Al Real Madrid de Pablo Laso no se le rasgan las vestiduras por mantenerse fiel a sus principios. Una lógica que se agradece en el plazo corto de los campeonatos de cara o cruz. Velocidad de vértigo, impresionante juego de perímetro y fabuloso descaro en ataque. Ingredientes con los que se ha llevado por primera vez la Supercopa de la liga ACB-Endesa. Un triunfo cuyo principal mérito es precisamente que no hay reinvención sino continuidad -para alegría supongo de su parroquia- y en el que el MVP Rudy Fernández encaja como anillo al dedo en el equipo, una vez abandonada su relación de fijo-discontinuo en la NBA.
Al Barça por el contrario, se le han notado algunas de las alérgias que le provoca el juego kamikaze, aquel que ataca sin miedo a estrellarse guiado por el ansia de victoria y el talento, del Real Madrid: 95 puntos a la que se consideró hasta no hace tanto "la mejor defensa de Europa" es muchísimo.
Cierto que en el equipo culé faltaban pronombres como Juan Carlos Navarro y Sarunas Jasikevicius, pero parece que si hay algo que encaja mal Xavi Pascual es el -aparente- desorden. Lugar en el que precisamente el Madrid sabe latín.
Y es que la Supercopa, aún siendo un torneo menor, es una buena muestra de lo que será la presentación en sociedad de los dos equipos que se presuponen favoritos a luchar por la liga ACB.
A pesar de este primer diagnóstico, todavía es pronto para determinar cuestiones como si fue acerada, o no, la salida de Tomic; la incorporación de jóvenes en el Barça como Abrines y Todorovic; o la contratación Slaughter y Jawai en cada frente de batalla...
Lo que sí parece evidente, es que las dos principales referencias mediáticas-deportivas de este país, Real Madrid y Barça, también cuentan entre sus obligaciones con llegar a lo más alto de la competición más difícil: la Euroliga. Escenario en el que triunfan boxeadores de puntos y aguante, más que de gancho contundente y rápido.
En el baloncesto europeo de autor han triunfado aquellas producciones que han logrado tener entre el reparto a pesos pesados de la mejor interpretación en la pintura: Ocurrió con Obradovic cuando se alineó con Michael Batiste para lograr tres Euroligas y probablemente ocurra con Ettore Messina, en su regresó a Moscú donde ya logró dos campeonatos de Europa, con Nenad Krstić como valuarte en la zona moscovita.
El sábado en Zaragoza se veía mucho pasilleo y teléfono entre los directivos del Real Madrid. Ignoro si sería porque estaban cerrando la contratación de Rafa Hettsheimeir o porque estaban buscando cincos en las páginas amarillas.
Sea como fuere, para integrarse en Europa con éxito (hablamos de baloncesto) hacen falta muchos kilos y mucha personalidad en el juego interior. Dos cuestiones que el Barça posee en la reencarnación agilizada -desde las distancias- del mítico Audie Norris, y su poderoso trasero, que representa el australiano Jawai. Un peso pesado capaz de hacer un rápido balance defensivo o de cambiar las bombillas de cualquier pabellón a pesar de tener el físico de una tuneladora.
Con casi todas las cartas encima de la mesa, y a punto de empezar la partida, el Real Madrid se ha llevado la primera mano, quizá la más fácil.
A partir de ahora, se admiten apuestas.
Al Barça por el contrario, se le han notado algunas de las alérgias que le provoca el juego kamikaze, aquel que ataca sin miedo a estrellarse guiado por el ansia de victoria y el talento, del Real Madrid: 95 puntos a la que se consideró hasta no hace tanto "la mejor defensa de Europa" es muchísimo.
Cierto que en el equipo culé faltaban pronombres como Juan Carlos Navarro y Sarunas Jasikevicius, pero parece que si hay algo que encaja mal Xavi Pascual es el -aparente- desorden. Lugar en el que precisamente el Madrid sabe latín.
Y es que la Supercopa, aún siendo un torneo menor, es una buena muestra de lo que será la presentación en sociedad de los dos equipos que se presuponen favoritos a luchar por la liga ACB.
A pesar de este primer diagnóstico, todavía es pronto para determinar cuestiones como si fue acerada, o no, la salida de Tomic; la incorporación de jóvenes en el Barça como Abrines y Todorovic; o la contratación Slaughter y Jawai en cada frente de batalla...
Lo que sí parece evidente, es que las dos principales referencias mediáticas-deportivas de este país, Real Madrid y Barça, también cuentan entre sus obligaciones con llegar a lo más alto de la competición más difícil: la Euroliga. Escenario en el que triunfan boxeadores de puntos y aguante, más que de gancho contundente y rápido.
En el baloncesto europeo de autor han triunfado aquellas producciones que han logrado tener entre el reparto a pesos pesados de la mejor interpretación en la pintura: Ocurrió con Obradovic cuando se alineó con Michael Batiste para lograr tres Euroligas y probablemente ocurra con Ettore Messina, en su regresó a Moscú donde ya logró dos campeonatos de Europa, con Nenad Krstić como valuarte en la zona moscovita.
El sábado en Zaragoza se veía mucho pasilleo y teléfono entre los directivos del Real Madrid. Ignoro si sería porque estaban cerrando la contratación de Rafa Hettsheimeir o porque estaban buscando cincos en las páginas amarillas.
Sea como fuere, para integrarse en Europa con éxito (hablamos de baloncesto) hacen falta muchos kilos y mucha personalidad en el juego interior. Dos cuestiones que el Barça posee en la reencarnación agilizada -desde las distancias- del mítico Audie Norris, y su poderoso trasero, que representa el australiano Jawai. Un peso pesado capaz de hacer un rápido balance defensivo o de cambiar las bombillas de cualquier pabellón a pesar de tener el físico de una tuneladora.
Con casi todas las cartas encima de la mesa, y a punto de empezar la partida, el Real Madrid se ha llevado la primera mano, quizá la más fácil.
A partir de ahora, se admiten apuestas.