
Jay-Z ha descrito varias veces a las Marcy Houses como un lugar peligroso para vivir, donde el intercambio de disparos con armas automáticas era moneda corriente, y donde el crack era la chuchería preferida de muchos de sus paisanos. Un ambiente parecido al que describe la serie The Wire, basada en el las historias de la zona oeste de Baltimore, The Phamacy, donde se crió Carmelo Anthony tras salir precisamente de Brooklyn con ocho años.
El esperado regreso de los Knicks a la zona de playoff desató en la ciudad mucha atención. Por Manhattan era fácil encontrar anuncios con el rostro de Stoudemire, y del propio Carmelo Anthony, decorando multitud de promociones entorno al evento. Volvía el baloncesto de calidad al Madison Square Garden (The World's Most Famous Arena), y la ciudad esperaba la resurrección tras tantos años de mediocritud.

Los dos primeros partidos en Boston había alimentado la posibilidad de hacer algo importante en la eliminatoria frente al equipo de Doc Rivers. El propio The New York Times se felicitaba por las buenas sensaciones que anunciaba el equipo de D'Antoni, y aprovechaba para poner en valor el trade con Denver, del que se habría logrado un equipo “más maduro” que el de antes de la operación.
Sin embargo las ilusiones se difuminaron pronto. El pasado viernes 22 los alrededores del Garden eran un auténtico hervidero. Promociones, concursos, aficionados, y reventas (650 U$D la más barata) se agolpaban en las inmediaciones. En la entrada el desfile del público incluía celebrities, empresarios rusos, familias acomodadas de Manhattan, y entronizados ex miembros de las Marcy Houses, o de otros rincones oscuros de Brooklyn, Harlem, o Bronx.
El viernes y el domingo en NYC los Knicks dieron una pobre imagen, con pocas posibilidades de competir contra los veteranos Boston Celtics, que, liderados por un brillante Rajan Rondo, dejaron claro que su intención era ir a Nueva York sin billete de vuelta. La lesión de Chauncey Billups, y los dolores de espalda de Stoudemire eran una pantalla perfecta para tapar otras carencias.

En estos días en Nueva York he podido vivir parte del ambiente que ha generado el regreso de los Knicks a los playoff. En las tabernas irlandesas que rodean el Madison el público blasfemaba ante los errores del equipo, mientras las cervezas iban cayendo poco a poco, pero en lugares como las Marcy Houses todo eso queda muy lejos. De todo esto iré hablando en los próximos días, cuando ordene el material que he sacado de mis visitas al Bronx, de la conversación con Felipe Lopez sobre NBACares, de cómo se plantea el futuro en el Madison Square Garden, y de los otros baloncestos de la ciudad.

En la agenda quedaron otros contactos, mi cita con Allan Houston se frustró por los resultados del equipo de D'Antoni, pero mi alojamiento junto a las Marcy Houses fue un buen lugar desde el que mirar lo que ocurría en esos días en Nueva York. Mientras tanto el baloncesto prevalece.