
"El entrenador Fan Bin repetidamente ha insultado a nuestro equipo en los últimos tres años, con golpes y abusos verbales a todos nosotros, y ya no aguantamos su forma de tratarnos," señalaba la carta que rápidamente se filtró a la prensa. "Enviamos esta protesta a los funcionarios centrales para solicitar que sea sustituido." La noticia causó un considerable revuelo, toda vez que en China la actividad deportiva esta asociada al sacrificio y la autoridad rara vez es cuestionada.
Los jugadores en su protesta hicieron uso de un nuevo formato que les dotaba de cierto poder de manifestación hasta entonces desconocido. Jiang Ji, editor de Sports Illustrated China lo comentaba en el artículo: "lo que está sucediendo ahora es que la generación más joven de los atletas tiene tantas opciones para comunicar, a través de microblogs y redes sociales, que quieren levantarse y alzar la voz”. A nadie se le escapa que acabar con el silencio de los corderos es una de las utilidades posibles de una herramienta de la comunicación como internet, aquí y en China.

El 'gigante asiático' dispone de una enorme infraestructura estatal de deportes, una burocracia de escuelas de formación, equipos y organizaciones gubernamentales que selecciona y entrena a más de 250.000 jóvenes con el fin de ganar medallas de oro, que se reflejó en todo su esplendor durante las olimpiadas de Beijing 2008, en las que el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, Yao Ming, tuvo que forzar su recuperación de una grave lesión que le obligó a pasar por el quirófano y que acabaría con su retirada tres años después, tras sufrir un calvario de reiteradas bajas médicas. El bueno de Yao sigue siendo un héroe en China y Estados Unidos, pero, según The New York Times citando fuentes oficiales, 240.000 atletas retirados sufren lesiones, pobreza y desempleo.
Desgraciadamente en China, como en otros lugares no tan lejanos, estas situaciones suelen terminar siendo parcheadas. Cuando las quejas de la selección junior se hicieron públicas, la Asociación China de Baloncesto trató de contener el escándalo: suspendió al entrenador y condenó su comportamiento violento. Pero semanas más tarde fue reinstaurado, tras prometer cambiar sus formas y modos. Aún así la protesta pudo haber tenido el efecto deseado. En el artículo de Dan Levin un miembro del equipo de baloncesto de la Universidad Tsinghua, que jugó contra el equipo junior antes y después de la polémica, señaló que el comportamiento del entrenador Fan Bin se había "transformado completamente".
Habría que ver si eso es cierto, pero mientras tanto hay una cuestión que queda clara, protestar ante lo que uno considera injusto es necesario. Incluso si ocurre en un equipo de baloncesto.