sábado, 31 de diciembre de 2011

Ricky Rubio, Norah Jones y Sasha Dobson

A Woody Allen le gustaba tanto Earl 'The Pearl' Monroe que lo comparaba con Marlon Brando. El director de cine hacía la analogía por la capacidad de ambos para seducir al público. Para Allen había grandes actores, que después de años de formación eran magníficos intérpretes, pero Brando tenía un don que pocos poseían, y para el cineasta neoyorquino esa virtud era parecido a lo que Monroe le trasmitía cuando estaba en una cancha de baloncesto, primero en Baltimore y luego en el Madison.



El baloncesto que a algunos nos gusta tiene que ver con con la capacidad de improvisar sobre una melodía, de disfrutar en una cancha colectivamente, y de trasmitir sensaciones. Ejemplos de jugadores que han logrado eso hay muchos, Earl Monroe fue uno de ellos.

De Ricky se ha hablado tanto, bueno y malo, que ya cansa el reiterado debate sobre sus capacidades. Entre sus detractores hay carnaza mirando su etapa en el Barça y algunos momentos en la selección, entre sus partidarios están los que admiran su virtuosismo plagado de momentos y highlights. Para mí, como ya he comentado en alguna ocasión, sus cualidades son indiscutibles y, por encima de las estadísticas,los gustos y otras zarandajas, tienen que ver con una calidad técnica al alcance de pocos. Pero además es que creo que Ricky Rubio sabe seducir con el balón a los compañeros que juegan con él, si estos son capaces de entrar en el ritmo y la improvisación que marca su melodía. Y eso al público que admira el baloncesto como si se tratara de otras disciplinas artísticas, como la música o el cine, nos gusta.

Despido el año con un tema musical elegido como mejor colaboración coral del 2011 por los oyentes del programa de Toma Uno que dirige Manolo Fernández en Radio 3. Una maravilla a cargo de Norah Jones y Sasha Dobson. Un tema, Bull Rider, que se podría aplicar al bueno de Ricky.



Espero que el 2012 cumpla vuestras mejores expectativas; que disfrutemos de buen baloncesto; que “el inicio del inicio” nos pille preparados; y que el Estudiantes, en todas sus acepciones y formas, se salve de la quema actual.

Un saludo y feliz año.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Occupy the NBA, los Gasol's brothers, Urdangarín..

El pasado 22 de noviembre el Senador Malcolm A. Smith de la ciudad de Nueva York hizo un llamamiento a construir un “movimiento nacional de protesta contra el lockout”. El representante demócrata por Queens quería de esta forma unir para la causa revolucionaria a toda la tropa que se mueve entre las bambalinas de la mejor liga de baloncesto del mundo para llevar a la guillotina a los causantes de pérdidas económicas y vacíos emocionales: David Stren y Billy Hunter.


Pero el acuerdo entre los owners y los jugadores cuatro días después calmó los ánimos de un buen número de afectados que ya había expresado el apoyo a la propuesta. Surgía la iniciativa en el contexto del movimiento #OccupyWallStreet, que tras la acampada realizada el 17 de septiembre de 2011 en el Zuccotti Park de Lower Manhattan (NYC) se había extendido por todo el país para protestar por el poder absoluto de las empresas y la evasión fiscal sistemática del 1% más rico del país en detrimento del 99% de la población restante.

Así fue como el debate que se estaba produciendo en la sociedad estadounidense a partir del levantamiento de Nueva York llegaba hasta la NBA en el contexto del lockout. Dave Zirin (para mí uno de los periodistas deportivos más interesantes que hay hoy en día) escribía de este asunto en su blog Edge of Sports, precisamente con el título de Occupy the NBA. Zirin hablaba de los “miles de trabajadores con bajos salarios, la gente de limpieza de los pabellones, del estacionamiento de los coches” que se habían quedado sin blanca por un enfrentamiento entre "billonarios y millonarios" como muchos, entre ellos Derrick Rose, han afirmado que era. “En algún lugar de Phoenix hay un chico vestido de gorila con un letrero que dice: 'Tus mates a cambio de comida'”, en referencia a The Gorilla la mascota de los Phoenix Suns. Pero Zirin advertía que quizá los jugadores eran tan miembros del 1% de privilegiados como los propietarios.

Etan Thomas, con una larga experiencia en la NBA, vicepresidente de la asociación de jugadores (NBPA), miembro del grupo de negociación en el lockout, y que además es un destacado poeta y activista por los derechos sociales en Estados Unidos, contestaba a Zirin desde ESPN. “Si tu jefe llega y dice: 'escucha, sé que estamos teniendo unos beneficios récord globales en cuanto a ingresos totales y el año más lucrativo en la historia, pero hay algunas decisiones individuales con las que no estamos contentos y necesitamos hacer recortes de sueldo masivos. Necesitamos llegar a un acuerdo para construir nuevas reglas y hacer más fácil deshacerse de ustedes.' ¿Cuál sería tu reacción? Dirías, 'algo de dinero es mejor que nada de dinero', o sería reunir el resto de sus compañeros y protestar”. Por eso, a juicio de Thomas, el lado de los jugadores era el del 99% de la sociedad, a pesar de reconocer que algunos jugadores eran unos privilegiados respecto a buena parte de la población.

Pero el debate amainó tras desbloquearse las negociaciones. En los días posteriores al acuerdo en la NBA, el lanzamiento de misiles en forma de jugador a distintos puntos de la geografía estadounidense fue tal, que parecía el tablero de guerra nuclear de la película Teléfono Rojo Volamos Hacia Moscú. Nada nuevo si no fuera porque los Lakers habían decidido mandar a Pau Gasol a Houston, tras breve escala en Nueva Orleans para repostar y chocar la mano con Luis Scola. Una putada en toda regla que alejaba al de Sant Boi de la farandula angelina, los anillos de púrpura y oro, y las tertulias con Antonio Banderas y Placido Domingo en Sunset Boulevard.


Como ocurrió en Juegos de Guerra la tragedia se evitó sin saber muy bien cómo, al menos hasta nuevo aviso. Pau Gasol me dio la sensación por primera vez de ser un poco softy al declarar que la NBA era “cada vez más un negocio y menos un deporte”. Una afirmación sabida desde tiempo inmemorial y que sorprende si realmente lo descubrió el genial pivot de los Lakers tras verse tratado como un cromo en el patio de un colegio. Quizá, lo ignoro por completo, el BBVA tuvo que echar mano del teléfono rojo para evitar que sus clientes perdieran una referencia tan exitosa...

Por otra parte, en la vuelta al cole, Marc Gasol renovó por los Memphis Grizzlies, con un contrato de cuatro años por 58 millones de dólares. Una oferta de empleo poco habitual para un chaval de 26 años en estos tiempos que corren plagados de becarios y contratos basura; Rudy Fernández, que se vendió por algunos medios como “fundamental” en el roster de Mark Cuban hace unos meses, trasladó su residencia a Denver tras recuperar las sensaciones de sentirse querido en España; Calderón regresó a Toronto y la tranquilidad canadiense; y Ricky Rubio pudo por fin encontrarse con Kevin Love en Minnesota. La NBA ha levantado el telón.



No hay que alarmarse, los motivos para la protesta que sugería el Senador Malcolm A. Smith han desaparecido. Los camareros del Madison, el Staples, o cualquier cancha de la NBA, seguirán vendiendo "BudSpencers" y gin tonics durante los partidos, los aparcacoches latinos seguirán viviendo de las propinas, y The Gorrilla seguirá haciendo cabriolas para llegar a fin de mes mientras Steve Nash atiende a las indicaciones del coach Alvin Gentry en la banda.

Por aquí tampoco hay motivos para ejercicios perroflauticos: Indultado el consejero delegado del Banco de Santander; trasladado Iñaki Urdangarín al pabellón de los deportistas del Museo de Cera; y desahuciados de sus casas aquellos infelices que osaron comprarse un piso alentados por el ladrillo de Florentino y otros mecenas deportivos, la vida sigue, con sorpresas tan gratas como que Miles Davis saca un nuevo disco veinte años después de su muerte. Una buena noticia para aquellos que creemos que el baloncesto y el jazz, por encima de sus tiempos y circunstancias, tienen algo en común: su capacidad para sorprender e improvisar a partir de una base maravillosa.



Sea como fuere, toca disfrutar de la buena música y el buen baloncesto. El resto, como diría James Carville: “es economía, estúpido”.

Feliz año 2012, y mucha suerte con vuestros proyectos.

PD: Por cierto, estoy participando en el concurso de blogs del diario 20 minutos, si os apetece entrar y que merece la pena votar por el Sputnik os dejo aquí el enlace.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Entrevista Alba Torrens

Alba Torrens (Mallorca 1989), esta considerada por muchos como la mejor jugadora española de baloncesto del momento. Tras una lesión que la ha mantenido apartada de la competición un mes, Torrens ya ha debutado con la camiseta del Galatasary turco, club por el que fichó tras una temporada de éxitos en Perfumerías Avenida, donde logró el título de Liga Femenina, la Supercopa de España, y la Euroliga. La joven jugadora se siente “muy afortunada por poder vivir esta experiencia” y “encantada” de vivir en una ciudad como Estambul, donde incluso conduce su propio coche, algo que para aquél que conozca la ciudad sabrá que no es tarea fácil.


Con Alba estuve después de ver un partido entre el Galatasaray y el Homend Antakya Belediye de la TKBL (Türkiye Kadinlar Basketbol Lligi, la liga femenina de baloncesto turco) en el Abdi Ipekçi Arena y ante unas 1000 personas que a pesar de la diferencia de nivel del partido (primer clasificado contra décimo) no dejaron de animar al equipo de Torrens en ningún momento.

¿Cómo te sientes en Turquía?

Venir aquí era una experiencia nueva, suponía dejar mi casa, aunque ya hace tiempo que no vivo en Mallorca después de jugar en Vigo y Salamanca. Al principio tenía algo de nervios por ver qué me encontraba, pero la adaptación ha sido muy buena y estoy muy contenta. Y Estambul me parece una ciudad impresionante, muy bonita, y con muchos sitios para visitar.

Los hinchas del equipo ya corean tu nombre y pareces muy integrada en el equipo...

La afición es increíble, animan todo el partido sin parar. Me he sentido muy cómoda desde el principio y es impresionante vivir este baloncesto. La dinámica del equipo es muy buena, y con las compañeras hay un ambiente muy positivo. Vivir un partido contra un rival como Fenerbahçe, con el ambiente que se genera en las gradas, es algo increíble.

Después de una temporada en Salamanca en que prácticamente ganaste todo, ¿cuáles son tus retos como jugadora?

El año pasado fue muy bueno. Ganar la Euroliga con Perfumerías fue algo muy especial para el club y también para el baloncesto español. Ahora tengo nuevos objetivos: venir a un gran club, con jugadoras del nivel de Diana Taurasi, Tina Charles, y Sylvia Fowles... Una oportunidad muy importante porque puedo aprender muchas cosas de ellas. Tanto en los partidos, como en los entrenamientos. Nuestros objetivos son la liga turca y la Euroliga, y el Galatasaray tiene potencial para luchar por esos títulos.

Diana Taurasi es quizá una de las mejores jugadoras del mundo, referencia en las Phoenix Mercury de la WNBA -con las que ha ganado varios campeonatos y ha sido elegida en una ocasión MVP- y lograr varios títulos de Euroliga con distintos equipos del continente, ¿qué es lo que más te ha sorprendido?

Jugar junto a Diana Taurasi es una pasada. Es capaz de dominar todos los aspectos del juego y meter canastas imposibles. Pocas jugadoras pueden hacer lo que hace ella. Aporta mucha energía, es muy positiva y favorece que haya una buena dinámica de grupo. Poder defenderla en los entrenamientos te hace mejorar como jugadora, y es una suerte poder compartir este momento con ella y aprender de su calidad.

Viendo el nivel de profesionalidad con el que se trata al baloncesto femenino aquí, ¿crees que esta suficientemente valorado en España?

En España tenemos una buena competición, con tres clubes en Euroliga y con un gran trabajo desde la Federación Española de Baloncesto,en el baloncesto de formación los resultados de las selecciones están siendo muy buenos, con medallas en todas las categorías. Además los medios de comunicación cada vez prestan más atención al baloncesto femenino. En Turquía lo que me esta sorprendiendo es que hay un nivel muy alto de organización, con una liga muy competitiva y todos los partidos son difíciles.

El verano pasado en el Eurobasket de Polonia se aspiraba al oro y al final se logró una novena plaza que os dejaba fuera de los Juegos Olímpicos de Londres, ¿qué pasó?

Las expectativas eran buenas, porque se estaban haciendo muy bien las cosas y veníamos de obtener muy buenos resultados, especialmente con el bronce en el Mundial del año anterior. Lo que pasó fue un cúmulo de circunstancias negativas, no una sola causa, pero también demostró la dificultad que tenían los éxitos anteriores en este tipo de campeonatos. Fue doloroso, por el Europeo y por quedarnos fuera de las olimpiadas, pero creo que todavía hay un margen de confianza grande en este equipo. El siguiente reto con la selección es el preeuropeo de este verano, queremos estar en el Eurobasket de Francia 2013 y es muy importante para nosotras.

Con tan sólo 23 años, eres una de las jugadoras con mayor proyección del baloncesto español, ¿qué objetivos te planteas de cara al futuro?

Creo que he ido subiendo escalones, y que todos los pasos han sido muy importantes. Estar aquí es un nuevo reto, y es importante tanto deportivamente como personalmente porque tengo la suerte de vivir esta experiencia. Sólo me planteo los objetivos que tiene el equipo: ganar la liga turca, y llegar a la final de la Euroliga femenina que se disputará en Estambul. Mi mente esta en seguir trabajando y mejorar como jugadora. Intento aportar en todas las facetas, para saber leer las situaciones del juego y acertar con las decisiones.

¿La posibilidad de ir a jugar a la WNBA entra en tus planes?

No cabe duda de que para cualquier jugadora ir a la WNBA es una muy buena experiencia. Es una liga donde están las mejores jugadoras del mundo y ojalá algún día tenga la oportunidad. Si existe la posibilidad me lo tendría que plantear, pero ahora mismo mi prioridad es el Galatasaray y la selección.

PD: La entrevista se publicó parcialmente en la edición impresa del periódico Mundo Deportivo del pasado jueves 22 de diciembre, y se hizó el domingo 17 en Estambul, en mi segunda visita a la capital turca en el último mes.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El derbi

El derbi significa que te levantas un día con lombrices en el estómago. Estas sin estar, pensando en el momento en va a comenzar el partido, rumiando que se trata de una misión imposible que, de salir bien, puede parchear preocupaciones que van más allá de lo deportivo.

Foto: Leo-Peña 16j.

Si vienes de una trayectoria nefasta, como nos estaba ocurriendo al Estudiantes, te ocurre que incluso relativizas todo lo que ocurre alrededor: que Cameron no haya llegado a un acuerdo con Sarkozy y Merkel; que La Liga Árabe haya criticado al aspirante republicano Newt Gingrich; que en España se construyera un aereopuerto en Ciudad Real y otro en Castellón mientras muchos miraban a Messi y Ronaldo sin pestañear; o que Antoine Wright no meta un tiro ni borracho.

Un derbi entre el Estu y el Real Madrid tiene muchas historias detrás. Entre otras: la de Antonio Díaz Miguel, joven colegial del Ramiro que cambió de hábitos antes de enfundarse las gafas más modernas que había aquella madrugada mítica de 1984 en toda la península ibérica; la de Fernando Martín, el primer jugador español en llegar a la NBA, que tras un subcampeonato con la camiseta de Estudiantes marchó al club de la castellana para pleitear en las zonas de forma maravillosa con Audie Norris; la de Alberto Herreros, que tras ganar la Copa del Rey del '92 con Pinone, Nacho, Orenga, y Winslow cambió de acera para meter un triple en el último segundo de una final que todavía amarga txikitos en Vitoria-Gasteiz; o la de Dani Díez, canterano ramireño virlado recientemente por la entidad merengue cuando sólo era un cadete, y que hoy ha visto a sus compañeros de clase en la grada de la Demencia desde el banquillo de Laso.

Ser del Estudiantes no es ni mejor ni peor que ser del Alcoyano, del Hércules, o de los Lakers. Es distinto, y cada uno en esta vida tiene afinidades en función de las situaciones que le han tocado vivir. Ocurre que yo me he educado en el Ramiro de Maeztu, he jugado en la cantera, y ahora entrenó allí. Así que mi universo cósmico esta directamente relacionado con la calle Serrano 127. A pesar de que este año nuestro equipo todavía no tenga las nuevas equipaciones; de que el Magariños este en barrena por unas obras que parecen interminables y bochornosas; del destierro del equipo ACB a Coslada; de tener que ir a jugar amistosos de ida y vuelta con el Autonómica por los campos de Castilla con bocata y bota de vino; de no cobrar ni un euro por entrenar en el club que te da la vida; o de ver cada día en nuestras instalaciones cosas que me ponen los pelos de punta...

Lo cierto es que aunque la mayor de las veces lo que toque sea la derrota, las decepciones, o los naufragios ponzoñosos en territorios mucho más sólidos, para mí lo que prevalece es el escudo en azules, la curiosa tipografía de Estudiantes, la cantera del Ramiro, y los chavales de la Demencia que se desgañitan por unos colores que significan respeto por el baloncesto, valentía ante las adversidades, y diversión.

En la genial película de Adolfo Aristarain Un lugar en el mundo (1992), Mario (Federico Luppi) le comenta al geólogo español Hans (José Sacristán), en sobremesa nocturna de licores y confesiones, aquello de “si la guerra se ha perdido, por lo menos quiero darme el lujo de ganarme una batalla”, la lógica opuesta a la de la victoria global. En el Estudiantes es probable que nuestro modelo de baloncesto, aquel que importó brevemente Pepu hasta el Japón, haya salido definitivamente derrotado en este mundo de audiencias y shares, traspasos de billetera y clubes de negocio, pero, como dijo Ernesto Cardenal (a vueltas de los sucedido tras la revolución en Nicaragua y su posterior derrota), “nuestra causa es invencible”.

Foto: ACB

Será difícil que Estudiantes, con un 33% de presupuesto menos que la temporada pasada, logre volver a una final de la ACB o de Copa a corto plazo, pero hoy demostró que con inteligencia desde el banquillo y ganas en la cancha, al menos por un día, el pobre se puede comer al rico, e irse a dormir con el placer de las conquistas imposibles.

Al final el que gana el partido es un sueño compartido. Y eso tiene un valor que no se pueda pagar con dinero.