Hay un debate en los foros colegiales alrededor del partido de ayer. Tiene que ver, en buena parte, con cuestiones técnicas, de estrategia o de finura interpretativa. En algún caso también sobre la grada y las presencias visitantes.
Ilustración de Enrique Flores.
Sobre lo primero no seré yo quién me ponga a hacer excesivas disquisiciones, toda vez que la diferencia de presupuesto (plantilla) es el resultado final de todas las ecuaciones posibles. Aún así sólo hay que ver las diferencias en cada cuarto para apreciar que el Estudiantes compitió y que ambos equipos regalaron una primera parte que valía la entrada al partido, mucho más cuando con cierta regularidad aparecen resultados en la Liga ACB que tienen raquíticos resultados.
Los derbys cuando caen del lado del más débil es mejor que no sean habituales, porque así alimentan la épica de los que ocurrieron. Algunos nos acordamos del de las tres prórrogas en el Magariños, otros de aquellos playoff memorables, también de aquel mítico cruce de Copa del Rey y muchos más del de la canasta de Gonzalo Martínez o el de Pancho más triple y mate de Daniel Clark. También del ocurrido la temporada pasada con una banda de jugadores que al menos regaló una alegría en una annus horribilis.
En baloncesto las afinidades están sujetas a diversos motivos. Todos válidos y respetables. Si mañana en un entreno de cualquier lugar del país hay un chaval o una chavala que quiere imitar el caño (voluntario o no) de Sergio Rodríguez, pues bienvenido sea al club de los amantes del baloncesto espectáculo. De igual manera que habrá otros que soñaran que un día será su oportunidad ganar al Madrid ante su gente y su afición. Aún a sabiendas de que al rico para torcerle el gesto hay que ganarle desde la más alta de las exigencias y suertes. Bueno es que así sea.
Pero también habrá que valorar otras cuestiones. En un vídeo promocional del partido un chaval de la cantera señala “a mí no es que me guste mucho el dinero yo sólo quiero divertirme” y una chica añade poco después, en referencia a la afición del Real Madrid, “en los partidos no paran de decir tacos”.
Estoy seguro que Sergio Rodríguez, y otros madridistas, además de por dinero, juega para divertirse y que habrá aficionados merengues que les desagrade el insulto como forma de estar en la grada. De igual manera que habrá algún jugador del Estudiantes que para divertirse preferirá el Parque de Atracciones y que en nuestra grada hay zangolotinos. Pero estos chavales han dictado perfectamente la filosofía política y emocional que nos mueve a la mayoría de gente que nos juntamos alrededor del Estu.
Yo me quedo con el excelente manifiesto de estos chicos porque resume a la perfección mi forma de entender el Estudiantes, aunque a veces “no gane ni a las canicas” y porque “ir con los que ganan es muy fácil”.
Palabra de (D)emencia en el derby de ayer y siempre, con independencia de lo que señale el marcador. Así sea.
PD: Esta semana estoy en Cataluña presentando El Ritmo de la Cancha:
Miércoles 12, a partir de las 19:45 en Alibri Llibreria de Barcelona, con Robert Álvarez (El País) y Julián Felipo (Mundo Deportivo).
Jueves 13, a partir de las 19:30 en La Ciutat Invisible de Barcelona.
Viernes 14, a partir de las 19:30 en Synusia Llibreria de Terrassa.
Ilustración de Enrique Flores.
Sobre lo primero no seré yo quién me ponga a hacer excesivas disquisiciones, toda vez que la diferencia de presupuesto (plantilla) es el resultado final de todas las ecuaciones posibles. Aún así sólo hay que ver las diferencias en cada cuarto para apreciar que el Estudiantes compitió y que ambos equipos regalaron una primera parte que valía la entrada al partido, mucho más cuando con cierta regularidad aparecen resultados en la Liga ACB que tienen raquíticos resultados.
Los derbys cuando caen del lado del más débil es mejor que no sean habituales, porque así alimentan la épica de los que ocurrieron. Algunos nos acordamos del de las tres prórrogas en el Magariños, otros de aquellos playoff memorables, también de aquel mítico cruce de Copa del Rey y muchos más del de la canasta de Gonzalo Martínez o el de Pancho más triple y mate de Daniel Clark. También del ocurrido la temporada pasada con una banda de jugadores que al menos regaló una alegría en una annus horribilis.
En baloncesto las afinidades están sujetas a diversos motivos. Todos válidos y respetables. Si mañana en un entreno de cualquier lugar del país hay un chaval o una chavala que quiere imitar el caño (voluntario o no) de Sergio Rodríguez, pues bienvenido sea al club de los amantes del baloncesto espectáculo. De igual manera que habrá otros que soñaran que un día será su oportunidad ganar al Madrid ante su gente y su afición. Aún a sabiendas de que al rico para torcerle el gesto hay que ganarle desde la más alta de las exigencias y suertes. Bueno es que así sea.
Pero también habrá que valorar otras cuestiones. En un vídeo promocional del partido un chaval de la cantera señala “a mí no es que me guste mucho el dinero yo sólo quiero divertirme” y una chica añade poco después, en referencia a la afición del Real Madrid, “en los partidos no paran de decir tacos”.
Estoy seguro que Sergio Rodríguez, y otros madridistas, además de por dinero, juega para divertirse y que habrá aficionados merengues que les desagrade el insulto como forma de estar en la grada. De igual manera que habrá algún jugador del Estudiantes que para divertirse preferirá el Parque de Atracciones y que en nuestra grada hay zangolotinos. Pero estos chavales han dictado perfectamente la filosofía política y emocional que nos mueve a la mayoría de gente que nos juntamos alrededor del Estu.
Yo me quedo con el excelente manifiesto de estos chicos porque resume a la perfección mi forma de entender el Estudiantes, aunque a veces “no gane ni a las canicas” y porque “ir con los que ganan es muy fácil”.
Palabra de (D)emencia en el derby de ayer y siempre, con independencia de lo que señale el marcador. Así sea.
PD: Esta semana estoy en Cataluña presentando El Ritmo de la Cancha:
Miércoles 12, a partir de las 19:45 en Alibri Llibreria de Barcelona, con Robert Álvarez (El País) y Julián Felipo (Mundo Deportivo).
Jueves 13, a partir de las 19:30 en La Ciutat Invisible de Barcelona.
Viernes 14, a partir de las 19:30 en Synusia Llibreria de Terrassa.