El Estudiantes es un equipo de patio de
colegio, al menos lo fue en sus orígenes y algunos apostamos porque
lo siga siendo siempre. Un patio con nombre y apellido: Ramiro de
Maeztu. Entre el revoltijo de papeles propios y heredados que hay en
el hogar familiar he encontrado esta joya que explica mejor esa
afirmación. Se publicó en el número 8 de la revista 'Dialogos del
Ramiro' (Organo Informativo de la Asociación de Padres de Alumnos del IRM) en marzo de 1975. Sus autores son J. Mª. Arce y Borda; J.
Del Barrio Marcaida; Alberto Suárez-Inclán; Iñigo de Vicente
Mingarro; alumnos entonces de 8ª de E.G.B. Dejo la crónica tal cual
la escribieron. Literatura ramireña en toda regla, un lujo en estos
tiempos de normalizado sopor escolar.
TRADICIONAL PARTIDO PROFESORES-ALUMNOS
Como todos los años y con motivo de la
festividad de Santo Tomás de Aquino, se celebró el tradicional
partido “Profesores-Alumnos”. Había bastante expectación en su
mayor parte alumnos del colegio que se habían quedado a comer en la
“cantina”.
El polideportivo “Antonio Magariños”
se abrió a las cuatro y media y en unos minutos la gente se había
acomodado y estaba impaciente a pesar de que el partido comenzara a
las cinco.
En primer lugar aparecieron los
profesores que fueron recibidos entre un gran abucheo. Seguidamente
saltaron al campo los alumnos, que vestidos de forma extravagante
dieron media vuelta al campo entre aplausos por parte de sus
seguidores. Una vez colocados en sus sitios, salió la madrina del
encuentro que recibió un ramo de flores de los alumnos, y en señal
de agradecimiento dio un beso a cada uno de los componentes de dicho
equipo, que se ponían en cola nuevamente según iban terminando.
La primera parte transcurrió
normalmente a excepción de algunas graciosas payasadas típicas de
este partido como aquel gol de cabeza de un alumno a pase de uno de
sus compañeros. La gente aplaudió este inesperado gol. En este
tiempo fue agarrado y “manteado” un profesor de E.G.B por el
equipo contrario. Cuando los jugadores se retiraron para descansar
todos los chicos saltaron al campo para recoger las pelotillas que
anteriormente habían lanzado. Los profesores durante este período
se dedicaron a jugar con sus hijos y a charlar con aquellos que no
jugaban.
En la segunda mitad las cosas cambiaron
y el partido se volvió más ameno. La alineación inicial del primer
tiempo duró poco en el segundo, pues todos los profesores del
banquillo salieron a ayudar a sus compañeros contra los cinco
componentes del otro equipo. Como los árbitros permitieron esto, los
alumnos se enfadaron y mantearon a uno de éstos, su compañero al
intentar ayudarle sufrió las mismas consecuencias. Tras esta broma,
para alcanzar mejor la canasta los estudiantes se subieron uno encima
de otro.
Después de que el partido trascurriera
con un poco de calma, dos compañeros de estudio colocaron sobre el
aro de la canasta a un loro, al cual su dueño les había enseñado a
decir: “FUERA PROFESORES, FUERA PROFESORES” en el momento en que
el árbitro señalaba una falta personal contra los alumnos. Al no
atreverse los profesores, el árbitro, con gran crueldad, lanzó el
balón que dio al loro, que se asustó y se cayó al suelo chillando
en su jerga.
Poco después acabó el partido, con el
marcador señalando sesenta y siete – sesenta y seis a favor de los
alumnos. Este resultado es altamente dudoso, pues el marcador y sus
manipuladores en vez de cumplir lo establecido por el reglamento de
dos puntos por canasta animaron el partido de forma que era muy
difícil despegarse y establecer claras diferencias entre los
contendientes.
La salida resultó igual que la
entrada. MUCHO DESORDEN; MUCHO GRITO Y DEMASIADA PRISA POR SALIR;
AUNQUE LA GENTE HABÍA PASADO UNA AGRADABLE Y DIVERTIDA TARDE.
NdT: Volveremos.
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