En estos mundos que habitamos hay distintos tipos de periodistas. Antonio Gil (Madrid, 1981) pertenece a los que dedicados profesional y pasionalmente al baloncesto no dudan en convertirse en aliados cada vez que se comparte tiempo con él. Yo le conocí en persona por primera vez cuando preparaba mi libro El Ritmo de la Cancha haciendo entrevistas en Nueva York. Más tarde tuve la suerte de trabajar y convivir con él, en una experiencia sensacional, rodando un documental en Nueva Orleans sobre Greivis Vasquez.
Antonio Gil, entre otros asuntos, es corresponsal en NYC de la revista Gigantes del Basket, colabora en medios como basket4us.com y es analista de la NBA para CNN en español. Ahora ha publicado con Ediciones JC el libro El Partido que Cambió la Historia, un libro que trata de acercanos al streetball neoyorquino a través de lo ocurrido una noche de julio en una de las canchas de baloncesto más míticas de La Gran Manzana.
Pregunta: Describe cómo es el entorno urbano de la cancha de Dyckman.
Respuesta: Washington Heights es uno de los barrios más peculiares de Manhattan, colindando con la frontera del Bronx. Dyckman es un pequeño reducto de de la República Dominicana en New York, al estilo del poblado de Astérix en la Galia. Sus gentes, la música, los carteles, los comercios… Nada que se puede encontrar del mismo modo en ningún otro rincón de NYC.
P: Joe Pope dijo que Dyckman es “la alfombra roja del baloncesto”, ¿por qué?
R: Durante el verano de 2011 todo el mundo quería jugar allí y quien no jugaba quería estar en la grada. Los mejores jugadores NBA, NCAA, overseas y amateur se pasearon por Dyckman ante la atente mirada del famoseo más exagerado de toda la historia del torneo. Dyckman era el sitio donde estar aquel verano.
P: Alguna gente piensa que el streetball es una especie de baloncesto callejero en el que “vale todo”, cuéntanos (brevemente) cómo es la escena del streetball neoyorquino.
R: Es el baloncesto más exigente que jamás he visto, tanto en canchas de cemento como en pabellones profesionales. Si juegas en New York tiene que darlo todo o si no mejor quédate en casa porque nadie tendrá piedad de ti. El concepto pachanga, tan mal utilizado en España para definir partidos y torneos de streetball, no existe en NYC. El más amistoso de los partidos acaba convirtiéndose en una batalla por lograr la victoria.
P: ¿Hay un reglamento específico?
R: Dependiendo del torneo se juega con reglas NBA o NCAA. Estamos hablando de baloncesto normal y corriente, como el de cualquier liga del mundo, con la preciosa peculiaridad de que se juega al aire libre. Los torneos organizados cuentan con marcadores (normalmente electrónicos), árbitros, cronómetro… Un partido de baloncesto al aire libre, sin las tonterías que los medios quieren vender como streetball de vez en cuando.
P: ¿Qué papel juegan los entrenadores?
R: Exactamente el mismo que juega cualquier entrenador en cualquier equipo profesional. En los torneos de streetball además el entrenador hace las veces de general manager y consigue los jugadores que estarán a sus órdenes. Él hace los cambios, pide los tiempos muertos, dice quién manda en la cancha y ordena a los jugadores. Y a veces grita hasta la saciedad a los árbitros para intentar llevárselos a su terreno.
P: Algunos de los jugadores más reconocidos del streetball neoyorquino han pasado por la liga ACB o LEB sin excesivo éxito, ¿por qué ocurre esto?
R: No todo jugador de baloncesto está preparado para jugar de forma ‘organizada’ y sobre todo para hacerlo bajo el encorsetado ajedrezado de sistemas ofensivos y defensivos que convierten al baloncesto ACB/LEB/FIBA en general en pura matemática castrada de libertad de movimientos y creatividad en muchísimos casos. Si en Estados Unidos se nota la diferencia de jugar en high school a hacerlo en la NCAA y de ésta a la NBA, imagina saltar de las calles al baloncesto FIBA.
P: El lockout de la temporada pasada fue una buena oportunidad para ver a algunos de los mejores jugadores de la NBA en los torneos de verano de NYC. ¿Cómo repercutió su presencia en la escena del streetball?
R: El lockout fue una tremenda jodienda para el baloncesto NBA y al mismo tiempo una bendición para los torneos de streetball de New York, en los que los jugadores profesionales se dejaban ver noche sí y noche también, reaviviando una escena streetball un tanto apagada en los años anteriores.
P: Como periodista, ¿crees que el streetball está olvidado por los medios o que está en el lugar donde quiere estar?
R: No está olvidado porque casi nunca se le tuvo en cuenta… pero casi que mejor. Los medios tienden a prostituir al streetball y travestirlo a lo que ellos quieren vender como algo que parece que inventan los propios medios cuando le prestan un mínimo de atención. El streetball es algo que nació en las calles y pertenece a las calles. No necesita de nadie que venga a decirle si lo está haciendo bien o no. No necesita de repercusión mediática por siempre ha vivido del mejor medio de comunicación que existe: el boca-oreja.
P: ¿Qué pasó el 20 de julio de 2011 en Dyckman?
R: Que un partido de baloncesto entre los dos equipos favoritos para llevarse el torneo cambió la historia del streetball por completo. Nunca antes hubo nada parecido y nunca jamás lo habrá de nuevo. Por ‘hype’, repercusión, involucración, talento… Cualquier parecido con algo vivido anteriormente en un playground de NYC es sólo producto de la imaginación de quien quiere restar importancia al encuentro que puso nuevamente a Dyckman en el mapa y lo encumbró como el posiblemente mejor torneo de la historia en aquella edición.
P: ¿Por qué el libro y cuál ha sido el proceso de elaboración del mismo?
R: Porque era algo que tenía pendiente conmigo mismo y con el streetball de NYC después de muchos años seguidos empapándome de él, sus historias, sus personajes y convirtiéndolo en mi pasión con mayúsculas. Después de viajar cada verano durante muchos años a ver partidos, jugarlos y conocer gente, decidí que era el momento de darle una enésima vuelta de tuerca a un proyecto de libro sobre el streetball de New York en el que llevaba años trabajando y presentar al público español la auténtica maravilla que vive en las calles de la meca del baloncesto, en la que The World Most Famous Arena no es el Madison Square Garden sino la cancha en la que cada niño juega con un balón soñando que anota sobre la bocina una jugada que él mismo narra jugando en solitario.
PD: El próximo jueves 27 de diciembre, a partir de las 12:30h presentamos El Partido que Cambió la Historia en la tienda del Club Estudiantes, en la calle Serrano 127 de Madrid. ¡Nos vemos allí!
Antonio Gil, entre otros asuntos, es corresponsal en NYC de la revista Gigantes del Basket, colabora en medios como basket4us.com y es analista de la NBA para CNN en español. Ahora ha publicado con Ediciones JC el libro El Partido que Cambió la Historia, un libro que trata de acercanos al streetball neoyorquino a través de lo ocurrido una noche de julio en una de las canchas de baloncesto más míticas de La Gran Manzana.
Pregunta: Describe cómo es el entorno urbano de la cancha de Dyckman.
Respuesta: Washington Heights es uno de los barrios más peculiares de Manhattan, colindando con la frontera del Bronx. Dyckman es un pequeño reducto de de la República Dominicana en New York, al estilo del poblado de Astérix en la Galia. Sus gentes, la música, los carteles, los comercios… Nada que se puede encontrar del mismo modo en ningún otro rincón de NYC.
P: Joe Pope dijo que Dyckman es “la alfombra roja del baloncesto”, ¿por qué?
R: Durante el verano de 2011 todo el mundo quería jugar allí y quien no jugaba quería estar en la grada. Los mejores jugadores NBA, NCAA, overseas y amateur se pasearon por Dyckman ante la atente mirada del famoseo más exagerado de toda la historia del torneo. Dyckman era el sitio donde estar aquel verano.
P: Alguna gente piensa que el streetball es una especie de baloncesto callejero en el que “vale todo”, cuéntanos (brevemente) cómo es la escena del streetball neoyorquino.
R: Es el baloncesto más exigente que jamás he visto, tanto en canchas de cemento como en pabellones profesionales. Si juegas en New York tiene que darlo todo o si no mejor quédate en casa porque nadie tendrá piedad de ti. El concepto pachanga, tan mal utilizado en España para definir partidos y torneos de streetball, no existe en NYC. El más amistoso de los partidos acaba convirtiéndose en una batalla por lograr la victoria.
P: ¿Hay un reglamento específico?
R: Dependiendo del torneo se juega con reglas NBA o NCAA. Estamos hablando de baloncesto normal y corriente, como el de cualquier liga del mundo, con la preciosa peculiaridad de que se juega al aire libre. Los torneos organizados cuentan con marcadores (normalmente electrónicos), árbitros, cronómetro… Un partido de baloncesto al aire libre, sin las tonterías que los medios quieren vender como streetball de vez en cuando.
P: ¿Qué papel juegan los entrenadores?
R: Exactamente el mismo que juega cualquier entrenador en cualquier equipo profesional. En los torneos de streetball además el entrenador hace las veces de general manager y consigue los jugadores que estarán a sus órdenes. Él hace los cambios, pide los tiempos muertos, dice quién manda en la cancha y ordena a los jugadores. Y a veces grita hasta la saciedad a los árbitros para intentar llevárselos a su terreno.
P: Algunos de los jugadores más reconocidos del streetball neoyorquino han pasado por la liga ACB o LEB sin excesivo éxito, ¿por qué ocurre esto?
R: No todo jugador de baloncesto está preparado para jugar de forma ‘organizada’ y sobre todo para hacerlo bajo el encorsetado ajedrezado de sistemas ofensivos y defensivos que convierten al baloncesto ACB/LEB/FIBA en general en pura matemática castrada de libertad de movimientos y creatividad en muchísimos casos. Si en Estados Unidos se nota la diferencia de jugar en high school a hacerlo en la NCAA y de ésta a la NBA, imagina saltar de las calles al baloncesto FIBA.
P: El lockout de la temporada pasada fue una buena oportunidad para ver a algunos de los mejores jugadores de la NBA en los torneos de verano de NYC. ¿Cómo repercutió su presencia en la escena del streetball?
R: El lockout fue una tremenda jodienda para el baloncesto NBA y al mismo tiempo una bendición para los torneos de streetball de New York, en los que los jugadores profesionales se dejaban ver noche sí y noche también, reaviviando una escena streetball un tanto apagada en los años anteriores.
P: Como periodista, ¿crees que el streetball está olvidado por los medios o que está en el lugar donde quiere estar?
R: No está olvidado porque casi nunca se le tuvo en cuenta… pero casi que mejor. Los medios tienden a prostituir al streetball y travestirlo a lo que ellos quieren vender como algo que parece que inventan los propios medios cuando le prestan un mínimo de atención. El streetball es algo que nació en las calles y pertenece a las calles. No necesita de nadie que venga a decirle si lo está haciendo bien o no. No necesita de repercusión mediática por siempre ha vivido del mejor medio de comunicación que existe: el boca-oreja.
P: ¿Qué pasó el 20 de julio de 2011 en Dyckman?
R: Que un partido de baloncesto entre los dos equipos favoritos para llevarse el torneo cambió la historia del streetball por completo. Nunca antes hubo nada parecido y nunca jamás lo habrá de nuevo. Por ‘hype’, repercusión, involucración, talento… Cualquier parecido con algo vivido anteriormente en un playground de NYC es sólo producto de la imaginación de quien quiere restar importancia al encuentro que puso nuevamente a Dyckman en el mapa y lo encumbró como el posiblemente mejor torneo de la historia en aquella edición.
P: ¿Por qué el libro y cuál ha sido el proceso de elaboración del mismo?
R: Porque era algo que tenía pendiente conmigo mismo y con el streetball de NYC después de muchos años seguidos empapándome de él, sus historias, sus personajes y convirtiéndolo en mi pasión con mayúsculas. Después de viajar cada verano durante muchos años a ver partidos, jugarlos y conocer gente, decidí que era el momento de darle una enésima vuelta de tuerca a un proyecto de libro sobre el streetball de New York en el que llevaba años trabajando y presentar al público español la auténtica maravilla que vive en las calles de la meca del baloncesto, en la que The World Most Famous Arena no es el Madison Square Garden sino la cancha en la que cada niño juega con un balón soñando que anota sobre la bocina una jugada que él mismo narra jugando en solitario.
PD: El próximo jueves 27 de diciembre, a partir de las 12:30h presentamos El Partido que Cambió la Historia en la tienda del Club Estudiantes, en la calle Serrano 127 de Madrid. ¡Nos vemos allí!
4 comentarios:
Tengo intención de comprar y leer este libro. De hecho el día que fui a comprar el tuyo, Jacobo, pregunté por él y en aquellos momentos no lo tenían... Pero el próximo día que tenga tiempo de darme una buena vuelta por BCN cae seguro...
Una pregunta para Antonio: ¿Lo ocurrido el 20 de Julio de 2011 fue superior incluso a lo de Dr. J vs. Hammond, a The Goat y a la era dorada del Rucker?... Debió de ser tremendo.
Saludos...
...Y Feliz Navidad!!!
Buenas Mo,
Lo fue. Piensa que es otra época, que no había más NBA que Yatta Gaines y ninguna leyenda al estilo The Goat. Fue una acontecimiento enorme sin nombres propios a la altura de ninguno de los que has nombrado, pero mayor repercusión que nunca antes. Si el bueno de Hammond hubiera conocido en aquella época Internet y los móviles ya sería otra historia... jeje.
Un abrazo.
Antonio.
Gracias, Antonio.
Sigo con ganas de leer el libro... :¬)
Un abrazo.
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