
En aquella visita Maradona hizo una recomendación a los chavales que se inician en el fútbol, "que amen la pelota, no hay táctica ni juego si uno no tiene amor por lo que hace", decía entonces El Pelusa.
En el baloncesto también hay genios que han mantenido una relación especial con el balón por encima de otras consideraciones. Magic Johnson mantuvo un idilio tan apasionante que logró hacer del juego un arte, y el show time sería inexplicable sin la química que el jugador de los Lakers logró generar cuando tenía la pelota en sus manos.
Estos días, en el Eurobasket de Lituania un jugador aprovecha la oportunidad de encontrarse entre su gente para mostrar al mundo que el deporte es mucho más que una estrategia bien pensada. Sarunas Jasikevicius a sus 35 años -y con la mochila cargada de premios individuales y colectivos recogidos con clubes de toda Europa- suda, grita, gesticula, anima, y corrige cuando juega un partido. Sus compañeros le miran, a veces con atención y otras con cierto hastío, porque saben que Saras domina el lenguaje del baloncesto y sus ritmos como pocos.
Cuando el torneo entra en la última semana de competición -con una selección española que cada vez asusta más; con Francia jugando al escondite; con Lituania haciendo la ola alrededor de un jugador del futuro como Jonas Valanciunas; con una Rusia muy seria; y con selecciones como Serbia y Grecia que engrasan sus fusiles a la caza de alguna recompensa-, merece la pena fijarse en un veterano jugador como él y la pasión y calidad con la que todavía juega.
El jugador de Kaunas, como decía Maradona en su viaje a El Salvador, "tiene amor por lo que hace", y, gracias a esa relación especial con el baloncesto la única persona que queda fuera de sus consejos y reproches es la pelota. Lo que ocurra fuera de la pista de juego, como pasó con Mágico o con Diego, no importa. Con un balón en la mano y compitiendo, Jasikevicius sabe perfectamente cómo divertirse, para mayor gloria de los seguidores de este deporte.
PD: Nueva colaboración para elEconomista.es.