Bahía Blanca es la ciudad emblema del baloncesto argentino.
Mandrake Cabrera,
Lito Fruet y De Lizaso representaron una generación de jugadores míticos, abanderando el despegue del deporte de la canasta en todo el país, que coincidiría con la etapa más oscura de la historia reciente de
Argentina.
Alberto Pedro Cabrera,
Beto o
Mandrake, nació en
Bahía Blanca el 16 de diciembre de 1945, y fue la figura más destacada de la llamada década de oro del baloncesto bahiense, comprendida entre
1967 y
1979. Un jugador no excesivamente alto, pero con una fortaleza e inteligencia en la cancha sorprendentes.
Cabrera, fallecido en el 2000, da nombre a una de las avenidas principales de la ciudad, que con el tiempo se ha convertido en uno de los referentes del baloncesto mundial, por la cantidad de grandes jugadores y entrenadores que han nacido allí.
Beto o
Mandrake,
Cabrera“
Beto empezó en el baloncesto porque en la época nos hacían una prueba en muchos clubes de la ciudad, se buscaba un semillero, y si tenías interés te captaban. Estudiantes tenía
pileta (piscina) y nos empezamos a acercar más allí. Él empezó pronto a agarrarse al
básquet, era una persona muy introvertida, y se tomaba todo muy en serio, con mucha responsabilidad”, relata para
DIAGONAL.
Edgardo S., compañero y amigo de infancia en la Escuela 34 de
Beto Cabrera,
Todavía hoy
Bahía Blanca sigue siendo referente de este deporte: “Hay 21 pabellones de
básquet en una ciudad de 350.000 habitantes. Los chicos se vuelcan al baloncesto, les encanta, y es una ciudad que respira
básquet. Hay que jugar bien porque la gente es muy crítica, y vive por el baloncesto. Nuestra tradición no es de jugadores muy grandes, pero sí de jugadores técnicamente buenos en posiciones
perimetrales (exteriores), como
Cabrera,
Fruet, o más reciente,
Manu Ginobili”. Lo cuenta
Pancho Jasen, jugador actualmente de
Estudiantes de Madrid, nacido en Bahía Blanca. Formado en la cantera del
Club Alem y luego jugador del
Estudiantes bahiense, el club de
Cabrera. “Obviamente yo no lo pude ver jugar, pero todos dicen que es el mejor jugador que ha pasado, fue histórico. Ahora está
Ginobili, que supera todo. Pero
Mandrake marcó una época y es un héroe nacional”, añade
Pancho.
Cabrera comenzó pronto a despuntar, su debut fue en
1961, con 16 años de edad, y su hegemonía en el baloncesto argentino coincidió con otras dos figuras importantes,
Atilio José Lito Fruet, y
José Ignacio De Lizaso, ambos del
Club Olimpo. Los tres coincidieron en la selección provincial de Bahía Blanca y también defendiendo los colores de la selección argentina en numerosas ocasiones. Esta rivalidad, y la existencia de tantos equipos hacían que en la ciudad se viviera una efervescencia especial alrededor de los partidos de
básquet. “Ir a animar era fenómeno. A
Lito le llamábamos
La Cigüeña por su físico, era un pura sangre, un volcán, y
Beto era todo temple y tranquilidad. De Lizaso era muy fuerte. Por eso creo que se compenetraba tan bien ese trío. De Lizaso la fuerza,
Lito el empuje y
Beto la inteligencia. Eso fue lo que hizo que se creara una generación tan buena”, cuenta
Edgardo S.
Fruet,
Cabrera y
De Lizaso en los '70
Aunque en clubes diferentes, las sedes de Estudiantes y Olimpo están separadas por una calle, el trío se convirtió en la representación del baloncesto bahiense. En palabras de
Pedro Bonofiglio,
narrador de baloncesto argentino, “ellos han sido los tres jugadores más grandes del
básquet argentino. No había una competición nacional de clubes, así que los tres se encontraban en la selección de
Bahía Blanca, donde jugaban contra las ciudades más importantes del país en el campeonato nacional, y ellos eran el
dream team de entonces”
Una ciudad aislada.El
24 de marzo de 1976 se producía el golpe de la Junta Militar.
Bahía Blanca era sede de importantes guarniciones militares y de organismos de seguridad, como la
Base naval de Puerto Belgrano, la más importante de la Marina argentina. La ciudad además era feudo de los sectores más conservadores, representados por el diario
La Nueva Provincia, que ejercía el monopolio de la prensa escrita y contaba con emisoras de radio y televisión. Este diario fue uno de los principales apoyos con los que contó la represión en
Argentina. En un
editorial del 12 de agosto del '76 señalaba: “Bahía Blanca no estaba exenta, ni mucho menos, del peligro marxista. Su tranquilidad, después de todo resultaba más que tranquilidad, calma chicha. Tras su aparente
virginidadad subversiva se había montado un vasto organigrama revolucionario que alcanzaba a los sindicatos y llegaba a las distintas facultades”, y añadía, “que se llame Domecq o Malek, sea montonero o trotskista, se diga pacifista o beligerante, lo sea por omisión, arribismo, cobardía o estupidez, todo aquel que haya cohonestado (sic.) la táctica subversiva es culpable... y merece ser condenado."

Fotos de algunos de los miles de
detenidos-desaparecidos argentinos.
Como en otros lugares del país comenzaron a funcionar los
centros clandestinos de detención, las redadas por la noche, los asaltos de viviendas por fuerzas del orden o grupos que operaban junto a los militares golpistas. Para
Bonofiglio aquella etapa se vivió desde el mundo del baloncesto bahiense “como lo vivió toda
Argentina. No se sabía qué estaba pasando. Fue como en el
Mundial del '78, la gente iba a disfrutar del deporte, y a la salida se refugiaba en sus casas. En Buenos Aires la gente podía romper el silencio, quizá con la escucha de
Radio Uruguay, pero
Bahía Blanca estaba alejado de todo, era una ciudad aislada. Para muchos el baloncesto pudo ser una salida mental de la situación que se vivía”.
Edgardo S. nos cuenta: “Cuando el golpe del '76 yo ya me había desvinculado de ese ambiente, del básquetbol, de los chicos. Beto y yo habíamos madurado por caminos distintos, y a finales de los '60 algunos de nosotros ya estábamos comprometidos políticamente. Ya sabíamos por dónde iban los tiros de lo que podía pasar. El golpe nos pilló a cada uno de nosotros muy alejados”.
La
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (
CONADEP), creada por el Gobierno argentino en 1983 con el objetivo de aclarar e investigar la desaparición forzada de personas producidas durante la dictadura militar en Argentina, en su informe sobre
Bahía Blanca señalaba que la acción de los medios de comunicación generó una atmósfera de temor, confusión e indiferencia en buena parte de la población bahiense.
“A mí una amiga me preguntó por la calle si sabía que estaba en una lista. A partir de ahí pensé en que tenía que marcharme con mi familia si quería salvar la vida”, cuenta
Edgardo, militante entonces del
peronismo de base que marchó al exilio. “
Bahía Blanca no es una ciudad muy grande. Allí conseguir un compañero de
básquet era fácil, pero conseguir un compañero de militancia era realmente difícil. Me alegra saber que el baloncesto sirvió para que algunos chicos se salvaran, para que dentro de aquella generación algunos encontraran en el deporte una vida que para otros muchos supuso exilio, ser
detenidos o desaparecidos”, finaliza.
El Mago Mandrake.
Bahía Blanca es una ciudad portuaria situada al sur de la Provincia de
Buenos Aires, con una cantidad importante de clubes dedicados al baloncesto.
Estudiantes,
Olimpo, e
Independiente son, por trayectoria, los tres más importantes. Pero también están
Club Alem,
Villa Mitre,
Pacífico,
La Falda,
Bahiense Junior o
Club Atlético Barracas Central entre otros. Cada uno de ellos con características propias. “Yo de chico era de
Pacífico. El equipo que me volvía loco.
Estudiantes es como un club más grande, es el equipo ejemplo de la ciudad, y Pacífico más de barrio, mucho más humilde”, cuenta
Pancho Jasen, y añade: “Acá todos tenemos un familiar que jugó al básquet, mi tío lo hizo frente a
Mandrake, Fruet y De Lizaso. Y es increíble la cantidad de jugadores que hemos salido de Bahía:
Ginobili,
Espil, Ariel
Montecchia,
Montenegro o Pepe
Sánchez, y entrenadores como el
Huevo Sánchez o
Sergio Hernández”.
El apodo de Mandrake “fue cosa de los periodistas
porteños”, cuentan algunos bahienses, y hacía referencia a
Mandrake el Mago, popular personaje de cómic creado por
Lee Falk en los años '30. Un ilusionista con una capacidad hipnótica rápida y efectiva, algo que encajaba a la perfección con el virtuosismo del juego que desarrollaba
Cabrera, y que todavía se
recuerda.
PD: Este artículo sale publicado en el
nº104 del periódico
Diagonal, a partir de mañana en los
puntos de venta habituales. Además de los citados en el texto, tengo que agradecer la ayuda prestada por
Raúl Barrera de la
Fundación Pedro Ferrándiz, por el acceso a materiales sobre la historia del baloncesto bahiense, y a
Diego Martínez, periodista bahiense, conocedor del baloncesto argentino, y participante en el blog
Bahía Gris, sobre la memoria del terrorismo de Estado en
Bahía Blanca.