
En Antes de que se me olvide, uno tiene la sensación de atravesar diversos episodios nacionales, no todos relacionados necesariamente con el baloncesto. El libro habla de un tiempo que hoy parece lejano, pero que no lo es tanto: el de la educación vinculada a la iglesia, el de la transición política y la posterior movida, el del despertar del baloncesto español, el de una de las mejores épocas de la sección de baloncesto del Real Madrid, y también el de la explosión de la comunicación, en un país abonado a dos canales de televisión y cuatro periodistas deportivos con nombres y apellidos hasta hace bien poco.
El escrito de Juanma Iturriaga tiene también una lectura en clave interna. La del propio Itu hacia su familia. Primero a la memoria de su padre, y más adelante, en los últimos capítulos, en favor de la construcción de la memoria de sus hijos. De la primera hay un recorrido vital extraño, como fue el que sintió buena parte de la generación cuyos padres vivieron en su infancia el final de la guerra civil o la plenitud de las posguerra. En el segundo caso, intuyo, hay cierta intención de proyección del recorrido vital del antiguo alero madridista hacia sus dos hijos.
El conjunto de los capítulos son una declaración de amor a su familia, a sus amigos más cercanos, y, también, un interesante repaso a los nombres y lugares más determinantes de su vida: Nacho Solozabal, Wayne Brabender, Fernando Martín, Epi, Juanito Corbalán, Michael Jordan, Antonio Díaz Miguel, Drazen Petrovic, Mike Davis, Mirza Delibasic, Fernando Romay, Magic Jhonson, Sabonis, Andrés Montes, Bilbao, Nantes '83, Los Ángeles '84, El País, Telemadrid, Panamá...
Jugadores y situaciones que, en la mayoría de los casos, son ya memoria histórica del baloncesto, por su importancia en el devenir de los acontecimientos actuales, y por la conjunción de elementos que hicieron que aquel tiempo de basket tuviera una pasión y una efervescencia en nuestro país que hoy parece en declive.

Juanma Iturriaga no era un tipo precisamente querido en la grada del Magariños. Aquella que yo habitaba con regularidad en su época de jugador, donde se le gritaba y silbaba con ardor guerrero y trazo grueso. Sin embargo, de aquella rivalidad de personajes, formas de vida, y escuelas, los que mostraban carácter -que no eran pocos en los dos bandos- eran apreciados. Sin ellos no se podría entender el baloncesto de entonces, ni algunas de las carencias y virtudes del de ahora.
Iturriaga recuerda esos tiempos desde la sinceridad, algo que seguro su psicoanalista, y también el lector, agradece. Por encima del aprovechamiento de unas virtudes para el deporte, está la capacidad de interactuar con la vida y el cotidiano. En el caso de Itu, con mayor o menor habilidad en cada una de las dos disciplinas, lo innegable es que la frontera no es perceptible, y eso es digno de elogio. No hay trampa ni cartón, Iturriaga es así.
PD1: Antes de que se olvide está editado por Turpial. Más información sobre el libro aquí.
PD2: Aquellos maravillosos años es un capítulo del libro, el título hace referencia al nombre de una serie de televisión americana (1988-19939) en la que un adolescente narraba en primera persona su cotidiano en los Estados Unidos de los años '70, los cambios en la sociedad y en su propia familia.