domingo, 26 de abril de 2009

Yo te quiero Estudiantes...

Hace unos días, en una conversación entre gente vinculada al Estu, un amigo me preguntó cuál era el primer partido que fui en el Magariños. No supe decirle. Recuerdo ver a Vicente Gil, "Chinche" Lafuente, o Chuck Aleksinas con mirada atenta, absorto en el espectáculo, enganchado ya al baloncesto y a esa mítica cancha, a la que iba con algunos compañeros de clase del Ramiro, pero no situó cuándo fue la primera vez.

El sábado fui al Madrid Arena con el hijo de una colega, de ocho años, y nos sentamos, como siempre, en el palco de la peña 16-j. Era volver a vivir un derby, con la misma emoción de siempre, con el plus de además estar jugandonos nuestra supervivencia en la ACB.


En Estudiantes, hace no mucho, vivimos unos años tan buenos que no nos acordamos que cuando jugábamos en el Magata nuestras temporadas eran un desastre, pero el partido contra el Real Madrid era algo muy especial, donde aficionados y jugadores ibamos a darlo todo.

El sábado, a las 18:15 de la tarde, jugaba el mismo equipo que hizo el ridículo una semana antes contra el Bruesa en Donosti, el mismo que hizo una muy digna Copa del Rey, a la que fuimos de invitados, y el mismo que hemos visto aparecer y desaparecer durante una temporada que muchos creíamos iba a ser bastante más tranquila.

El ambiente en el campo era de lujo, y la entrega en la cancha estuvo a la altura de lo que los aficionados necesitábamos. Intensidad, y no perder la cara nunca al partido. No puedo hacer una crónica detallada del encuentro, no me salen en general, y menos en un partido así.

Sólo sé que al acabar el encuentro, con el 71-63 para el Estu, el hijo de mi colega, Martín, estaba emocionado, como si hubiera visto un espectáculo único. No era el primer partido al que acudía, pero creo que este no se le olvidará. "¿Te imaginas que ahora al llegar a Lavapiés nos regalaran un kebab gigante? Sería demasiado", me dijo, estaba claro: estaba muy contento y tenía hambre...

Yo no sé cuál fue exactamente el primer partido al que acudí en el Magariños, pero si recuerdo estar en el de las tres prórrogas de 1987, y llegar a casa contento y con hambre...


Quizá el derby de ayer no tuvo aquella épica, pero a mí me supo a gloria, después de estas dos temporadas tan malas.
Un partido que ganamos desde la defensa y que reivindicó el carácter de Pancho, Carlos Suárez, o Popovic, como la seña de identidad necesaria de un Club imprescindible.

Luchar por lo que parece imposible. Y, entre momentos mejores o peores, tener la posibilidad de vivir días inolvidables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades, el partido del sábado fue impresionante. No dejéis marchar a Popovic.