varias las películas que su argumento gira alrededor del baloncesto. Sin embargo no he visto ninguna que merezca especial atención. Aunque reconozco que me falta por ver un par de títulos que creo interesantes, como Hoop Dreams, o Rebound: The Legend of Earl “The Goat” Manigault. Sobre la vida de este último, The Goat, hablaremos otro día en el blog.


Lo sé, para muchos Hoosiers (David Anspaugh, 1986), es casi una obra de arte. No comparto esta opinión. Se trata de una película sobre la superación de un grupo de chavales en un pequeño pueblo, con poca fuerza narrativa, más allá de discursos algo manidos sobre la implicación y el sacrificio. La película está basada en un hecho real sucedido en 1954, cuando el Instituto Milan, de la pequeña localidad del mismo nombre, ganó el campeonato estatal de Indiana de baloncesto.

Hoosiers obtuvo dos nominaciones a los Oscar de 1987, al mejor actor de reparto(Dennis Hopper) y a la mejor banda sonora (Jerry Goldsmith). Para mí lo más destacado es la fotografía, y la actuación del siempre genial Gene Hackman, que en algunas escenas está soberbio.

Hoosiers ha sido elegida por los lectores del periódico USA Today (un medio acusado eternamente de simple, MCToday) como la mejor película deportiva de todos los tiempos. No lo creo.


En opinión de muchos, y aquí si estoy de acuerdo, la mejor película de deportes es el Castañazo (Slap Shot, 1977), dirigida por George Roy Hill (autor de obras maestras como El Golpe o Dos hombres y un destino), y protagonizada por Paul Newman, que interpreta a un veterano jugador y entrenador de un equipo de hockey sobre hielo. Las derrotas se suceden hasta que decide aplicar la más brutal de las tácticas: aconsejar a sus jugadores que jueguen como verdaderos animales durante los partidos, sin importar si la violencia que emplean es o no legal.

Hay varios artículos de referencia sobre el baloncesto y el cine. Ismael G. en 24 Segundos publicó, Baloncesto de cine, "una recopilación de todos los films en los que el baloncesto ha sido su protagonista principal". También Enric Corbella, en MARCA, escribió Hollywood y su rentable relación con el baloncesto, otra lista de películas vinculadas al basket, en la que incluye alguna curiosidad muy interesante, y en Screenhead publican el Top5 de basketball movies.

Yo voy a proponer tres películas que me parecen estupendas, y que, en algún momento, tienen baloncesto, aunque no como protagonista. Son cine que me gusta, y que en el aparece 'algo' relacionado con el basket.

Aquí van tres sugerencias:

Haz lo que debas (Do the right think,1989). La tercera película del director Spike Lee,plantea el problema de la violencia racial. En uno de los barrios más humildes de Brooklyn, Bedford Stuyvesant, durante un verano extremadamente caluroso.


El basket es parte de la estética de la película, pero también de algún momento, como este del vídeo, donde vemos al recientemente fallecido Heath Ledger, en su papel de sufrido seguidor de los Celtic's en NYC, en una película que contó con un reparto de lujo: Danny Aiello (Salo), John Turturro (Pino), o Samuel L. Jackson(Mister Señor Love Daddy), entre otros.

Alguien volo sobre el nido del Cuco (One Flew Over the Cuckoo's Nest, 1974). Una obra maestra, dirigida por Milos Forman, que gano cuatro Oscar en 1975, mejor película, mejor director, mejor actor y mejor actriz.

Randall McMurphy (Jack Nicholson) ha cometido un delito por el que debería ir a prisión. Consigue a cambio que le envíen a un centro psiquiátrico. Allí se hace pasar por enfermo mental y logra que le ingresen en un departamento de cuidados especiales. Tratando de pasar el rato de la forma más agradable posible, organiza con sus compañeros juegos y toda clase de diversiones, rompiendo las normas de disciplina, aunque la enfermera jefe (Louise Fletcher) no está dispuesta a tolerarlo.


La película tiene momentos baloncesto, como el partido entre los internos, o cuando Randall intenta enseñar al Jefe a jugar. Robert Parish, el mítico center de Boston Celtic en los '80,fue apodado como El Jefe (The Chief), al comparar su rostro impenetrable con el del personaje del indio. El film fue además un alegato de las corrientes antipsiquiatría.

Flores Rotas (Broken Flowers, 2005). Dirida por el polifacético Jim Jarmusch, es la más reciente de las tres.

Don Johnston (Bill Murray) es abandonado por su último ligue (Julie Delpy)y recibe una carta anónima informándole de que tiene un hijo. La situación provoca que Don examine su relación con las mujeres y que se embarque en un viaje en busca de sus antiguas amantes para llegar al final de este misterio. Ellas son Frances Conroy, Jessica Lange, Sharon Stone y Tilda Swinton.


En la presentación de los personajes, a excepción del que interpreta Frances Conroy (Dora), aparece al menos un plano de una canasta de baloncesto. Algo que no atiende a la casualidad. Una película con una banda sonora excelente, y donde se reflejan algunas de las fobias de Jarmusch, como el guiño de la iguana enferma que se llama Iggy (en referencia a Iggy Pop). Flores Rotas gano el primer premio del Festival de Cannes en el 20005.

Son muchas más, y hay mucho que decir. Yo dejo estas tres para quién quiera disfrutar.

lunes, 9 de marzo de 2009

Closed Zone

Un breve paréntesis. Me llega este corto, (pinchar en 'este corto'),mitad animación mitad imagenes reales. No lo cuelgo directamente en el blog, no sé por qué me da problemas de edición. Dirigido por Yoni Goodman, director, a su vez, de animación en la película Vals con Bashir, de Ari Foldman. Una denuncia más de la situación de bloqueo en que se encuentra la población palestina, y en especial los habitantes de la franja de Gaza.



Podéis ver el enlace de la noticia en la página de Rebelión, o consultar la propia página de Closed Zone, que está vinculada a GISHA (legar center for freedom of movement)

miércoles, 18 de febrero de 2009

Good morning....Libanon!!!

Hace unos días acudí al pase de prensa de Vals con Bashir, una película-documental de animación israelí. Una revisión del que fuera el Vietnam de la sociedad israelí, la guerra contra el Libano en 1982. Cuando estuve en Jerusalem Segio Yahni me explicó lo que supuso en Israel aquella guerra, la primera que produjo una reacción pacifista dentro de una sociedad que hasta entonces no había mirado lo que ocurría a su alrededor. Ari Folman, dirige una película acerca de los recuerdos de unos soldados israelíes que lucharon en el Líbano. La película empieza el día que Folman descubre que algunas partes de su vida se habían borrado de su memoria y, mediante entrevistas y declaraciones propias y de otros ex soldados israelíes, busca aquellos recuerdos traumáticos olvidados.



La calidad de las ilustración, y del guión me sorprendió. La película ya ha recibido varios premios: Festival de Gijón 2008 : Mejor dirección artística y Premio jurado joven; LAFCA 2008 (Asociación de críticos de Los Angeles):Mejor película de animación; BAFTA 2008: Mejor película extranjera; EFA 2008 (Academia de cine europea): Mejor Banda sonora; GLOBOS DE ORO 2009: Mejor Película de habla no inglesa. Además esta nominada como mejor película extranjera para los OSCAR.


Hace poco escuche que había recibido críticas por ser demasiado condescendiente con los israelíes. No me lo pareció. La película muestra con crudeza los terrenos pantanosos de la guerra, y las miserias de quienes van a luchar a ellas, así como la impunidad con la que Israel actúa. Es como decir que Apocalypse Now o La Chaqueta Metálica no eran críticas con la guerra de Vietnam, hay que mirar más detrás de la calidad de las imagenes. A mí me parece una muy buena película.

Para quién no tenga muchas nociones de historia, un recuerdo. En junio de 1982, el ejército israelí invadió el sur del Líbano. El gobierno israelí quería ocupar una franja de seguridad de 40 kilómetros, impidiendo así que los misiles palestinos alcanzasen Israel. Pero Ariel Sharon,entonces ministro de Defensa israelí, desarrolló un plan para ocupar Líbano hasta el mismo Beirut. Lo que se llamo "Operación: Paz para Galilea". Eso permitiría a su aliado cristiano Bashir Gemayel convertirse en presidente del Líbano,y consolidar sus posiciones contra Siria, país fronterizo con Líbano y que Israel siempre ha considerado como enemigo.

En agosto, a los dos meses de estallar la guerra y con el ejército israelí todavía a las puertas de Beirut esperando la orden de entrar en la ciudad, se firmó un tratado con los palestinos por el que todos los combatientes palestinos serían evacuados por barco a Túnez. A cambio, Israel retiraría sus tropas. Esa misma semana, Bashir Gemayel, comandante en jefe de la milicia cristiana falangista, fue elegido presidente del Líbano.

Bashir Gemayel fue asesinado mientras daba un discurso en la sede falangista de Beirut Este. Nadie reivindicó el atentado.

Esa misma tarde, las tropas israelíes penetraron en una zona de Beirut Oeste, poblada por refugiados palestinos, y rodearon los campos de Sabra y Chatila. Al atardecer, un gran número de tropas falangistas, empujadas por el deseo de vengar la muerte de su líder, empezaron a llegar a la zona. Cuando cayó la noche, las tropas falangistas entraron en los campos de Sabra y Chatila, ayudadas por los soldados del ejército israelí. Supuestamente iban a limpiar los campos de combatientes. Sin embargo, apenas quedaban, ya que habían sido evacuados a Túnez dos semanas antes. Durante dos días seguidos se produjo los disparos, ejecuciones, y asesinatos. Al tercer día, el 16 de septiembre, las mujeres palestinas consiguieron salir y se precipitaron hacia los soldados israelíes que les cerraban el paso. Hacía tres días que los falangistas masacraban a los habitantes de los campos. Mataron sin piedad a hombres, mujeres y niños. Se ha hablado de 3.000 víctimas aunque, hasta la fecha, se desconoce el número exacto.



Las protestas, novedosas, de parte de la sociedad israelí obligaron al gobierno a crear un comité de investigación y a estudiar la responsabilidad de las autoridades políticas y militares. El comité culpó al ministro de Defensa, Ariel Sharon, por no haber parado el horror cuando se le puso al corriente de la masacre. Fue obligado a dimitir y se le prohibió volver a ocupar el cargo de ministro de Defensa. Sin embargo, fue elegido primer ministro veinte años después. Ningún otro responsable de aquella masacre fue juzgado.

PD: Os recomiento también el documental de Carlos Lapeña, Cuatro horas en Chatila, basado en el relato de Jean Genet.