lunes, 19 de septiembre de 2011

Astérix en el Eurobasket

Astérix y Obélix acudieron a Lituania con la ilusión de disfrutar de unos días de asueto y baloncesto. Retirados de la vida guerrera desde hace tiempo, querían encontrarse con algunos de sus viejos colegas de aventuras continentales. Ambos disfrutaron del torneo, pero especialmente de un jugador, Juan Carlos Navarro al que no le hizo falta ninguna poción mágica para demostrar sus poderes, tan sólo el ser fiel a su estilo y el estar cada día más suelto en cuanto a las obligaciones tácticas. Durante el campeonato Navarro encontró grandes aliados para avanzar en su plan.

Por un lado Pau Gasol, un habitual en el arte de conspirar con el jugador de San Feliú de Llobregat, que llegó al Eurobasket con ganas de imponer su ley y sus glorias, y por otro Marc Gasol, que ha demostrado que junto a su hermano puede formar uno de los duetos más míticos de la pintura y el baloncesto.

La comodidad de Navarro ha coincidido con el regreso de Calderón a la dirección de empresa, sabiendo dirigir y aportando; la incorporación de un Ibaka que, todavía con cierta timidez, intimida en la zona como nunca nadie lo hizo en una selección española; o la aparición intermitente de un Rudy con reflejos de esgrimista en defensa y, a veces, eléctrico en ataque. La rotación de Sergio Scariolo no ha dado para mucho más, y no porque el resto haya estado mal, sino porque el plan de ajuste ideado por el técnico italiano tras la piedra del mundial de Turquía apenas admitía más combinaciones que las seguras. Con independencia de los gustos, lo cierto es que la formula del italiano ha funcionado.

Sada, San Emeterio, Felipe, y Llull han rendido, en el balance global, en consonancia con la confianza del técnico, Claver ha vivido una experiencia bonita, y sólo Ricky ha cavado un poco más el hoyo de las dudas que de manera obsesiva esta generando en el último año. El base de los Timberwolves tendrá ganas de empezar de cero y dar un sonoro portazo para respirar un poco cuando llegue a su nueva casa de Minnesota.

Astérix y Obélix se han divertido en el Eurobasket, no sólo por el resultado de la selección gala -que ha logrado una merecida medalla de plata de la mano de un brillante Tony Parker- sino porque el torneo ha reunido algunas de las características de sus inconfundibles historietas. Cada país se ajustó al guión de las virtudes y flaquezas esperadas, y sólo Macedonia, de la mano de un sensacional McCalebb, rozó la proeza de dar la campanada en la ascensión al Tourmalet. No subió al podio porque la Rusia de Kirilenko lo impidió, pero se lleva el premio de la montaña por el esfuerzo.

De vuelta a la aldea gala, y con Navarro, los hermanos Gasol, y Calderón de invitados estelares, se servirán suntuosos manjares, y José Luis Sáez podrá sentarse con Abraracúrcix para rememorar las valiosas batallas ganadas por "el baloncesto FEB" a lo largo del verano. Al final de la noche, tras lo jabalíes y los brindis, llegara el momento de volver a reconocer al jugador más listo de todos los territorios que un día ocupo el César, el jugador al que en Lituania llaman Juanas Carlosas Navarro.

PD1: Esta columna la he publicado en ElEconomista.es.

PD2: Estoy estos días trabajando para el canal latinoamericano Tele Sur, os dejo aquí el enlace de una historia que hicimos sobre el baloncesto en Belén.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Maradona, Mágico, y Jasikevicius

Hace unos años Diego Armando Maradona visitaba El Salvador. En una rueda de prensa organizada a su llegada se dedicaba a elogiar el juego y la personalidad de Mágico González, aquel jugador de fútbol salvadoreño que conseguía en la década de los '80 enganchar a la gente con su fútbol directo y sus goles de volea. Mágico, que también surfeó por el lado salvaje de la vida cuando era futbolista profesional, no llegó nunca tan alto como Diego, pero en su país, y en Cádiz, todavía le recuerdan como un genio dentro y fuera de la cancha, aquél que sólo podía entender el fútbol como una diversión.


En aquella visita Maradona hizo una recomendación a los chavales que se inician en el fútbol, "que amen la pelota, no hay táctica ni juego si uno no tiene amor por lo que hace", decía entonces El Pelusa.

En el baloncesto también hay genios que han mantenido una relación especial con el balón por encima de otras consideraciones. Magic Johnson mantuvo un idilio tan apasionante que logró hacer del juego un arte, y el show time sería inexplicable sin la química que el jugador de los Lakers logró generar cuando tenía la pelota en sus manos.

Estos días, en el Eurobasket de Lituania un jugador aprovecha la oportunidad de encontrarse entre su gente para mostrar al mundo que el deporte es mucho más que una estrategia bien pensada. Sarunas Jasikevicius a sus 35 años -y con la mochila cargada de premios individuales y colectivos recogidos con clubes de toda Europa- suda, grita, gesticula, anima, y corrige cuando juega un partido. Sus compañeros le miran, a veces con atención y otras con cierto hastío, porque saben que Saras domina el lenguaje del baloncesto y sus ritmos como pocos.

Cuando el torneo entra en la última semana de competición -con una selección española que cada vez asusta más; con Francia jugando al escondite; con Lituania haciendo la ola alrededor de un jugador del futuro como Jonas Valanciunas; con una Rusia muy seria; y con selecciones como Serbia y Grecia que engrasan sus fusiles a la caza de alguna recompensa-, merece la pena fijarse en un veterano jugador como él y la pasión y calidad con la que todavía juega.

El jugador de Kaunas, como decía Maradona en su viaje a El Salvador, "tiene amor por lo que hace", y, gracias a esa relación especial con el baloncesto la única persona que queda fuera de sus consejos y reproches es la pelota. Lo que ocurra fuera de la pista de juego, como pasó con Mágico o con Diego, no importa. Con un balón en la mano y compitiendo, Jasikevicius sabe perfectamente cómo divertirse, para mayor gloria de los seguidores de este deporte.

PD: Nueva colaboración para elEconomista.es.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Groucho Marx y la selección

A Groucho Marx cuando le preguntaban por su estado de animo respondía "¿comparado con quién?". A la selección española de baloncesto le podría servir esa respuesta para testar las impresiones de esta primera semana de Eurobasket en Lituania.

Foto: Federación Española de Baloncesto (FEB)

Los dos últimos partidos, la victoria frente a Lituania y la derrota frente a Turquía, han abierto la Caja de Pandora de los halagos y reproches al equipo de Scariolo. Para unos la primera parte frente al equipo anfitrión (62-36) fue la muestra de la potencia del equipo español, para otros, el último cuarto frente a los turcos (donde sólo se anotó dos puntos) es el ejemplo de nuestra poca fiabilidad competitiva cuando Pau Gasol no es la referencia en la cancha.

Pero, siguiendo con la lógica marxista (de Groucho), pocas selecciones pueden ofrecer mejores sensaciones. Nadie ha desplegado un juego que a día de hoy pueda ser una garantía de continuidad en el torneo. Quizá Francia, con Tony Parker y Nicolas Batum especialmente brillantes, sea el equipo que más cómodo se ha visto en la pista, pero el conjunto galo no se escapa de las dudas que genera un juego en exceso anárquico en una fase más competitiva.

Habrá que ver qué sucede en los próximos partidos. El grupo de España -con Alemania, Turquía, Francia, Serbia y Lituania- es mucho más duro que el otro cuadro -Grecia, Rusia, Eslovenia, Macedonia, Georgia y Finlandia-, y eso, aunque pueda parecer una paradoja, puede ser una ventaja para el equipo de Scariolo en esta nueva etapa del Eurobasket, porque da la impresión que la selección juega más cómoda bajo presión, y que en la exigencia algunos jugadores encuentran la motivación para lograr su mejor ritmo de juego.

Pero también es cierto que todavía queda mucho campeonato, que hay que estar fino todos los días, que hay jugadores que están bastante 'missing' en lo que a responsabilidades se refiere, y que, a la larga, jugar con una rotación tan limitada -por decisión técnica-, y demasiado sujeta a dependencias (desde la preparación), puede pasar factura.

Siete días después, el Eurobasket muestra las mismas incertidumbres que al comienzo. Nadie ha destacado en exceso, exceptuando esa primera parte impresionante de España frente a Lituania, y nadie puede descartar a ninguno de los equipos que partían como favoritos (en un sentido amplio) para las medallas.

En este caso al bueno de Groucho Marx, como le ocurre a nuestra selección, sólo le valdría compararse con él mismo para saber cómo esta. Y en esa tesitura, las sensaciones son muy distintas en función del día y el momento.

PD: Nueva colaboración para elEconomista.es.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Saitama 03/09/2006

Hoy tres de septiembre hace exactamente cinco años de la medalla de oro lograda en Japón que consolidó a la mejor generación del baloncesto de nuestro país. Aquel triunfo tuvo muchos significados y despertó muchas sensibilidades, buena parte de lo que generó tuvo que ver con la actitud del entrenador que llevó al equipo a lo más alto del podio y a la forma de hacerlo. Pepu Hernández llegó a la selección después haber entrenado en prácticamente todas las categorías de formación del Estudiantes, y de haber triunfado con el primer equipo colegial, con el que logró la Copa del Rey de 2000, el subcampeonato de la Liga 2003/04 y el subcampeonato de la Copa Korac 1998/99. Tras el éxito de Japón logro la medalla de plata en el Eurobasket celebrado en Madrid en 2007. Poco antes de las olimpiadas de Pekín, en el año 2008, la Federación Española de Baloncesto decidió retirarle del cargo de seleccionador.

La entrevista a las puertas del Madrid Arena en Noviembre del 2006. Foto: Fran Panadero.

Coincidiendo con el quinto aniversario de la final de Saitana, vuelvo a publicar en el blog la entrevista que le hice a Pepu tras aquel campeonato del mundo para el periódico Diagonal, cuando todavía se saboreaban las mieles de aquel histórico triunfo.

¿Cuál es la parte menos buena de todo esto?

Yo creo que hay muy pocas, son casi todas positivas. Quizá que ahora estoy mucho tiempo sin pisar cancha y sin entrenar. Pero tampoco es un gran problema por el momento.

Dijiste aquello de “os voy a decir una palabra. Y escuchadla bien, porque va a ser una palabra muy importante: ba-lon-ces-to”. Recientemente en el diario El País no mereció ni una línea el partido entre el Estudiantes y el Barcelona que juntó a 13.500 personas, ni tampoco la vuelta del Joventut a la Euroliga. En cambio, el partido de dieciseisavos de la Copa del Rey de fútbol entre el Alavés y el Celta ante 1.600 espectadores tuvo una columna entera para contarnos que fue un aburrimiento...

Yo pongo en duda la sensibilidad de algunos medios con lo que la sociedad está demandando. Creo que todos tendríamos que revisar qué es lo que estamos haciendo bien y mal, con autocrítica. En algunos casos los medios actúan de forma mecánica con determinadas situaciones y creo que de verdad no están siguiendo al día la sensibilidad que puede tener la gente con nuestro deporte. Dije que íbamos a hablar de baloncesto y lo dije sobre todo en el sentido de la cantidad de valores que puede transmitir este deporte, y creo que es lo que más ha llamado la atención este verano por el trabajo de la selección, por un grupo de jugadores que ha actuado de una forma natural, y yo creo que ha habido algo más que querer ganar. Por eso digo que hay una serie de valores que el deporte del baloncesto puede transmitir, y hablo de todo el baloncesto, no del baloncesto de la selección, sino de todo el baloncesto. Me da la impresión de que hay gente que quiere que compitamos con otro deporte, que es el fútbol, y nosotros no tenemos que competir con nadie, sino estar muy atentos a hacer nuestro trabajo bien. Tenemos la responsabilidad al estar acercándose gente al baloncesto, y hay que hacer que la gente se divierta y vea que es un deporte atractivo, que las chavalas y los chavales que jueguen estén cómodos, bien atendidos, que se sientan bien en este deporte independientemente de hasta dónde lleguen. El baloncesto no se mide única y exclusivamente por audiencias televisivas.

Dijiste también que baloncesto “equivale a educación, generosidad, solidaridad, trabajo en equipo, talante y tolerancia”. ¿Crees que son valores que socialmente se están transmitiendo?

Yo creo que el deporte es un medio más para transmitir valores, siempre he dicho que si un entrenador enseña sólo técnica y táctica es muy pobre, no es suficiente. Por eso debemos ser cada vez más tutores. Creo que a partir de ahí podemos hablar de añadir comportamientos sociales. Esto es una posibilidad más. Por ejemplo, ayer en el chiste de Forges una niña le decía a un niño en el patio del colegio: “Yo, cuando sea mayor, voy a ser pacifista” y el niño pregunta: “y eso, ¿dónde se estudia?”. “En casa”, sentencia la niña. En casa se aprenden cosas, en el deporte otras, o las mismas, por qué no. Todo está en contacto con la sociedad, cualquier momento o cualquier situación es buena para transmitir valores que nos hagan ser un poco mejores como personas. Más tolerantes, más generosos, más solidarios, etc.

Foto: Fran Panadero.

¿Cuál es el baloncesto que le gusta a Pepu?

Me gusta un baloncesto por supuesto técnico, con tácticas, pero una vez superado eso, lo que me gusta es el baloncesto de las sensaciones, de la sensibilidad. Donde el jugador o jugadora transmite todo lo que sabe. Que no sea un robot ni una maquinita. Que sepa hacer cosas y no parezca un guión totalmente preestablecido, porque creo que se nota inmediatamente. El aficionado quiere improvisación, genialidad, velocidad, poca racanería. El espectador quiere eso, y nosotros, la gente del baloncesto, queremos divertirnos de esa forma; creo que es mejor así.

¿Echas de menos un baloncesto más cotidiano, más de a pie, más de club...?

Yo ya dije que cuando entré en la selección no iba a trabajar a corto plazo, al ritmo de las competiciones. Bueno, lo tengo presente porque sé que es lo que se espera de mí, pero a mí me gusta trabajar a medio y largo plazo. Ver las posibilidades y las proyecciones que hay independientemente del tiempo que esté en la selección, donde me encuentro muy bien. Pero también es cierto que en un momento determinado podría echar de menos el baloncesto de competición diaria. La verdad es que no sé exactamente qué voy a hacer en el futuro.

¿Y el Estudiantes, se echa de menos?

Sí. Echo de menos todo. Porque cómo no voy a echar de menos con todo el tiempo que he estado trabajando en Estudiantes, pero así son las circunstancias. La decisión de dejar Estudiantes fue mía. Afortunadamente, bien o mal, es una decisión personal, de la que no me arrepiento. Pero sí echo de menos determinadas cosas, bueno, yo creo que a eso estamos acostumbrados todos.

¿Cuáles fueron las experiencias positivas de este Mundial, aparte de las más evidentes?

Yo no he cambiado, creo que sería un error si pensáramos que hemos llegado a algún sitio. Hemos empezado una nueva etapa, y muy bien. No sé si se esperaba o no pero evidentemente nosotros estamos encantados. Lo mejor es que el éxito ha sido muy bien acogido, hay muchísima ilusión tanto antes como después del campeonato, hay mucho agradecimiento y lo único que creo es que no tenemos que cambiar mucho, ser los mismos, ser gente que quiere hacer un buen baloncesto, que quiere mantener los valores que se han ido transmitiendo. Y si sumamos determinadas actuaciones, tanto individuales como colectivas, es posible que en un futuro volvamos a tener un premio importante. Debemos trabajar desde la tranquilidad, la humildad y la normalidad.

¿Cómo se consigue que conecten jugadores que ganan una fortuna, metidos en un sistema que les idolatra más como estrellas publicitarias?

No cuenta, cuando entrenas no cuenta absolutamente nada lo que cobras o lo que dejas de ganar. Sólo cuenta tu capacidad de entregarte al grupo, tu capacidad de apoyar, de formar parte de un proyecto. Es verdad que hay gente que no es así, pero también hay gente que conecta, que se siente bien trabajando al lado de otros y no piensa sólo en sí mismo. Como yo digo, cuando no hay más remedio pues se aplica la profesionalidad. Pero yo esto lo pongo en el ámbito del ‘tener que’, lo del ‘querer’ es otra cosa. Y yo creo que el ‘querer’ es mucho más divertido, querer hacer las cosas es mucho mejor, se hace con más facilidad, no te cuesta tanto esfuerzo. En ese aspecto hemos tenido una fortuna muy grande porque el grupo es muy especial, el grupo por el objetivo común está dispuesto a sacrificarse individualmente y eso es muy de agradecer.

Para terminar, ¿cuáles son, para ti, los placeres de la vida?

Los placeres de la vida para mí son muy sencillos. Estar con mis amigos, estar con mi familia un día entero, que últimamente no he tenido muchos. Pero ahora mismo es muy difícil no tener obligaciones muy directas. Ya digo, el estar con los amigos, una buena lectura, charlar y, por supuesto, hablar de baloncesto. Me gusta muchísimo hablar de baloncesto. Y no sólo de cuestiones técnicas o tácticas, de todo lo que rodea al baloncesto. Ya sé que muchas veces charlando no se arreglan las cosas, pero mira, alguna vez surge una idea, una línea a seguir y yo creo que en eso tenemos que estar.

jueves, 1 de septiembre de 2011

La incógnita de Lituania

Hace ahora exactamente cinco años la selección de baloncesto logró su mayor éxito deportivo. El Mundial de Japón supuso la consolidación de un grupo de jugadores que ha trasformado la visión que hasta entonces se tenía sobre la participación de selecciones españolas en campeonatos internacionales.


Aquella victoria fue anterior al fenómeno futbolero de la Roja, y abrió el tarro de las esencias de la calidad combinada con el buen juego, algo no siempre habitual en el deporte. Desde entonces hasta ahora la selección de baloncesto ganó una medalla de plata en un Eurobasket celebrado un año después en Madrid; otra medalla de plata en las Olimpiadas de Pekín 2008, en una final que supuso uno de los partidos más memorables de baloncesto de todos los tiempos; una medalla de oro en el Eurobasket de Polonia celebrado en el 2009; y un sexto puesto en el Mundial celebrado el año pasado en Turquía.

Desde aquel día en el Saitama Super Arena de Japón tres entrenadores han dirigido al equipo en el banquillo: Pepu Hernández, Aito García Reneses, y, tras las Olimpiadas de Pekín y hasta el día de hoy, Sergio Scariolo. Aunque cada uno ha tenido su estilo, lo cierto es que la selección no ha recuperado la frescura que tuvo en aquella experiencia asiática, pero sí ha demostrado tener una plantilla con suficientes garantías para aspirar siempre a lo máximo en las competiciones que ha disputado.

Los Gasol, Navarro, Rudy Fernández, Calderón, Ricky Rubio y Felipe Reyes forman un septeto de calidad impresionante. Si además sumamos la incorporación del pívot nacionalizado por la vía de un Consejo de Ministros, Serge Ibaka, el poderío es incontestable. Salvo Felipe, el resto juega o ha jugado en la NBA, un dato impensable no hace tanto tiempo. Pero que las piezas sean de lujo no te asegura que el resultado sea el esperado.

Ocurrió en la última cita, en el Mundial de Turquía, cuando un triple desde nueve metros del base serbio Milos Teodosic dejó al descubierto algunas de las vergüenzas del equipo español, relegando al equipo que partía como favorito a una plaza menor.

Como ocurrió en el torneo de Japón, en Lituania participarán 24 equipos, esta vez sólo continentales. Una competición más abierta de lo habitual, en la que alcanzar un ritmo de juego estable cuanto antes puede ser requisito necesario para que los equipos logren el premio de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Un privilegio que sólo tendrán asegurado los dos primeros equipos del campeonato, y que ha supuesto que para este Eurobasket muchos europeos en la NBA se hayan animado a participar. Nunca antes tantos jugadores de la liga estadounidense participaron en un torneo europeo, algo a lo que probablemente también ha contribuido el lockout que soporta la liga que dirige David Stern.

La anfitriona, junto con Francia, Turquía, Serbia, Rusia, además de España, parten como favoritas. Grecia, Alemania, e Italia son equipos que habrá que tener en cuenta, y hay un numeroso pelotón que puede dar la sorpresa amparado en un anonimato que los beneficia. Todo dependerá de cómo se vayan resolviendo los cruces de la competición a partir de que empiece la fase final del campeonato. La selección de Scariolo será probablemente la que muestre un juego interior más sólido, pero la tradición europea de artillería fina desde el tiro exterior puede dar algún susto a cualquiera.

Sea como fuere hay un dato incontestable, la selección es el equipo con mejor palmarés de la última década en Europa, tiene un grupo experimentado en competiciones internacionales, y tiene la necesidad perentoria de clasificarse por la vía directa a las Olimpiadas. Motivos suficientes para creer que puede sumarse al carro de éxitos que lleva acumulando la Federación Española de Baloncesto durante todo el verano, nada menos que siete medallas en diferentes campeonatos de formación.

Una de las dudas que genera el equipo de Scariolo es saber si los jugadores actúan en sintonía con el entrenador, un asunto que se puso en cuestión durante el anterior Europeo de Polonia –en el que, tras una primera fase desastrosa, los jugadores hicieron una reclamación a favor de una mayor libertad en el juego, acabando el campeonato con la medalla de oro colgada al cuello–, y si han desaparecido los efectos de la eliminación en Turquía.

La otra incógnita será saber si se puede recuperar a toda la masa de aficionados que se ilusionaron con las sensaciones que transmitió el equipo que dirigía Pepu en Japón, aquel que hizo de la humildad y la cooperación una de sus mejores armas competitivas. Algo que casa mal con las excesivas expectativas mediáticas y las etiquetas rimbombantes. En definitiva, lo que falta por saber es qué versión del equipo veremos en Lituania.

PD: Este artículo lo he publicado a modo de previa en el periódico Diagonal, antes de disputarse el primer partido contra Polonia, con el título de El Eurobasket de las incógnitas.