“Sabemos que esa paz está a nuestro alcance ante todo gracias a la mayoría de los palestinos, que se han negado a dejarse deshumanizar por décadas de brutal ocupación y, a pesar de los años de expulsiones y opresión, todavía tienen esperanza de una reconciliación. […] ¿Por cuánto tiempo más podemos pedir, por no hablar de esperar, que nuestros hermanos y hermanas palestinos sean leales con nosotros y no sucumban por completo a la desesperación y la tristeza en las que sus vidas fueron trasformadas el año que Israel erigió su fortaleza sobre sus aldeas y ciudades destruidas?”
La limpieza étnica de PalestinaIlan Pappé (historiador israelí)
Un jugador del equipo
sub 21 de Estudiantes, en la entrada del hotel Intercontinental de
Belén (Palestina), en respuesta a una pregunta de
la periodista de El País Ana Carbajosa sobre sus impresiones del viaje, hablaba de “opresión”. “¿Se puede decir
opresión?” añadía mirando a la periodista.

Con Juan Francisco García (presidente) y Ángel Goñi (entrenador) al pasar el
checkpoint de entrada a Belén.
Ocurre que con frecuencia es difícil llamar a las cosas por su nombre, y no entra dentro de lo
políticamente correcto denunciar la injustica que se vive en
los territorios palestinos. Lo que es evidente para un chaval de 20 años, no lo es para una
comunidad internacional que tolera, en mayor o menor medida, lo que está ocurriendo dentro de un muro vergonzoso. Algunos justifican la existencia del
Muro como una barrera de contención de ataques terroristas, cuando lo que hace es fabricar más odio, más distancia, y más apartheid. Una forma curiosa, la del gobierno de
Israel, de apagar el fuego echando gasolina.
Aún así es importante señalar que lo que se vive dentro de ese lugar cerrado y amurallado dista mucho de ser un caladero de
desalmados. Si algo hemos comprobado en la expedición de
Estudiantes que ha estado durante unos días compartiendo
baloncesto en Palestina es que la ilusión, vitalidad, y hospitalidad que nos ha mostrado la gente allí demuestra que hay mucho margen para la
esperanza.
En
Hebrón inauguramos el 30 de Julio el mayor pabellón deportivo de toda
Palestina. Una cancha para
4.000 espectadores en una de las ciudades más castigadas del conflicto. El acontecimiento estaba profusamente anunciado por las calles de la ciudad, donde banderas y pancartas avisaban del evento. El
Estudiantes era el
primer equipo internacional de baloncesto que disputaba un encuentro en los territorios palestinos.
La grada a rebosar, con el palco de autoridades encabezado por el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, S
alam Fayyad, y con representantes de diversos países como
Gran Bretaña,
Australia o
España. En la cancha bailes tradicionales antes de empezar el encuentro, por todas partes enormes medidas de seguridad, y notable
expectación mediática. Ir allí a jugar un partido de
baloncesto no es algo habitual. Tampoco lo es el que se produzcan eventos que logren evadirse de un cotidiano tremendamente difícil, con una tasa de paro que afecta al
70% de la población, y donde
2/3 de la comunidad palestina total vive en
campos de refugiados.
El
Ibdaa Center, nuestro
rival ese día, es el campeón de la liga palestina, y representa al campo de refugiados de
Dheihseh, cerca de Belén. Allí en 1km cuadrado viven más de 12.000 personas, expulsadas desde
1948, en diferente etapas, de las que fueron sus casas y tierras. Una llave colgada al cuello es lo único que les queda de sus antiguos hogares. En
1994 dos amigos decidieron levantar un proyecto cuyo nombre significa
“crear algo de la nada”. No hay trampa ni cartón, el nombre es literal. Desde aquel vacío inicial han logrado construir un
centro cultural y deportivo de referencia, que incluso aparece alabado en alguna guía turística, y que cuenta con diversas actividades, talleres, y espacios, además de generar empleos para
la comunidad.
Tras los bailes y discursos había que jugar. Pocos antes de saltar al campo, mientras contábamos impacientes y nerviosos los minutos en el vestuario, le comenté a un periodista local que el partido ya lo habíamos
“ganado todos”. Lo cierto es que una vez iniciado el choque la mayor envergadura del equipo de
Ibdaa, que además contaba con un americano
jugón (y profesional), y la presión acumulada tras himnos, regalos y salutaciones, nos borró prácticamente del juego. Salvo una tímida resistencia en el primer cuarto, y un último periodo que ganamos, el resto del encuentro se resumió en un
chorreo que nos caía por todos lados, bien en forma de contrataques, bien en forma de estratosféricos triples desde más allá de
6'75. Al final el marcador señaló
70-47 (23-18//19-8//18-7//10-14) para los campeones de la liga palestina.

El equipo tras el partido contra el
Ibdaa Center en Hebrón.
Nada que objetar, la tristeza por el mal juego se cambió rápido con la gente saltando la cancha para felicitarnos, dar abrazos, y pedir autógrafos.
Hebrón, con unos
160.000 habitantes (la mayor ciudad de Palestina) y donde
600 colonos israelíes habitan en el centro histórico de la ciudad en medio de enormes medidas de seguridad, disfrutaba de un poco de entretenimiento y diversión.
Sandra, la encantadora entrenadora del
Ibdaa, trataba de animarnos con notable éxito.
Al día siguiente tocaba otro partido, frente a un combinado de jugadores de
Cisjordania, que contaba además con dos norteamericanos profesionales. De nuevo un partido de
“niños (nosotros) contra hombres”, que dijo el día anterior con ironía alguien en la grada.
Sin embargo, en el colegio de
Acción Católica de la ciudad de
Belén, la situación fue muy distinta. Hablamos antes del partido de no dejar de jugar, de apretar desde la defensa todos juntos, de ser listos, y olvidarnos del marcador. Había que relajarse, y ahora, ante unos
250 espectadores y en una cancha mucho más modesta era un buen lugar para mostrar nuestro
baloncesto.
Así ocurrio.
El partido fue perfecto. Emoción, lucha, constancia, y unión de todo el grupo. Todos los jugadores dando todo, y jugando de forma equitativa en unas rotaciones que funcionaron a la perfección. Al final el marcador fue de
67-69 para los colegiales (19-17//23-12//9-22//16-18), en un choque bibrante que se resolvió en los últimos segundos. Otra vez
"ganamos todos", abrazos, buen rollo, e intercambio de equipaciones con el otro equipo.
En nuestro último día hicimos la actividad más satisfactoria de todas, al menos desde mi punto de vista. Una jornada de
basket para chavales y chavalas de los distintos equipos de cantera de la ciudad de
Belén. Por grupos, que trabajaban de forma rotativa distintas estaciones en función de un lugar del campo (bote, manejo, tiro, y pase), los jugadores del
sub 21 hacian juegos y ejercicios como si se tratara de un
mini-campus. Una forma también de devolver parte de la hospitalidad y generosidad recibida durante nuestra visita. Un taller que debería tener más proyección en el tiempo con los jugadores y entrenadores de allí, para de esta forma poder ayudar en la mejora del
baloncesto palestino.

“
El Muro atenta contra los
derechos humanos. No se puede ver de otra manera. Esta mañana, algunos hemos entrado en
Belén andando por el
checkpoint. Impresiona y más allá de otras consideraciones no puedes estar de acuerdo con las condiciones de los
palestinos cuando deben ir al trabajo”. Comentaba el presidente
Juan Francisco García el primer día
a un periodista del diaro El Mundo.
No hay momento en
Palestina en que uno pueda olvidar lo que está viendo. La situación de
opresión que se sufre allí. Quedan muchas cosas que contar de unos días muy intensos. De un viaje que se hizo realidad gracias al
Consejo Superior de Deportes, y donde la
Fundación Estudiantes y la
ONG del
Ramiro Acercándonos han planificado un encuentro único en la historia del
baloncesto, pero también muy especial desde el punto de vista de la
solidaridad.
Los
palestinos que han compartido unos días con nosotros, con
Ghada y
Shalej a la cabeza, nos han echo sentir como hermanos. La actitud de los jugadores del equipo
sub 21 del
Estu han sido una muestra de la calidad humana de un grupo de chavales excepcionales, que han representado de una forma inmejorable lo que para algunos de nosotros significa el
Estudiantes.

Foto del equipo sub 21 tras el partido contra el combinado palestino.
Con estos
perfectos embajadores se ha conseguido que el
Estudiantes tenga ya una lugar importante en
Palestina, y que
Palestina tenga todavía mayor presencia en el corazón de muchos de
nosotros.
PD: En
éste vídeo se puede ver un aperitivo de nuestra visita y la inauguración del pabellón en Hebrón.