Tras la proyección, Antoni Daimiel, Nikola Loncar, David Carnicero, y Pedro Ferrándiz, presidieron la mesa desde la que se contestó a las preguntas de un numeroso público, entre el que había una buena representación de periodistas y gentes del mundillo del baloncesto madrileño.
El documental narra la relación entre el pivot serbio Vlade Divac y el alero croata Drazen Petrovic. Los momentos compartidos con una de las mejores selecciones yugoslavas de todos los tiempos -la que ganó el Mundial de Argentina en 1990-, su marcha en paralelo a la NBA, su amistad, y su posterior ruptura tras el inicio de la guerra y desintegración de Yugoslavia.
Drazen Petrovic fue un ídolo en el baloncesto europeo de los años '80. Comparable, por su impacto a este lado del atlántico, a Michael Jordan.
Los duelos entre la Cibona de Zagreb, que entrenaba Mirko Novosel, y el Real Madrid de aquella época, proyectaban a un jugador fuera de serie, con una personalidad hasta el momento poco vista en una cancha de baloncesto. Aunque lo cierto es que la dupla provocativa, que formó con su hermano Alexander en la Cibona, tenía como origen otros dos jugadores yugoslavos que habían practicado ese tipo de sinergias en una cancha en la década anterior: Zoran Slavnic y Dragan Kicanovic.
David Carnicero comentaba su fascinación por Petrovic, y ese tipo de juego que mezclaba desafío, chulería, ambición y calidad; Antoni Daimiel contaba el impacto que le produjo ver una tangana yugoslava en un partido amistoso jugado en Valladolid cuando él apenas era un joven aficionado, y como aquella Cibona reflejaba una forma de entender el deporte donde no cabía otra concepción que no fuera la victoria y la competitividad hasta el final; y Nicola Loncar señalaba el impacto de Divac y Petrovic en una sociedad donde el baloncesto es casi una religión.
El documental y el debate reflejaban una parte de las miserias que se sucedieron alrededor de las guerras yugoslavas. Los hasta un día compañeros de selección pasaron a formar parte de nuevas naciones desangradas en conflictos hasta el extremo crueles. Divac y Petrovic, que triunfaron en la NBA como pocos europeos lo han conseguido, rompieron su relación por las divisiones que provocó la guerra. La muerte de Petrovic el 7 de junio de 1993, con tan sólo 28 años, en un accidente de coche, impidió una posible reconciliación.

Petrovic fue un genio. Inigualable hasta el día de hoy por ningún otro jugador europeo en su posición. Su capacidad anotadora, su estilo de juego, sus fintas y rectificados, su trabajo diario (se decía que tiraba a diario al menos 1000 veces a canasta), su explosividad...
Cibona de Zagreb, Real Madrid, Portland Trail Blazers, y New Jersey Nets son los equipos que disfrutaron, en mayor o menor medida, de su arte. En Europa logró todos los títulos de clubes posibles, con la selección de Yugoslavia conquistó un Eurobasket y un Mundial, y con Croacia fue plata en la olimpiada de 1992, jugando la final contra el Dream Team. Tras su muerte New Jersey retiró el número 3 en su honor, y Drazen fue incluido en el Basketball Hall of Fame el año 2002.
Como se comentó en la charla, los killers no suelen ser unos tipos simpáticos en una cancha (no lo fue Michael Jordan). Me gustan los jugadores con sangre caliente, la intensidad en el juego, y la tensión competitiva. Pero, al contrario que a Carnicero, me queda la duda de si el Petrovic que escupió al oído de Fernando Martín, o el que provocó la peor versión de Epi en un partido de basket, es el tipo de jugador que eligiría como referencia, más allá de la admiración que sigo teniendo por su juego. Más bien al contrario.
Puestos a elegir, y por seguir por aquellas tierras, y algunos lugares comunes de sus carreras deportivas, me quedo con un gentelmen como Mirza Delibasic. Desgraciadamente el único gran jugador yugoslavo que tomó partido de forma pública contra la violencia y la guerra entre los que fueron un día hermanos.
En cualquier caso un documento muy interesante para conocer la historia reciente del baloncesto, de nuestra propia historia, y de dos jugadores muy especiales que marcaron una época.